
Lisandro de la Torre se interesó por la política al poco tiempo de recibirse de abogado y en 1890, a los 22 años, participó de la Revolución del Parque que enfrentó al roquismo. Si bien los resultados fueron adversos, ya estaba sembrada la semilla de lo que sería la Unión Cívica Radical y De la Torre permaneció desde entonces estrechamente ligado a uno de sus líderes, Leandro N. Alem. Así se convirtió en un referente de ese partido en Santa Fe y en 1893 asumió la jefatura de operaciones de esa provincia durante la Revolución Radical. En la revuelta, tras tomar la Jefatura de Policía de Rosario, se movilizaron hacia Santa Fe con gran apoyo popular. Pero en otras provincias sublevadas la suerte fue adversa y tuvieron que entregar el poder.
A fines de 1895 comenzó a dirigir un nuevo periódico llamado «El Argentino», que se fundó para promover un movimiento electoral contra la candidatura de Julio Argentino Roca. Sin embargo, en poco tiempo quedaría acéfalo el partido por la muerte de Aristóbulo del Valle y el suicidio de Alem, en julio de 1896. Se enfrentó con uno de los jóvenes del partido, Hipólito Yrigoyen, quien no accedió a aliarse con los mitristas para enfrentar a Roca. La disputa terminó con un duelo que ganó Yrigoyen.
Alejado del partido, De la Torre fundó en Rosario el diario «La República» y en 1908 formó un nuevo partido, la Liga del Sur, con una definición política de centro. Con esa boleta se convirtió en diputado provincial en 1911. Pero frente a las elecciones nacionales de 1916 se plantó sobre la derecha para enfrentar al radicalismo y fue candidato a presidente por el flamante Partido Demócrata Progresista, en fórmula con Alejandro Carbó. Quien ganaría las elecciones fue la misma persona que le había ganado el duelo años antes, Yrigoyen.
De la Torre, como diputado nacional, promovió proyectos de ley de fomento de las cooperativas y para la expropiación de frigoríficos extranjeros.
Luego se consumó el golpe de Estado contra el radical y, a pesar de que José Félix Uriburu le había propuesto la jefatura de gabinete, De la Torre se acercó a los socialistas y formó la Alianza Demócrata Socialista, que lo llevaría nuevamente a ser candidato a presidente.
Asesinato en en Senado de la Nación

En 1932 obtuvo una banca en el Senado de la Nación desde la cual denunció la entrega que hacía el gobierno de Agustín P. Justo en beneficio de Inglaterra, con ejemplos de corrupción como el monopolio del transporte, su injerencia en el Banco Central y la firma del pacto Roca–Runciman, que regulaba la compra de carnes a favor de Gran Bretaña. Otra denuncia de corrupción que hizo De la Torre implicó al ministro Federico Pinedo por acuerdos con el frigorífico Anglo.
“Estoy solo frente a una coalición formidable de intereses: estoy solo frente a empresas capitalistas que se cuentan entre las más poderosas de la Tierra; estoy solo frente a un gobierno cuya mediocridad, en presencia del problema ganadero, asombra y entristece”, reconocía el legislador, pero aun así estaba dispuesto a dar batalla.
Las denuncias que proliferaron motivaron la creación de una comisión investigadora del Senado, presidida por el propio De la Torre, quien presentó un informe con las conclusiones sobre los perjuicios causados a nuestro país el 27 de junio de 1935.
En este contexto, los debates en el Senado fueron escalando violencia hasta que el 23 de julio de 1935, el ministro Luis Duhau empujó a De la Torre y su compañero, Enzo Bordabehere, se acercó para protegerlo. En medio de la gresca, el ex comisario Ramón Valdez Cora, un matón del Partido Conservador, sacó un arma de fuego y le disparó a De la Torre, pero los tiros dieron en el cuerpo de Bordabehere y lo mataron. Luego, el gobierno central derrocó al gobernador de Santa Fe y De la Torre decidió dejar la política.
«Mucha gente buena me respeta y me quiere y sentirá mi muerte. Eso me basta como recompensa. No debe darse una importancia excesiva al desenlace final de una vida. Si ustedes no lo desaprueban, desearía que mis cenizas fueran arrojadas al viento. Me parece una forma excelente de volver a la nada, confundiéndose con todo lo que muere en el Universo. Me autoriza a darles este encargo el afecto invariable que nos ha unido. Adiós”. Esas fueron las palabras de la carta dirigida a sus amigos que dejó De la Torre el 5 de enero de 1939, tras tomar la decisión de dispararse en el pecho.

