• Buscar

Caras y Caretas

           

También una primavera

El regreso definitivo de Perón a la Argentina fue reivindicado con énfasis desde el mundo deportivo. Cámpora cerró su campaña en la cancha de Independiente, el Huracán campeón de Menotti fue el equipo de la JP, Monzón defendió dos veces su título mundial y la Selección nacional se lució en Múnich.

En el palco de Ezeiza, el coronel retirado Jorge Osinde levanta el fusil como si fuese un trofeo. Lo exhibe. La derecha peronista repele a la izquierda en la vuelta de Juan Domingo Perón después de casi 18 años de exilio. Es el 20 de junio de 1973. La masacre se consuma: trece muertos y al menos 365 heridos. Osinde es el subsecretario de Deportes de la Nación, que depende de Bienestar Social, del ministro José López Rega. El Automóvil Club Argentino (ACA), a cargo del automovilismo deportivo, le había cedido quince grúas, tres camiones y dos coches a los efectos de la “seguridad” en Ezeiza. El 10 de agosto, Osinde presenta la renuncia a Deportes, antes de las elecciones en las que triunfa Perón con el 62 por ciento de los votos. Había asumido en mayo con Héctor Cámpora. Cuentan que Osinde apenas diferenciaba el fútbol del waterpolo. El día de la masacre de Ezeiza había convocado al subsecretario de Deportes de la Municipalidad de Buenos Aires, un tal Arquímedes Puccio, que pasará a la historia argentina como el líder de un clan criminal.
El 9 de marzo de 1973, dos días antes de las elecciones que ganará Cámpora, preámbulo de la restauración democrática, una solicitada aparece en los diarios matutinos: “El deporte con Perón”. “Los deportistas, docentes de Educación Física, técnicos, dirigentes y profesionales deportivos, en esta hora decisiva en que está en juego el destino de nuestra patria, nos pronunciamos por un deporte para el pueblo –se lee en la solicitada–. El retorno incondicional del general Perón. Liberación o dependencia. Cámpora al gobierno, Perón al poder.” La firman desde los boxeadores Víctor Galíndez y Pascual Pérez hasta los maratonistas Delfo Cabrera y Osvaldo Suárez. Y una mayoría de futbolistas, entre ellos los de Huracán, el club que aquel año ganará el torneo Metropolitano: René Houseman, Carlos Babington, Miguel Brindisi, Alfio Basile, Fatiga Russo, Jorge Carrascosa y hasta el entrenador, César Menotti, afiliado al Partido Comunista. El día anterior a la votación, Cámpora cierra su campaña ante 70 mil personas en la cancha de Independiente.
Dos días después de asumir, Cámpora asiste al Racing-Boca del Metropolitano, en Avellaneda, acompañado por Salvador Allende y Osvaldo Dorticós, presidentes de Chile y Cuba, respectivamente. Triunfo 2-0 de Boca. Cuando hace el primer gol, la hinchada le canta: “¡El Tío está contento/ lará, lará, lará!”. Cámpora, hincha de Boca, había fundado el Club Almafuerte en San Andrés de Giles, donde fue intendente, y había participado en la creación de la liga local.

UN EQUIPO PERONISTA

“Huracán era como el equipo de la JP”, dijo una vez el historiador Felipe Pigna. Remeras de la Juventud Peronista se lucen en la platea Miravé. “¡Saaale el sol/ el sol sale para el Globo/ sale el sol para el Globo!”, cantan los quemeros. Brindisi es condecorado por Perón por rechazar ofertas de equipos del exterior y jugar en Huracán y la Selección. “Ese Huracán –escribió el sociólogo Roberto Di Giano– alimentó el imaginario de una primavera futbolística y social.” Las primeras seis fechas son victorias, algunas por goleadas: 6-1 a Argentinos, 5-2 a Atlanta, 5-0 a Racing. En la primera rueda marca 46 goles en 16 partidos. Fútbol total. “La nuestra.” Toque y ataque. En la segunda baja el rendimiento: cinco jugadores habían sido citados a la Selección para la clasificación al Mundial de Alemania 74. Huracán destelló en tiempos de Cámpora, se “afectó” en el conflicto y fue campeón el 16 de septiembre, una semana antes de las elecciones de Perón. En 1973, además, Independiente gana su primera Copa Intercontinental: 1-0 a la Juventus en Roma, gol de Ricardo Bochini. Y en Múnich, la Selección argentina vence por primera vez a Alemania, que al año siguiente será el campeón del mundo. Carlos Monzón defiende dos veces su título mundial en la categoría mediano, ante Emile Griffith en Montecarlo y ante Jean-Claude Bouttier en París. En enero se había corrido el Gran Premio de Argentina de Fórmula Uno, con Carlos Reutemann en la pista del Gálvez. “En 1973, el general Perón declaró en una reunión de jóvenes: ‘¡Vayan a defender a los clubes!’. Como siempre, estuvo más adelantado –recuerda Víctor Lupo, ex subsecretario de Deportes de la Nación (1990-1992)–. Nos dijo lo que se venía: una nueva ideología para eliminar a los clubes de barrio e intervenir las federaciones. Hoy todavía no pudimos retomar lo anterior a 1976. No se cumplen las leyes del deporte.”
Si muchos argentinos dicen aún hoy que Pelé fue el mejor futbolista del mundo es porque, a diferencia de lo que vendría, el crack jugaba al alcance de los ojos. Menotti, el artífice del Huracán del 73, un equipo de barrio obrero y tango que nunca más volvió a salir campeón del torneo argentino, había jugado en el Santos con Pelé en 1968. El 5 de diciembre de 1973, en un partido celebratorio, Huracán perdió 4-0 con el Santos en el Ducó. Pelé metió un gol. Fue el último de los 39 partidos que jugó en la Argentina. Cuando Diego Maradona conoció a Pelé en 1979, reunidos por El Gráfico, le preguntó: “Pelé, ¿va a jugar algún
otro partido para poder verlo? Porque yo solo lo vi contra Huracán, en Buenos Aires, ¿se acuerda de ese partido?”. En 1973, Diego tenía 13 años. Había jugado con los Cebollitas en el regreso de los Juegos Evita. En Embalse, Córdoba, perdieron por penales en la semifinal con un equipo de la localidad de Pinto, Santiago del Estero. A Maradona le atajaron su penal. Fin de una racha de 94 partidos invictos. En los Juegos Evita de 1974, Diego se tomó revancha: vuelta olímpica con los Cebollitas. Los Juegos Evita retornarían recién en 2004. Había pasado más de una Argentina.

Escrito por
Roberto Parrottino
Ver todos los artículos
Escrito por Roberto Parrottino

%d