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Caras y Caretas

           

Jam de improvisación para amantes de la música

Músico y productor de extensa trayectoria, Franco Jorge inaugura un ciclo de jams de improvisación, a partir de su experiencia con el proyecto Improntus Freestyle. En esta entrevista cuenta detalles de la inicativa y recorre su formación e ideas sobre el panorama musical actual.

El músico y productor Franco Jorge convoca a personas de todas las edades a una zapada masiva en el barrio de Belgrano. Será un ciclo de jams de improvisación y quienes estén interesados en participar deberán presentarse con sus instrumentos los jueves a las 21 en la Base Cultural Ugarte (Manuel Ugarte 2789, CABA). Caras y Caretas conversó con el organizador de esta original propuesta musical.

–¿Cómo es tu bio musical?

–Arranqué hace más de veinte años con una guitarrita, tocando temas de Charly y Los Beatles, para luego ir avanzando y descubriendo ese mundo maravilloso que es la expresión de nuestro interior a través de la música. Con el paso del tiempo, me fui entregando a diferentes estilos como el jazz, la samba brasileña y la electrónica, abriendo así mi abanico musical. A los 25 años llegaba desde Punta Alta a Buenos Aires con mucha energía y un proyecto musical llamado GoT (gang of two), en el que hacíamos lo que otrora se denominaba “rock nacional”, con un set de canciones propias principalmente compuestas por mi amigo y referente musical Ale Ksybala. Con esa locura e ímpetu juvenil irrepetible, recorrimos la city de norte a sur en poco tiempo y logramos varios hitos importantes que nos ilusionaban con poder desarrollar nuestra música durante varios años más. Concretamos la grabación de manera independiente de un disco que llamamos Burbujas y realizamos su presentación para más de cuatroscientas personas en el teatro ND/Ateneo. Hubo geniales invitados y la inclusión en vivo de un cuarteto de cuerdas dirigido por Patricio Villarejo, artista que respeto mucho y agradezco con el alma para siempre por su participación en ese momento tan importante. La banda GoT fue un proyecto que duró más de diez años y una etapa que marcó mi vida. Luego decido formar una banda llamada Latidos, un proyecto con canciones propias, en el cual me desempeñé como compositor y cantante. Mucho power, rock ska con guitarras distorsionadas y set de vientos. Grabamos un disco llamado La partícula, que está en Spotify. Muchas letras para pensar en lo que nos pasa día a día y cada tanto, una canción de amor (como debe ser). Dentro de la música, y en el resto de mi vida en términos generales, me divierte aprender y realizar diversas actividades. Soy muy inquieto y curioso y no tengo miedo de tirarme a la pileta en nuevas propuestas. Por ejemplo, participar en una comparsa de samba brasileña durante varios años me obligó a aprender a tocar percusión, un camino de ida. A partir de ese proyecto, conocí gente de otro palo que complementó y amplió nuevamente mi universo musical. También incursioné en el teatro independiente, donde durante varios años participé en obras muy interesantes y divertidas, componiendo también la banda sonora de alguna de ellas. Eso ayudó mucho para encarar desde otro lugar el estar parado en un escenario, poniendo más el cuerpo. De esta manera pude complementar mis capacidades y seguir aprendiendo en este camino interminable del arte.  

–¿Qué proyectos tenés en mente?

–Desde 2018 estoy embarcado en la creación de un ensamble de jazz fusión llamado Improntus Freestyle, del cual soy director. La idea fue propiciar un espacio de expresión y creación colectiva desde el lugar de la improvisación, atravesada por la dirección con lenguaje de señas de Santiago Vázquez. Se formó un grupo mixto de músicos con los cuales seleccionamos diversas canciones de géneros populares, como el rock, pop o el tango, y las reversionamos en vivo utilizando otros estilos y arreglos, adoptando una filosofía jazzística en el desarrollo. Realizamos diferentes recitales durante estos años. Uno de los más importantes fue la presentación en 2019 en la sala de conciertos de Caras y Caretas en San Telmo. De la misma manera, desde 2019 estoy involucrado en un interesante proyecto teatral llamado Sueño profundo, que nos permitió llevar nuestra propuesta y viajar a Uruguay, Ecuador, Madrid y Palma de Mallorca para diferentes presentaciones y festivales. Durante el transcurso y desarrollo de ese proyecto, fuimos produciendo y filmando una serie de capítulos online relacionados con la temática de la violencia de género. Todo esto se ve rodeado por la permanente inquietud de componer nuevas letras que me identifiquen. Con el correr del tiempo pasa (no siempre) que uno escucha sus propias canciones de antaño y siente que es necesario aggiornar el mensaje o las formas de comunicar.

–También sos productor…

–Hace más de diez años incursioné en la producción musical, tanto por mi amor a la música como mi fanatismo por los “fierros”: consolas, placas, pedales o cualquier artefacto tecnológico relacionado. Mis estudios en Ingeniería en Sistemas de Computación favorecieron también esta pasión por las máquinas. Soy el creador del sello VUDUM (vudum.com.ar), a través del cual tuve la fortuna de poder grabar en estudios increíbles como Estudios ION, y conocer a algunos ídolos como Pedro Aznar y Marcelo Gillespi. Siento que el hecho de crear, sugerir o sencillamente participar en las grabaciones de otros artistas fue fundamental para seguir abriendo mi espectro musical, intentando encarar siempre los proyectos desde un lugar no típico, desafiando al artista en cuestión para que recorra caminos nuevos que le permitan ver su música desde otro ángulo.

