Una de las maneras de repasar la historia de la radio es exhibiendo determinados personajes que fueron indispensables en la construcción de su sentido. Desde aquel 27 de agosto de 1920 hasta la actualidad, miles de profesionales y aficionados transitaron por innumerables estaciones de radio a lo largo del país dejando, algunos de ellos, significativas huellas para el medio. Intentaremos evocar a algunos, sabiendo que con un espacio finito y una creación humana subjetiva caeremos, indefectiblemente, en una enumeración que injustamente olvide a otras piezas importantes del sector.
Luego del histórico acontecimiento llevado adelante por los cuatro “locos de la azotea” y de la creciente cantidad de emisoras fundadas en la década del treinta, llegaría la época de oro para la radiofonía argentina centrada en los radioteatros y los programas de humor. En estos años se destacarían históricos como Luis Sandrini, con su personaje “Felipe”, o Martín Zabalúa con “Don Pedro” en Los Pérez García. Otro inolvidable que hizo su aparición a fines de la década del cuarenta fue Antonio Carrizo. Apenas llegado de General Villegas, su pueblo natal, fue evaluado por el jefe de locutores de Radio El Mundo y lo incorporaron de inmediato. En pocos años ocuparía el cargo de jefe de programación de la emisora.
Apenas iniciada la década del 50, con un enérgico contexto de debate político y discursivo, un personaje sobresaliente y disruptivo penetró en la radio: “Mordisquito”. Oscar Bosetti, profesor, investigador e historiador de la radio argentina, lo describe con claridad: “Este personaje, en la voz de Enrique Santos Discépolo, pone de manifiesto como pocas veces el compromiso político. Ese espacio, previo a las elecciones de 1951, tenía el único objetivo de buscar la reelección de Perón con un personaje que interpelaba al opositor. Es digno de mencionar porque allí aparece la militancia, pero también la pasión por la palabra. En 39 programas se elaboró una serie de argumentaciones que exponían motivos por los cuales esa nueva Argentina que se estaba construyendo no debía frenarse”.
En los años sesenta, con un giro de la radio orientada hacia la información y la música, surge otro referente que se mantiene vigente: Héctor Larrea. Con su programa Rapidísimo, al aire durante más de treinta años, propuso innovaciones en los formatos explorados hasta el momento, comenzando por su duración de apenas 30 minutos, pasando por los diversos estilos musicales y finalizando con una participación destacada de los oyentes, algo impensado a fines de los sesenta.
Desde lo periodístico, para Bosetti existen otros dos referentes infaltables. Aunque se hayan iniciado en épocas distintas, luego confluirán trabajando juntos: Ariel Delgado y Eduardo Aliverti. “El primero en Radio Colonia, desde Uruguay, contaba lo que desde acá no se podía en tiempos posteriores al golpe de 1955; especialmente en materia de represión y terrorismo de Estado. El segundo haría un camino similar pero dentro de la Argentina en la primerísima mañana de Radio Continental. Con su programa Sin anestesia daría cuenta de información que no era habitual escuchar en radio”, comenta. Por último, en este lote es imposible no mencionar al gran Víctor Hugo Morales. Para Gustavo Campana, actual subdirector ejecutivo de Radio Nacional, Víctor Hugo fue clave en dos márgenes: “Por un lado, al incorporar la poesía a un lenguaje descriptivo de alta velocidad, como es el de un relato futbolístico, y por otro, un incomparable analizando la realidad y procesándola con gran honestidad intelectual, incluso para retroceder sobre sus errores”.
Otros dos protagonistas que pueden analizarse con continuidad temporal son Juan Alberto Badía y Lalo Mir. El primero, con Graciela Mancuso en Radio Del Plata; el segundo, en dupla inolvidable con Elizabeth Vernaci, ocupando el hueco que dejó vacante Badía en la misma emisora. Lalo y Vernaci en 9 PM, para Bosetti, lograron un estilo fresco y desfachatado que sirve para entender lo que posteriormente sería la Rock & Pop. Este perfil transgresor, enmarcado en los últimos meses de dictadura, fue sumamente valioso para mantener al joven oyente de ese horario. Puede mencionarse, aquí también, a Mario Pergolini, consecuencia de esa emisora y quien en la actualidad lleva adelante Vorterix, un proyecto pensado para enfrentar los tiempos de convergencia digital, un gran espacio donde la radio concentra sonido, imagen e interacción.
Por último, el Negro Dolina es de los que no puede faltar en cualquier homenaje a la radio argentina y otro de los responsables de que parte de la juventud siga fiel a este medio. “Logró recuperar mucho del estilo de Discepolín. Su sello es ir generando el espacio de la narración a partir de una leyenda, un personaje o situaciones de la vida cotidiana, gracias a su capacidad narrativa y su improvisación. Es un creador de historias”, agrega Bosetti, autor de La radio en Argentina (2007) y Radio Nacional. Las maneras de hablar de un medio público (2010), entre otros.
CUANDO LA DABAN POR MUERTA…
Merece un párrafo aparte la participación de un actor que en los momentos más amenazantes para la radio, con la llegada de la televisión en los años cincuenta y su posterior popularización, concibió que la salida estaba en la reconversión del formato y estructura de los programas. Jorge “Cacho” Fontana fue quien entendió qué y cuándo debía hacerse para enfrentar a semejante gigante.
“Es el que pensó la radio como canal informativo para pelearle, de alguna manera, a la televisión. Es el que mostró que era necesaria una radio de ronda y de móvil. Un tipo que nos marcó a todos, no estoy refiriéndome al contenido, sino al envase de la radio”, asegura Campana, además, historiador y archivista sonoro.
En la misma línea lo describe Bosetti: “Fue el que introdujo el magazine en el horario matutino, pero con los condimentos que la radio precisaba en ese momento: información, humor, música y dinamismo. Cuando se fundan los canales privados, en 1960, se llevan buena parte de los elencos exitosos de la radio, por ende, esta tiene que reorganizar su programación de 24 horas, y lo primero que hace es preguntarse ‘¿qué hacemos con la mañana, donde la televisión no funciona?’. Así aparece la revista, el magazine y Fontana show”.
Arbitrario, subjetivo o caprichoso puede ser este repaso onomástico de la radio argentina. Algunos nombres de referencia pudieron haber quedado inmerecidamente en el camino, pero seguro, u ojalá, no tantos como los que la radio del futuro nos continuará regalando.