“Locura es hacer siempre lo mismo y pretender obtener resultados diferentes”, dice una frase que generalmente se le atribuye a Einstein. Mientras muchos insisten en una realidad que no les brinda felicidad, Jorge Cazenave no dudó en dejar la abogacía para dedicarse a lo que amó desde pequeño: la fotografía y la naturaleza.

–¿Cómo definiría su trabajo?
–Soy fotógrafo de naturaleza. Además de hacer viajes para mis fotos, organizo viajes para fotógrafos profesionales, amateurs y gente apasionada por la naturaleza. También colaboro con producciones de documentales, generalmente en la búsqueda del animal objetivo de su filmación. Vendo algunas fotos pero no vivo de mis fotos sino de llevar gente al lugar donde las tomo. Esta actividad la desarrollo, generalmente, en la Patagonia (argentina y chilena), pero también en el sur de Sudamérica y, a veces, en otros continentes. Muchos de los que me contratan llegan a mí por recomendación y otros tantos repiten.
–¿Cómo surgió esa vocación?
–Toda mi vida estuvo relacionada con la naturaleza. De chico, jugaba con animalitos de plástico, y en familia salíamos de campamento, recorriendo el país. Mi relación con la fotografía surge cuando por unos años vivimos en los Estados Unidos, y mi padre, entusiasmado con las ardillas del jardín, compró una muy buena cámara, y para mi sorpresa, a los 11 años, me la dejaba usar. Entonces empecé a familiarizarme con preparar el disparo, medir la luz, la velocidad de obturación, etcétera. Al terminar el secundario, quería dedicarme a la etología, que estudia el comportamiento animal, pero en aquella época las opciones eran casi inexistentes. No quería ser veterinario, ni tampoco estudiar años de biología molecular, para muchos años después dedicarme a lo que realmente me gustaba. Así que estudié Derecho, para poder tener plata para hacerlo como hobby. Trabajé varios años en la Justicia y, antes de recibirme, me fui, tentado porque por acompañar a un grupo de brokers de granos durante una semana, cobré diez meses de sueldo. Me dediqué al turismo y con esto pude llegar a uno de mis objetivos, que era ver las orcas de Península Valdés, que son únicas en el mundo, “picado” por el programa La aventura del hombre. Llegué a la Península hace más de veinte años y retomé la fotografía. En ese lugar me encontré con fotógrafos profesionales, equipos de filmación, biólogos y entusiastas, que me preguntaban qué otra cosa se podía ver en el país. Así fue como terminé organizando un viaje para la BBC de Londres, filmando caballos salvajes en un remoto rincón de Santa Cruz. Y a partir de entonces, con esa referencia, me llegaron otros pedidos. Hoy vivo de armar estas excursiones y filmaciones.

–¿Qué proyectos tiene para este año?
–Por suerte, ahora se empieza a abrir el horizonte, ya que 2020 y 2021 fueron años muy difíciles y con muy poco trabajo. En unos días viajo a España contratado para fotografiar, principalmente, al lince ibérico, pero aprovechando el viaje vamos a buscar buitres, lobos, cabras y gatos monteses. Luego regreso directamente a Península Valdés para las orcas. En el invierno, seguramente pase un par de meses en Patagonia, buscando pumas, y espero que vayan surgiendo otros trabajos y objetivos, ya que lentamente parece que el mundo se despereza.
–¿Qué puede decir sobre los animales con los que trabaja?
–Lo fundamental es que, como nosotros, son parte de la naturaleza y, como nosotros, viven de la naturaleza. Debemos respetarla para respetarnos a nosotros mismos, y no olvidarnos de que todo lo que necesitamos para vivir viene de ella. En cuanto a los animales que fotografío, cada especie tiene su receta y cada individuo de la especie tiene un comportamiento individual. Es importante saber entender su lenguaje corporal, su mirada, y actuar conforme a lo que esto nos dice. Nosotros también, para poder estar cerca, debemos tener un lenguaje corporal preciso. Si nos mostramos como posible presa, el depredador va a reaccionar como lo que es. Las orcas son las que más paciencia y tesón requieren porque las esperamos en la costa, y el mar es muy grande. Ellas deciden cuándo vienen, cuándo no y hasta cuándo. Los pumas requieren mucha caminata, aguzar la vista. Los yaguaretés, con todo su poderío, hoy son los más frágiles, por pelear mucho de su territorio con nosotros. Todos nos hacen estar en contacto con el viento, el calor, el frío, el polvo, y soportar muchas horas de nada.