–¿Cómo viviste la pandemia?

–Al tener la restricción de compartir ensayos y demás eventos artísticos con mis compañeros, durante la pandemia se me generaron dos ideas que se transformaron en inquietudes, que luego se transformaron en proyectos. Todo sirvió para no volverse loco ante semejante encierro e inactividad durante meses. La primera de esas inquietudes fue incursionar en una serie de transmisiones por diferentes redes sociales, principalmente por Instagram, en donde la gente que extrañaba los recitales podía despuntar el vicio durante la noche y acercarse a la música en vivo. Tanto a mí como a los que consumían esas transmisiones nos permitió conectar, aunque fuera de manera virtual, y rescatarnos en parte de la soledad y tristeza que nos generaba el confinamiento. El segundo de los proyectos fue la grabación de un disco de música electrónica experimental llamado Getting High bajo el seudónimo de LP (@last.name_less.project). En este caso me aboqué a buscar un sonido diferente al que estaba acostumbrado y generar una propuesta instrumental que no tiene ningún encasillamiento dentro de lo preestablecido. Está disponible en Spotify. La idea es que Getting High sea el primero de una trilogía de discos de música electrónica experimental. Actualmente estoy finalizando el segundo, que se llamará Human Music.

–¿Qué te parece la música moderna?

–Estamos todos de acuerdo en que hace unos años hay un nuevo género dominante en la industria musical llamado trap, que ha captado al público más joven casi en su totalidad. Siento que las características de este estilo favorecieron a que se renueve el interés por las letras de las canciones en la juventud. Hay una contraparte que no me cierra en este devenir del hip-hop, y es que se ha perdido por completo la utilización de la metáfora en la lírica, y habitualmente se recurre a mensajes que son muy directos y explícitos, casi como si fuera una bajada de línea. También creo que hay tópicos recurrentes como el éxito, el dinero y “quién la tiene más grande”, que son utilizados casi sistemáticamente. Creo que el arte en general, pero particularmente la música, además de comunicar debería dejar espacios en blanco en su mensaje a través de la metáfora para que el oyente pueda llenar esos espacios con sus ideas y emociones. De esta manera puede sentirse interpelado y aflorar sus sentimientos de manera más espontánea y personal. Antes la música exploraba e interpelaba conflictos más internos de los seres humanos, mientras que ahora muchas de las canciones más “exitosas” apuntan a conflictos e infidelidades detalladas con nombre y apellido. Siento que esto no suma a la cultura musical per se y solo magnifica la obsesión (que siempre existió) con los mal llamados “famosos”. Una humanidad hablando de personas y no de ideas o sentimientos. Por otro lado, hay excelentes bandas independientes en la actualidad que tienen muchas más posibilidades que antes para mostrar su propuesta y generar una comunidad de seguidores que las acompañe. Esto se debe a la explosión de las redes sociales y sus polémicos algoritmos. Se terminó la hegemonía de las discográficas como único recurso para avanzar en los proyectos musicales.

–¿Que género musical te interesa más trabajar?

–Actualmente me encuentro abocado a la práctica del piano y la internalización más profunda del lenguaje del jazz. Es un camino interminable de sonoridad que me apasiona y me da la posibilidad de encarar y desarrollar diferente la música que ya conocía previamente. Dadas mis raíces rockeras de simples acordes mayores y menores, el jazz me abre la cabeza a un mundo de tensiones armónicas y rítmicas que me permite encarar diferentes estilos que ya conocía previamente, como el funk o el pop.

–En un mundo ideal, ¿cuál sería tu proyecto artístico?

–Siempre me interesó la fusión de disciplinas como método de expresión integral en la propuesta artística, ya sea acompañando los recitales con performances teatrales en vivo o proyecciones que complementen el mensaje. En un mundo ideal en donde los presupuestos y el tiempo no son un problema para el artista independiente, mi mayor sueño es tener un proyecto estilo El Choque Urbano, en donde se fusionan la música con el teatro, incorporando también performances que tienen que ver con el circo y la danza.

–¿Qué proyectos tenés para este año?

–Para este 2023 hay varios objetivos interesantes, que me motivan mucho dado que son posibilidades de seguir trabajando con artistas espectaculares. En abril se estará estrenando una versión del clásico folcklórico “Tonada de un viejo amor”, reversionada y producida para el cellista y compositor Patricio Villarejo. En esta ecléctica propuesta, participan como cantantes el señor del folklore, Peteco Carabajal, y el queridísimo Andrés Vázquez, murguero uruguayo. Por otro lado, y por segundo año consecutivo, voy a estar viajando a España durante la temporada de verano para realizar una serie de recitales junto con mi hermano Facundo Jorge, que vive en Ibiza hace cuatro años. Finalmente, hay una propuesta muy concreta que involucra un ciclo de ensayos abiertos y jams para continuar con el proyecto Improntus Freestyle y abrir el espacio para improvisar junto a otros músicos a los que les interese ese camino.

–¿Qué características tiene el ciclo de jams de improvisación que se inicia mañana?

–Hace tiempo que con integrantes del proyecto Improntus Freestyle frecuentamos algunas jams de CABA con la idea de conocer nuevos músicos para continuar sumando a este ensamble que formamos en 2018. A partir de esto, se genera la idea de este ciclo de jams propio, en un espacio que nos abrió las puertas en el barrio de Belgrano. Junto con la gente de Espacio Cultural Ugarte (Manuel Ugarte 2789), este jueves 23 de marzo inauguramos las jams de los jueves.

Escrito por
Daniela Lozano
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