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Caras y Caretas

           

PRESENTE, PASADO Y FUTURO

Con más de 104 años de existencia, el instituto es un símbolo de investigación y desarrollo científico de primer nivel. También constituye una herramienta soberana para implementar políticas de acceso igualitario a la salud.

Detectar el primer caso de covid-19, capacitar a laboratorios para descentralizar el diagnóstico por RT-PCR, la secuencia del genoma del SARS-CoV-2, la primera imagen del virus por microscopía electrónica, la técnica para detectar anticuerpos en plasma de convalecientes y la colaboración con ensayos clínicos para probar un suero equino son sólo algunos de los avances de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud “Dr. Carlos Malbrán” (más conocido como Anlis Malbrán) frente a la pandemia de coronavirus.

Por fuera de la coyuntura, el establecimiento, fundado el 10 de julio de 1916, nunca frenó sus múltiples líneas de investigación y acumuló hitos en sus 104 años de historia. Hoy, sus trabajadores consideran que el mayor de los reconocimientos fue la visita de Alberto Fernández el pasado 8 de abril: fue el primer presidente que recorrió el predio para dialogar con sus equipos.

El ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, recordó el rostro “lleno de felicidad y de compromiso” de los investigadores durante la comitiva oficial y, tras señalar que “el Malbrán es un orgullo del país porque tiene un capital humano increíble, entre trabajadores, técnicos y científicos”, dijo que la entidad sigue siendo “una bandera de lo que podemos hacer los argentinos”, algo que se evidenció con la pandemia, cuando capacitó a más de cien laboratorios en las distintas provincias para procesar muestras. “El instituto es, fue, sigue siendo y será un orgullo. Sentir esto no hace a ningún distingo político, sino que tiene que ver con la autoestima y la valoración que debemos tener los argentinos por instituciones como estas”, destacó.

En la misma línea, el viceministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, opinó que “la ciencia aplicada a la salud tiene su casa matriz en la Anlis Malbrán”. La definió como “un instituto indispensable, sede de grandes investigadores, de soberanía de producción de medicamentos, de vacunas y de pensamientos, que fue muy atacado y desfinanciado en la anterior gestión”. Pero “hoy se puso al frente en esta pandemia, como ya lo había hecho antes en cada una de las epidemias en nuestro país, y fue protagonista en la investigación, en el desarrollo, en la técnica y en el trabajo cotidiano, no sólo para el diagnóstico sino también para la validación e incorporación de nuevas tecnologías”, completó.

SALUD PÚBLICA

Más allá de los vaivenes políticos, “a los científicos del Malbrán no los motiva el bronce sino encontrar soluciones para la salud pública”. Así lo dijo el actual director de la institución, Pascual Fidelio, quien asumió su cargo el pasado 10 de marzo, apenas un día antes de que la Organización Mundial de la Salud declarara la pandemia del entonces nuevo coronavirus.

Es sus palabras, “estar hoy al frente no sólo es un privilegio y un honor, sino una enorme responsabilidad, porque la institución tiene más de cien años al servicio de la salud pública y por sus pasillos pasaron dos premios Nobel, Bernardo Houssay y César Milstein”. A la vez, “tuvo un papel clave desde su apertura para contener la epidemia de cólera, pero ya sin hablar de brotes o pandemias, cumple un rol vital en enfermedades instaladas, como tuberculosis, dengue, sarampión, toxoplasmosis y chagas, entre otras”, completó.

La institución nació por iniciativa del senador catamarqueño Carlos Gregorio Malbrán, quien impulsó una ley no sólo para crear el entonces llamado Instituto Bacteriológico, sino también el actual hospital Francisco J. Muñiz, ambos en homenaje a las víctimas de fiebre amarilla de 1856. Y si bien en 1904 se puso la piedra fundamental de la sede de la avenida Vélez Sarsfield, la construcción se prolongó hasta quedar inaugurada en 1916. A la Anlis también la componen otros centros, entre ellos el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Julio I. Maiztegui”, en Pergamino; el de Epidemiología “Dr. Juan Héctor Jara”, en Mar del Plata, y el de Enfermedades Respiratorias “Dr. Emilio Coni”, en Santa Fe.

