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Caras y Caretas

           

El fallido retorno de Juan Sosa

Ilustración: Ricardo Ajler
Ilustración: Ricardo Ajler

De Madrid a Río de Janeiro. De Illia a Vandor. De la antiproscripción a la detención. El malogrado intento del General por regresar a la Argentina en 1964.

“Mi idea de volver al país en 1964 coincide totalmente con lo que el pueblo pide. Yo he de regresar”, anunciaba Juan Domingo Perón desde Puerta de Hierro, en un mensaje grabado al movimiento justicialista a mediados de junio de ese año. Para ese entonces, el líder transitaba la mitad de su exilio en España: ocho de los diecisiete años sin poder pisar tierra argentina.

Infinidad de veces se había rumoreado (desde cierto sector del peronismo) y se había descartado (desde otro sector del mismo movimiento) el regreso de Perón al país a inicios de los años sesenta. Se lo demandaba en las convocatorias, en las banderas y en las pintadas; quizá, con una connotación más simbólica que efectiva.

Pero en 1964 el rumor comenzó a materializarse. En el mes de marzo, el General mencionó por primera vez en una entrevista a un medio español su intención de terminar con el exilio europeo. De allí en adelante, cada vez que tuvo oportunidad reiteró su propósito frente a la prensa. Por el momento, todo parecía una ilusión personal lejana a desencadenarse.

Mientras tanto, el país era gobernado por Arturo Umberto Illia, que, si bien había triunfado en las elecciones de julio de 1963, ya se encontraba debilitado y criticado por varios frentes. Además de haber aceptado participar de los comicios con el principal partido de la Argentina proscripto, su victoria había sido escasa: lo hizo con poco más del 25 por ciento de los votos, apenas seis puntos más que los votos en blanco impulsados por el peronismo. En su primer año al frente del Ejecutivo, el dirigente radical había sostenido en más de una oportunidad que Perón podría regresar cuando quisiera.

El 21 de agosto, Juan Manuel Algarve, secretario privado de Perón, entregó un comunicado a la prensa en el que se informaba la intención del líder: “El General ha ratificado su decisión irrevocable de regresar a la patria en el corriente año, como factor determinante de la unidad y pacificación de todos los argentinos”. El documento estaba firmado por Adolfo Cavalli, Armando Cabo, Julio Guillán, Gerónimo Izzetta, Elpidio Torres y Augusto Vandor por el sector del gremialismo; Alberto Iturbe y Antonio Cafiero por la rama política, y Delia Parodi, como una de las fundadoras del Partido Peronista Femenino. Sí, Vandor, el dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica e impulsor del “peronismo sin Perón” o “neoperonismo”, fue una pieza clave en el frustrado regreso.

Todo acontecimiento era una oportunidad para impulsar la vuelta. En el marco de una gira latinoamericana, el presidente francés Charles de Gaulle visitó la Argentina entre el 3 y el 6 de octubre, y distintos sectores obreros, militantes y especialmente sindicalistas enmarcados en la CGT salieron a la calle para recibirlo como si fuera el mismísimo Perón. “De Gaulle, Perón, un solo corazón” o “De Gaulle, Perón, tercera posición” fueron algunas de las consignas enunciadas en las calles porteñas y de la ciudad de Córdoba.

El 17 del mismo mes, en el marco del aniversario del nacimiento del movimiento, se informó oficialmente la creación de la Comisión Nacional Pro Retorno, integrada por Carlos Lascano, Andrés Framini, Delia Parodi, Alberto Iturbe, Augusto Vandor y, luego, Jorge Antonio. Serían ellos quienes, los primeros días de noviembre, viajarían a España para coordinar detalladamente el intento de regreso.

Tras eludir la custodia en el baúl de un auto Mercedes-Benz manejado por Jorge Antonio, Perón abandonó Puerta de Hierro el 1º de diciembre para encontrarse con el resto de los miembros de la Comisión Pro Retorno y embarcar el vuelo de la aerolínea Iberia que lo traería a América del Sur. El líder del movimiento justicialista lo haría presentando un pasaporte a nombre de Juan Sosa, de nacionalidad paraguaya, profesor, de 63 años.

A las 9.45 de la mañana del 2 de diciembre, el avión aterrizó en el aeropuerto internacional de Galeão (Río de Janeiro), y lo que sería una escala se transformó en el punto final de un regreso frustrado. El gobierno de Arturo Illia se comunicó con el gobierno brasileño (de facto desde marzo de 1964) para que les prohibiera continuar el viaje a Perón y a los miembros de la comisión de retorno. Luego de más de doce horas detenido, el líder del movimiento fue obligado a subir nuevamente a la aeronave de Iberia para regresar a Madrid.

ANÁLISIS EN LA HISTORIA

¿Estaba Perón realmente convencido de emprender el regreso? ¿Confió en la posición antiproscripción de Illia? ¿Cuál era el destino final si no lo detenían en Brasil? Son algunos de los interrogantes que al día de hoy inquietan a quienes se dedicaron a estudiar y profundizar este acontecimiento.

El doctor en Historia Claudio Panella sostiene: “Perón sabía que no lo dejarían volver, pero con el intento reforzaba su liderazgo y demostraba que quería regresar. Illia era muy democrático discursivamente, pero quedó demostrado que no era así, y lo utilizó para mostrar fortaleza. Vandor, por su parte, percibía que si el retorno se frustraba, Perón no regresaría más al país y eso le abriría el camino para su proyecto político. Y las Fuerzas Armadas se mostraron, como siempre, como las ‘garantes’ de la proscripción del peronismo. Cada uno sacó una tajada en ese contexto de época”.

Ariel Hendler, periodista y editor, publicó 1964. Historia secreta de la vuelta frustrada de Perón, uno de los pocos materiales que analiza los acontecimientos. Sobre el destino final del General, el autor del libro deja en claro que no era Buenos Aires sino Montevideo, donde había conseguido una casa. Y que una vez instalado allí, sin un proyecto político, Perón comenzaría el diálogo personal con Illia para asegurarse su regreso y encontrarse geográficamente más cerca para retomar los hilos del movimiento.

Como se sabe, Perón no volvió. Y esta vez hubo sonrisas en un sector del movimiento que él mismo parió.

Escrito por
Damián Fresolone
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