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Caras y Caretas

           

Lula vuelve

En medio de tensiones e intereses cruzados, Lula asumió su tercer mandato con grandes expectativas de la región y muchos desafíos por delante.

“El Estado es apenas una trinchera avanzada tras la que se asienta la robusta cadena de fortalezas y fortines de la sociedad civil” (Antonio Gramsci).

El presidente Luiz Inácio “Lula” da Silva regresa de sus primeros viajes internacionales con la finalidad de volver a reintegrar a Brasil a América latina. Lo hace en un entorno geopolítico muy diferente al de aquella ola progresista que había comenzado con el comandante Hugo Chávez en Venezuela (1998). Ese progresismo cultivó los objetivos principales y forjó una política de integración regional y un fuerte apoyo a la soberanía nacional en toda la región: la consolidación de la Unasur y la Celac, el debilitamiento de la OEA y el reposicionamiento de Cuba tras el bloqueo impelido por los Estado Unidos.

La segunda ola progresista emerge de otro tipo de correlación de fuerzas externas e internas. Nace de alianzas complejas, frágiles, donde la derecha no deja de forzar un quiebre en las estructuras democráticas. Como el lawfare, la utilización de la ley y de los procedimientos jurídicos como arma de guerra. Y la nueva situación global determinada por un nuevo orden tras la emergencia del covid-19, a los que se suman otros, como una nueva transición hegemónica global, tras el declive de los Estados Unidos y el ascenso y protagonismo de Oriente y la guerra en Ucrania.

Así es que Lula asumió en un escenario muy distinto al que dejó cuando finalizó su segundo mandato, en 2011. La democracia ha sido atacada durante años. Esto ocurre a partir de los resultados electorales referentes a la segunda victoria de la presidenta Dilma Rousseff, seguido de todo el proceso de desgaste que condujo al golpe, la instalación del lawfare como mecanismo de destitución y entorpecimiento de los procesos democráticos, en consecuencia, toda la criminalización de Lula, el PT, la izquierda y los movimientos sociales. Hoy, Lula retorna por un Brasil más igualitario, con políticas de inclusión, alfabetización y hambre cero.

Volverse al sur

Desde que tuvieron lugar los ataques del 8 de enero protagonizados por simpatizantes del ex presidente Jair Bolsonaro, a una semana de asumir Lula, considerados los más graves dentro de un proceso democrático, la policía lleva a cabo una intensa investigación para identificar a los participantes y a sus presuntos financistas. En este sentido, las autoridades arrestaron a unos 1.800 partidarios radicales del ex mandatario que llevaron a cabo el asalto durante cerca de cuatro horas.

Tras el atentado, Lula no canceló su agenda diplomática ni su gira protocolar. El primer país que visitó fue la Argentina, donde se reunió con el presidente Alberto Fernández en una reunión de la Celac, con la intención de comenzar a reintegrarse a la región. Entre los asuntos que trataron estuvieron la recuperación de varios mecanismos e instancias técnicas bilaterales relacionados con inversión, integración financiera y energética, combate al crimen organizado y cooperación nuclear y en defensa, entre otros temas.

Brasil busca volver a la región “con espíritu de diálogo, de concertación”, comentó el embajador Michel Arslanian, secretario de las Américas de Brasil, en referencia a los desafíos de alinear políticas regionales en materias como medio ambiente. También se plateó la posibilidad de una moneda única para el Mercosur. “Eso es lo que va a suceder. Si depende de mí, tendría comercio exterior siempre con la moneda de otros países para no depender del dólar. ¿Por qué no tener una moneda común del Mercosur? Creo que eso va a suceder y es necesario porque muchas veces hay países que tienen dificultades para adquirir dólares. Se puede establecer una moneda y que después los bancos centrales fijen el tipo de moneda para hacer negocios”, aseguró Lula.

Agenda internacional

En su encuentro con Joe Biden, ambos mandatarios tocaron uno de los temas más calientes en agenda: la guerra en Ucrania. Lula intentó mantener una posición de neutralidad en el conflicto y se rehusó a enviar armamento a Ucrania, como le pidieron los  aliados de Kiev. Apenas asumió, en enero, impulsó la posibilidad de crear un grupo, integrado entre otros por Estados Unidos, Alemania, Francia, Brasil, India y China, para mediar en la guerra. Y lo mismo hizo en su reunión con Biden: instó a su par estadounidense a crear un grupo de países no involucrados en el conflicto para hallar la paz, algo que ya comunicó al presidente francés Emmanuel Macron y al canciller alemán Olaf Scholz.

En tanto, el presidente chino Xi Jinping señaló que China y Brasil son grandes países en desarrollo con influencia global e importantes mercados emergentes. Los dos países son socios estratégicos integrales, comparten extensos intereses comunes y asumen responsabilidades de desarrollo comunes. 

El porvenir

Tras el gobierno de Jair Bolsonaro, Lula se enfrenta a un Brasil devastado. Si bien las relaciones y acuerdos nacionales e internacionales están en marcha, la crisis interna es feroz. La violencia y los asesinatos en manos de las fuerzas policiales no cesan. La deforestación y los incendios causados por la acción humana arrasaron con la selva amazónica. Comunidades indígenas, líderes comunitarios y otras personas que defendían la selva sufrieron amenazas y ataques. Los márgenes que llevaron al triunfo a Lula son muy estrechos, aún queda un ala dura bolsonarista que usa la violencia y el poder para quebrar los procesos democráticos. Las candidatas mujeres, en especial mujeres negras y trans, fueron particularmente objeto de amenazas y hostigamiento en internet, según organizaciones de la sociedad civil. El gobierno de Bolsonaro redujo en un 90 por ciento el presupuesto federal destinado a combatir la violencia contra las mujeres en 2022, en comparación con 2020. Más de sesenta personas fueron asesinadas en conflictos relacionados con las tierras y los recursos en la Amazonía entre enero de 2020 y comienzos de julio de 2022, según la organización Comisión Pastoral de la Tierra (CPT). Estas son solo algunas de las falencias y abusos que dejó el gobierno de Jair Bolsonaro y que Lula debe combatir con el compromiso y la buena voluntad de reconstruir y poner en pie a uno de los país más importantes de la región.

Escrito por
Silvina Pachelo
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