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Caras y Caretas

           

Veinte años contando la historia del turismo social en la Argentina

El Museo Eva Perón de Chapadmalal recupera la memoria política y social de la Argentina peronista.

A mediados de los años 90, Mar del Plata se apresta a vivir sus Juegos Panamericanos y la Unidad Turística de Chapadmalal experimenta una súbita transformación: de complejo modélico del turismo social fomentado por el primer gobierno peronista a villa deportiva para alojamiento de atletas de todo el continente. Gran parte de su patrimonio histórico es desguazado y desechado  en pos de una pretendida modernización. Una empleada administrativa con años de servicio en el lugar percibe el daño irreparable que va a cometerse y pone manos a obra, rescatando, preservando, ordenando, con la atrevida idea de montar, tal vez, un museo que preserve la memoria de ese emprendimiento único en el mndo.

Es la génesis del Museo Eva Perón, que actualmente funciona en dependencias del Hotel Nº 5 de la colonia vacacional emplazada en la costa atlántica y está cumpliendo veinte años, con renovada impronta y la identidad de siempre.

Hoy como ayer, son sus propios trabajadores los que abordan el relato que la colección reseña a través de objetos, documentación, memorabilia y recreaciones de época, como los célebres modelos lucidos en distintas ocasiones por la abanderada de los humildes.

La responsable de la iniciativa, Silvia Daria, se desempeñaba desde los 17 años en la colonia, pero su vinculación con la figura de Eva provenía desde la primera infancia.

“Pasaba parte de mis vacaciones escolares en Los Toldos, e ibamos en sulky a comprar el pan. Todo alrededor era campos y sembradíos, nadie en la calle, y el tono de voz del conductor bajaba hasta el susurro cuando pasábamos delante de la casa donde nos decía que había vivido Evita”, recuerda el despertar de la fascinación por aquel personaje “maldito” en esos años de dictadura, inmediatamente posteriores al derrocamiento del peronismo.

“Con el tiempo, fui comprendiendo el volumen de esa negación y persecución. Mis tías habían ido a la escuela con Eva y con Juan Duarte. Cuando ingresé al complejo siempre se repetía que lo había hecho Perón, pero sin mencionar el papel fundamental que desempeñó la Fundación Eva Perón, incluso antes de existir como tal. A fines de 1946, Perón conversa directamente con Eva el manejo del turismo social y la construcción de los hoteles. Tuvimos evidencia concreta de eso, recién hace diez años”, apunta.

De la primigenia iniciativa en los 90 debieron pasar crisis y administraciones hasta lograr el visto bueno en 2002 y la inauguración oficial un año después, en la instalaciones del primer piso del Hotel Nº 3, donde en épocas de esplendor funcionaba una sala de teatro. Hubo buena repercusión de público y se generó una corriente espontánea de feedback.

“Propusimos una pequeña encuesta y nos encontramos con que el 90 por ciento de los visitantes querían ver los vestidos de Eva”, señala Daria. Ese sueño casi imposible comenzó a tomar visos de concreción con la donación de un maniquí y después el préstamo de dos modelos utilizados en la obra inolvidable Evita, que bajaba de cartel.

“Los vestidos que nos cedieron eran el modelo de raso que luce en la portada del libro La razón de mi vida y otro que vistió en una gala del Teatro Colón. Estuvieron meses en exposición, y entonces nos planteamos hacer reproducciones basadas en material fotográfico. Conseguimos las telas, se las pasamos a una diseñadora y nos devolvió los vestidos terminados. Se convirtió en una muestra itinerante y salimos con el museo a distintas ciudades”, ilustra.

La conexión con el visitante ocasional adquiere también formas emotivas. La exposición de enseres domésticos originales de la Fundación Eva Perón empleados en el complejo en sus mejores años, que fueron preservados clandestinamente de la persecución desatada contra los símbolos del “régimen depuesto”, despierta vivencias largamente reprimidas.

“Hace poco, me tocó asistir a una señora mayor, que noté muy afectada: reconoció en exhibición en una vitrina el tipo de muñeca que repartía la Fundación. Después del golpe de 1955, tuvo que quemarla. Quizá fue su primer y único juguete”, comenta la guía Cintia Suárez.

