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Caras y Caretas

           

LES MUCHACHES BELGRANISTAS

La trascendencia de Manuel Belgrano supera al estereotipo del creador de la bandera. Algunos de los políticos más determinantes de las últimas décadas reivindicaron sus múltiples facetas a la hora de pensar, construir y pelear por una patria justa y soberana.

“Fue un economista y un apasionado en su vida. No sé si hubiera podido ser la esposa porque a este no lo casaba nadie. Yo hubiera sido la amante, a lo mejor, qué sé yo, no sé. Pero algo con Belgrano hubiera tenido, estoy absolutamente segura”. Las palabras de Cristina Fernández de Kirchner el 20 de junio pasado, mientras presentaba su libro Sinceramente en Rosario, demuestran hasta dónde puede llegar la pasión y la discusión por la figura del creador de la bandera a lo largo de la historia política. Tantas facetas tuvo Belgrano (militar, periodista, abogado y largos etcéteras) que tantas son las apropiaciones que se hicieron de él.

En el último tiempo fue la ex presidenta y actual vice quien más sacó a relucir su afinidad. El 20 de junio de 2013 aseguró que “si no fuera por su valentía y su coraje para enfrentarse a lo que la época le imponía, hoy no hubiéramos salido del yugo colonial y San Martín no hubiese podido cruzar los Andes. La historia hay que contarla completa para entenderla”. En septiembre de ese año le confió al periodista Hernán Brienza: “Amo a Belgrano, hubiera tratado de seducirlo”.

“Hay un contraste claro en cómo fue mencionado Belgrano en estos últimos años. Por un lado, en vuelo casi superficial en los actos de Macri, con la frialdad del número rojo del almanaque, y por el otro, con Cristina tuvo una centralidad clara, sobre todo con alusiones personales”, comenta Carlos del Frade, diputado provincial de Santa Fe por el Frente Social y Popular y autor del libro Los caminos de Belgrano, donde destaca el sacrificio y la búsqueda de libertad de “este político brillante” y se menciona lo sucedido el jueves 4 de septiembre de 1902, cuando Julio Argentino Roca exhumó los restos del prócer para un nuevo monumento en la iglesia de Santo Domingo. Mientras Roca hablaba añoranzas de Belgrano, sus ministros del Interior, Joaquín V. González, y de Guerra, Pablo Ricchieri, aprovecharon para adueñarse cada uno de un diente del difunto. El diario La Prensa exigió “que devuelvan esos dientes al patriota que menos comió en su gloriosa vida con los dineros de la Nación”.

En diálogo con Eugenio Rom, durante su exilio madrileño en 1967, Juan Domingo Perón supo relatar que “la más infame tramoya” del Directorio de Buenos Aires fue “la orden dada a Belgrano de retirar el Ejército del Norte, que está custodiando la frontera, para utilizarlo contra los caudillos del litoral que no acatan la supremacía del puerto”. Y lo definió con dos palabras: “Una inmundicia”.

La relación de Perón con Belgrano parece atravesada por el factor simbólico de las fechas. Fue un 20 de junio, pero de 1973, el día que el General tuvo su regreso (trágico) a la Argentina.

Y fue el 20 de junio de 1949 cuando decidió anunciar la eliminación del arancelamiento universitario interpretando las “ideas y sentimientos” de ese hombre. “Para honrar a los héroes nada mejor que imitarlos”, enfatizó.

OTROS USOS

Los gobiernos militares del siglo XX ningunearon a Belgrano, tal vez por el relato mitrista que hizo hincapié en lo personal por sobre lo colectivo (y se centró en anécdotas, como la voz aflautada), sacándolo de la esfera militar y colocándolo en el mármol como el creador de la bandera, sin discutir todas sus ideas. De hecho, fue en la Década Infame de los años 30 cuando se instauró como feriado el día de su muerte en la pobreza y soledad; igual que el 17 de agosto de San Martín o el Día de la Tradición.

El Día de la Bandera de 1998, Carlos Menem utilizó el “ejemplo” de Belgrano cuando liberó los prisioneros de la batalla de Tucumán, para justificar un perdón y “reconciliación” con las Fuerzas Armadas, mientras la Justicia ordenaba detener a Jorge Rafael Videla por la sustracción de menores nacidos en cautiverio. Del Frade menciona a otro político que lo tuvo como referencia en sus escritos: el joven Arturo Frondizi: “En su libro Petróleo y Nación hay una gran reivindicación de Belgrano, en los valores de la igualdad, el federalismo, la soberanía económica o la necesidad de una marina mercante; el manejo del comercio, de los bancos y de la tierra desde una concepción de Estado nacional presente, abierto al mundo pero pensado desde adentro. Hoy esa discusión en la Argentina está más vigente que nunca”. Del Frade sostiene que algo nunca se le perdonó a Belgrano: el Fuero Gaucho, “que era darle la carta de ciudadanía a cualquier persona que estuviese en el campo. Hasta ahí los ciudadanos eran sólo los propietarios”.

Belgrano llegó a poner en primer plano discusiones ambientales que actualmente atraviesan la realidad de la región, como la minería (explotada desde el Estado y en contra de la riqueza acumulada en pocos mineros), y el artículo 27° del Reglamento de los 30 Pueblos de las Misiones, de diciembre de 1810 (un documento basal de lo que luego será la Constitución de Alberdi), donde se remarca la necesidad de proteger los árboles para generaciones futuras.

Manuel Belgrano, de 68 años, es descendiente directo por quinta generación de Manuel Belgrano, por el lado de la hija Manuela Mónica, fallecida en 1866. Además de ser asesor agropecuario, dirige el Instituto Nacional Belgraniano. Desde ese lugar apunta a la historiografía de Billiken, con la que se formaron generaciones de argentinos, “que enseña que creó la bandera y tapan todo el resto, que fue importantísimo. Desde fundar ciudades y escuelas, como la de Náutica y la de Arte y Oficios, hasta el rol central que le dio a la mujer, incluso en las batallas. Fue pionero en eso”.

Como una espina clavada en la historia de molde, el chozno nieto resalta la faceta castrense de su familiar prócer: “No se dice que de los cuatro ejércitos expedicionarios fue comandante en tres. Fue autodidacta y eximio militar, como lo remarcó su amigo San Martín. Resultó un hombre muy importante para el ejército nacional, sin embargo los militares nunca lo reconocieron”. Y se ufana del monumento ecuestre de bronce que le dedicó Sarmiento en 1873, frente a la actual Casa Rosada: “Es el único prócer que está en la Plaza de Mayo”.

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Gustavo Sarmiento
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