MÚLTIPLES DESAFÍOS

Claudia Perandones, directora científico-técnica de la Anlis Malbrán y ex directora de la institución, trabaja en su sede central desde 1991 y estuvo presente cuando en 2009, para hacerle frente a la pandemia de gripe A H1N1, se creó la Red de Laboratorios de Virus Respiratorios –hoy protagonista– porque se comprendió que para afrontar ese escenario se debía trabajar de forma coordinada. “Si bien la situación de la covid-19 fue el mayor de los desafíos, estuvo lejos de ser el único. Sólo por nombrar los de la última década, estuvo el brote de estreptococo pyogenes de 2018, en el que se veía una mortalidad inusitada en algunos niños con angina, y el de hantavirus de 2019 en Epuyén, Chubut, que dejó un saldo de catorce fallecidos y para el cual el Malbrán confirmó la transmisión de persona a persona, estuvo a cargo de los diagnósticos por biología molecular e implementó por primera vez el concepto de ‘aislamiento respiratorio selectivo’”, hoy asumido pero entonces desafiante.

Por ello, resalta que más allá de la pandemia, el Malbrán no se detiene. “En materia de resistencia a antimicrobianos (o antibióticos), la Anlis tiene un rol crítico, ya que es la que realiza el control de calidad externo a nivel nacional y regional de Latinoamérica y el Caribe, y por ello recibimos cinco subsidios excepcionales de la Unión Europea y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)”, indicó Perandones. A su vez, el último 18 de junio los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) “reconocieron a un área de bacteriología especial como su aliado estratégico para el trabajo en bacteriología clínica, porque ambas instituciones comparten las bases de datos de todos los patógenos relevantes para la salud humana”.

Fidelio agregó que hoy “se siguen produciendo sueros antiveneno y efectuando diagnósticos de hepatitis y hantavirus; se continúa haciendo la vacuna BCG intravesical, y actualmente se está equipando al Instituto Maiztegui para volver a producir la vacuna contra la fiebre hemorrágica argentina, cuya producción se había discontinuado por dos años y se espera tenerla para principios de 2021”. Además, entre agosto y septiembre “comenzó un estudio sobre la fiebre amarilla en el interior del país”, comentó.

El Malbrán acarrea un fuerte significado simbólico para quienes lo constituyen. “Pondero al instituto desde mis tiempos de estudiante y más aún si se tiene en cuenta que desde 2002 estoy comprometido con la producción pública de soluciones para la salud humana”, remarcó Fidelio.

Perandones fue más allá. “Para mí, el Malbrán es como mi casa, con todo lo bueno y lo malo. No hay manera de disociar mi vida personal de la vida en la Anlis”, dijo, y agregó que apenas a cinco años de haber ingresado, atravesó eventos políticos, como las tomas y paros a fines de 1996 para evitar que se despidiera a compañeros, seguidos de “la Marcha de las Antorchas”, la suelta de globos negros y recitales solidarios, como el de José Ángel Trelles. “A mis 26 años, participé de una audiencia pública en el Congreso de la Nación para pedir que no se redujera el presupuesto, y eso te marca, te da una identificación muy fuerte con los objetivos de trabajo”, sintetizó.

Con un apoyo manifiesto a desarrollos científicos y tecnológicos, el Malbrán es hoy protagonista. “Ahora necesitamos una política sostenida en el largo plazo para pensar al instituto en la pospandemia; ver qué hacemos con lo aprendido en conformación de redes; trabajar más en genómica y en inteligencia artificial, con miras a tomar mejores decisiones, predecir algunas situaciones y no correr detrás de las enfermedades. Para ello, el apoyo del Ministerio de Salud es fundamental”, cerró Fidelio.

Escrito por
Celina Abud
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