Esa mujer

No hay registros oficiales de las visitas de Eva al complejo. Fueron destruídos o se perdieron. Huellas de su presencia tienen que rastrearse y reconstruirse de manera testimonial. La primera de ellas pudo haber sido hacia 1948, cuando estuvo efectivamente en Mar del Plata y habló a los trabajadores desde los balcones del palacio comunal.

Hay evidencias de una visita posterior, en 1951, en  avanzado estado de su enfermedad (fallecería al año siguiente). Un custodio privado que la acompañaba por todo el país aseguró a los encargados del museo, y dejó constancia en el libro de actas, de que a fines de aquel año tuvo un paso fugaz por Chapadmalal, visitó el Hotel Infantil Los Teritos (justamente, el Nº 3), descansó unas hora en las zonas de bungalows (Casa Nº 10) y prosiguió su camino hacia la ciudad serrana de Tandil. Su relato confirma los dichos de un ex empleado de la Unidad, don José Magariños García, hijo de una empleada del sector, quien atendió a Eva cuando se descompensó y debió reponerse en la cabaña.

Una turista mayor procedente de Salta agregó muy recientemente una pieza más al rompecabezas. Contó que en una ocasión estaba alojada en el complejo con otros tantos chicos del interior que venían a conocer el mar, cuando supo de la ilustre visita. Su padre, ferviente peronista, le había pedido que si la veía, le diera un fuerte abrazo.

“Parece que los formaron a todos en el patio para hacerle un saludo, y esta chica se esmeró tanto por darle el abrazo prometido al padre, que fue a parar al suelo. Eva la tuvo que ayudar a levantarse”, resume Suárez de la versión recogida de manera oral. 

Mejor que decir es hacer

El Museo Eva Perón rinde tributo a su inspiradora, pero es mucho más que eso. Cuenta una historia, la del turismo social, un concepto completamente revolucionario para la época. El complejo de Chapadmalal es primo hermano de otra monumental edificación en Río Embalse (Córdoba) levantada con los mismos objetivos, y similares en Ezeiza y Bariloche.

“En su edad dorada, la Unidad Turística funcionaba como un pequeño pueblo autosustentable: contaba con panadería, lavandería, fábrica de hielo, etc., para abastecer no solo a los visitantes que llegaban de todo el país en tren a la estación de Mar del Plata y eran trasladados en micros de la Fundación, sino al millar de trabajadores que empleaba”, repasa Manuel Diez, responsable de Patrimonio. Relegado, desfinanciado, tras la caída del peronismo, continuó existiendo, en gran parte por el sentido de pertenencia e identidad de sus trabajadores, que formaron  ahi sus familias: la Escuela Nº 52 tuvo aulas en uno de los edificios hasta que se mudó al barrio vecino de Santa Isabel.

Hubo un intento de reflotamiento durante la presidencia de Raúl Alfonsín, pero la decadencia se acentuó conforme al cambio de las política públicas de tercerización y privatizaciones en los años 90.

“Cuando comenzaron a llegar los atletas para los Panamericanos, había que explicarles que todo esto no era nada más que por ellos, que existía desde hacía décadas y estaba destinado a obreros, niños, jubilados… Los cubanos no lo podían creer”, apunta Suárez.

En la actualidad, hospeda a miles de familias que disfrutan de seis días de pensión completa, en un marco de imponente y prístina belleza natural. Recientemente se reinauguró el Hotel Nº 7, que se suma a la puesta en valor del resto del predio, que incluye la villa presidencial y cuenta con capilla, un lago artificial, canchas de fútbol, paddle y tenis.

La iniciativa del Museo Eva Perón también le cambió la vida a su principal impulsora. A punto de completar su desempeño como administrativa, Daria se anotó en la carrera de Museología en la Universidad Nacional de La Plata, de donde egresó para hacerse cargo de su propia obra, y festejar su cumpleaños número 20, con la ilusión de hermanarlo con su similar de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El Museo Eva Perón está ubicado en el Hotel Nº 5 de la Unidad Turística Chapadmalal. Puede visitarse de lunes a viernes de 8.30 a 16, los sábados de 8.30 a 12.30 y los domingos de 17 a 19. La entrada es libre y gratuita.

Escrito por
Oscar Muñoz
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