El 3 de febrero de 1813 tuvo lugar uno de los enfrentamientos bélicos más importantes de nuestra historia: la batalla de San Lorenzo. Sin embargo, como suele suceder, la historia es un poco distinta que la contada en la escuela, en este caso, de la legendaria marcha creada por Cayetano Silva y con letra de Carlos Benilleli.
San Lorenzo, fue, entre otras cosas, la primera batalla ganada por el Regimiento de Granaderos a Caballo conducido por José de San Martín.
Por esas fechas, luego de la Revolución de Mayo, las fuerzas españolas instaladas en Montevideo se autoproclamaban como la continuación del Virreinato del Río de La Plata. En otras palabras, desconocían la efervescencia que había en Buenos Aires. Por ende, su objetivo era ir recuperando de a poco el peso en suelo argentino, a través de la conquista -y posterior saqueo- de puebladas en el Litoral.
San Martín, por entonces con el rango de Coronel, sabía de los riegos que implicaba el libre paso de los españoles por los ríos Paraná y Uruguay. Por eso mismo convocó a 150 granaderos para iniciar -sin entonces saberlo- la independencia latinoamericana.

Y pese al entusiasmo del líder, San Lorenzo fue, en realidad, un culto a la paciencia: los espías del militar habían alertado de la bitácora de la flota española. Sabían que entre fines de enero y principios del otro mes, el ejército europeo pasaría por Rosario. El Regimiento, por ende, avanzó sigilosamente rumbo a destino, aunque en el cambio alertaron que los rojos irían, primero, a San Lorenzo, un pueblito a pocos kilómetros para saquear el convento de San Carlos Borromeo.
Y el líder no dudó: decidió llegar unas horas antes a la localidad con la intención de sorprender el desembarco de los españoles. La orden era clara: sable en mano, sin ningún disparo.
Cuando febo asomó, los españoles ingresaron al convento. Los patriotas no dudaron. Atacaron. Todo el enfrentamiento duró, en realidad, menos de quince minutos. Y el saldo dejó más bajas para los europeos.
La victoria en San Lorenzo generó que el Regimiento comience a tener mayor prestigio, mejor preparación, nuevos recursos y, sobre todo, el ánimo y la moral capaces de formar hombres valientes que posteriormente sirvieron para armar los Ejércitos del Norte y de los Andes.
San Martín, por su parte, dejó por escrito que se recuerde el honor del correntino Juan Bautista Cabral, quien salvó al yapeyuano de una arremetida de los soldados españoles. Y hasta el día de hoy, los niños siguen enfatizando -al momento de cantar la Marcha- el honor al “gran Cabral”.
En la edición Nº 607, en la que se conmemoraba el Centenario de la Patria y que llegó a los kioscos el 21 de mayo de 1910, Caras y caretas dedicó seis páginas a la batalla de San Lorenzo. En la imagen que compartimos se puede ver una fotografía tomada desde la torre del convento y donde puede verse el lugar donde desembarcó la cuadrilla española. En la otra imagen, el croquis original de la batalla dibujado por el propio general San Martín y con unas anotaciones a mano en inglés por uno de sus lugartenientes, el general Miller.