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Caras y Caretas

           

UNA DERECHA QUE MIRA A WASHINGTON

Por Felipe Pigna. Director General

El año 2019 encuentra a América latina con un paisaje diverso aunque con una fuerte impronta neoliberal conservadora. La excepción está dada por la histórica experiencia cubana, que logró sobrevivir 60 años a todos los ataques del imperio, flexibilizando en los últimos años los postulados ortodoxos de la Revolución; por el exitoso gobierno plurinacional de Bolivia bajo la conducción carismática y ya heroica de Evo Morales; la fluctuante experiencia del Frente Amplio uruguayo, y el flamante gobierno mexicano de centroizquierda encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Asediada por el boicot estadounidense, la Venezuela de Maduro se debate en una profunda crisis de final impredecible, y Nicaragua asoma como una lejana caricatura del sandinismo sometida a los caprichos autoritarios de Daniel Ortega y su mujer, de los que dan cuenta los principales comandantes de la revolución de 1979 convertidos en duros críticos y opositores. En el resto de los países gobierna una derecha atenta a los postulados de Washington con diferentes grados de sometimiento, desde el extremo servilismo de la Argentina de Macri hasta ciertos muy leves niveles de autonomía marcados por Chile y Brasil, cuyas diplomacias históricamente estuvieron atentas a priorizar, en la medida en que el Norte se los permitiera, sus asuntos nacionales, lo que no alcanza para definirlas como nacionalistas. El caso Bolsonaro merece un análisis especial y será tratado extensamente en este número. Fue el candidato del sistema, de las grandes corporaciones que, ante todo, le impusieron su ministro de Economía de rancia cepa neoliberal y privatista con un discurso de ultraderecha que ya comienza a ponerse en práctica y marca un menú para la derecha regional. El caso de Macri es muy particular y no debe ser subestimado. Conduce un gobierno ejecutor en estos tres años de una calamitosa gestión perjudicial para la mayoría de la población pero altamente beneficiosa para el pequeño grupo de especuladores que componen la mesa chica del aparato del Estado. Ejecuta el menú histórico de las restauraciones conservadoras y del Fondo Monetario Internacional, pero yendo más lejos que sus antecesores. Produjo una reducción feroz de salarios y pensiones vía inflación y desocupación, incrementó brutalmente la presión impositiva, aumentó de forma descomunal las tarifas, atacó la educación pública en todos sus niveles y a la pequeña y mediana empresa. El Presidente dijo que habíamos vivido 70 años de fiesta en una exhibición más de su desprecio por la historia que parece tener escasas consecuencias en una sociedad atorada de campañas y operaciones mediáticas. Entre 1948 y 2018, tuvimos cuatro golpes de Estado, decenas de planes de ajuste del FMI, bombardeos, el Rodrigazo, desaparecidos, una guerra perdida, la deuda multiplicada por siete por un equipo económico vinculado al actual gobierno, la hiperinflación de 1989, las privatizaciones, la crisis de 2001. De esos 70 años, 18 los vivimos en dictadura: 1955-1958, 1962, 1966-1973 y 1976-1983, cuyos ministros de Economía eran todos del signo neoliberal que ostenta la actual gestión, a lo que hay que sumar los dos años de Alsogaray con Frondizi y los diez años neoliberales de Menem. Quizás el inconsciente le jugó una mala pasada y puso en evidencia que de esos 70 años, casi 60 fueron gestionados por economistas de su ideología que gestaron una fiesta para pocos y una tragedia para el pueblo argentino. Ante la imposibilidad de exhibir un solo logro validable electoralmente, el partido gobernante apela a los temas clásicos de la derecha, como la inseguridad, y a presentarse como garante del no retorno al “populismo”, con lo que le alcanza holgadamente para mantener su núcleo duro y seducir a ciertos grupos despolitizados de los sectores medios, lo que no debería ser subestimado por los diversos representantes de la oposición, que parecen más atentos a sus egos que a la conformación de un frente amplio de recuperación nacional frente a la amenaza de una nueva y tremenda crisis económica y social de alcances imprevisibles.

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