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Caras y Caretas

           

Israel y Palestina en la Argentina

Las ediciones vespertinas de la prensa argentina coincidieron en dedicar sus portadas del 5 de junio de 1967 al inicio de una nueva contienda entre los países árabes e Israel. El diario El Mundo, por ejemplo, describiría una escena que fue ilustrativa del impacto que el episodio bélico tuvo en el espacio público: “Las brumas de la mañana porteña fueron súbitamente atravesadas por estremecidos despachos: la guerra había estallado; la destrucción y la muerte volvían bruscamente como un destino olvidado pero inevitable. Por cierto, en Vietnam hay guerra desde hace tiempo. Se sabe, se discute. Pero de alguna manera Vietnam está más lejos en la geografía física y quizás también en la de las emociones de Buenos Aires”.

Como sostenían las diversas crónicas periodísticas sobre esta guerra, conocida como la de los Seis Días, el inicio de las acciones beligerantes afectó la sensibilidad de un amplio universo de actores. La calle Florida, en la ciudad de Buenos Aires, donde recalaban las redacciones de muchos de los periódicos nacionales, era un gentío que aguardaba la actualización de los cables de noticias que llegaban procedentes desde Medio Oriente. Las crónicas coinciden en señalar los acalorados debates y las escaramuzas producidas entre los partidarios de Israel y quienes apoyaban a los países árabes.

La referencia a esta guerra permite ponderar que la sensibilidad que el conflicto árabe-israelí despierta en la agenda pública nacional está lejos de ser un rasgo exclusivamente contemporáneo. Muy por el contrario, es posible rastrear hasta la segunda mitad de la década de 1940 los argumentos y narrativas que hicieron del conflicto entre árabes, palestinos e israelíes uno de los temas recurrentes del debate intelectual y político argentino. Como muestran algunos trabajos en torno a los debates parlamentarios y las fricciones entre representantes diplomáticos, las tensiones comenzaron en 1947, cuando se propuso la partición de Palestina en la Organización de Naciones Unidas.

CONSIDERACIONES ESTRATÉGICAS

La abstención argentina en la votación de aquel organismo fue el resultado de consideraciones estratégicas del primer gobierno peronista, que prefería no confrontar con Gran Bretaña ni enemistarse con los países árabes. Sin embargo, como muestran los trabajos de Raanan Rein, aquel voto argentino no constituyó la confirmación del imaginario antijudío atribuido a la figura de Juan Domingo Perón. Muy por el contrario, el vínculo diplomático, político y comercial entre la Argentina e Israel tuvo una temprana inauguración, que se materializó no solo en el reconocimiento del Estado israelí y el envío de representantes diplomáticos, sino también en la firma de acuerdos comerciales entre ambos países. Al menos hasta el desarrollo del “affaire Eichmann” en 1960, los vínculos entre ambos países fueron incuestionablemente armoniosos.

Desde entonces, fueron muchos y significativos los actores que se manifestaron frente a cada jalón del conflicto en aquella porción pequeña del planeta: organizaciones étnico-nacionales y religiosas, partidos políticos y organizaciones sociales, intelectuales y artistas, agentes estatales y funcionarios de diversas representaciones diplomáticas. El sesgo ideológico también fue amplio: desde organizaciones nacionalistas de derecha –algunas declaradamente antisemitas, otras filoárabes– hasta las izquierdas tradicionales –como el Partido Comunista– y de la Nueva Izquierda desde los años sesenta. Un recorrido por el repertorio sería inagotable, pero para comprender la relevancia que el tema ha tenido en el debate político y cultural pueden resultar ilustrativos dos ejemplos. En 1967, remozando lo que fueron los comités antifascistas de la década de 1930, se promovió una “Comisión Argentina de Apoyo a Israel Agredida” que integraron figuras de renombre, como Alfredo Alcón, Adolfo Bioy Casares, Pepe Biondi, Jorge Luis Borges, Silvina Bullrich, Arturo Capdevila, Bernardo Canal Feijóo, Dardo Cúneo, Américo Ghioldi, Eva Giberti, Arturo Illia, Alicia Moreau de Justo, Mirtha Legrand, Ulyses Petit de Murat, Enrique Pichon-Rivière, Federico Pinedo, Carlos Sánchez Viamonte, Luis Sandrini y Silvano Santander, entre otros. Por el otro lado, en 1971, el dirigente peronista Andrés Framini lideró el “Comité Justicialista de Solidaridad con la Palestina Libre” junto a JuanGispert, José Caher, Jorge Greco, Héctor Capelli, Marta Curone y Manuel Rosato, entre otros.

Este universo de actores se vinculó con organizaciones étnico-nacionales y religiosas de las comunidades árabe y judía en la Argentina. Mientras que la participación de los judíos se vehiculizó a través de movimientos juveniles y organizaciones sionistas –entre ellas, la Delegación de Asociaciones Israelitas de Argentina (DAIA)–, también hubo sectores disidentes con la defensa del accionar israelí, como la de la Federación de Entidades Culturales Israelitas (ICUF). Por el lado de la comunidad árabe, la movilización fue liderada por distintas organizaciones según los años: entre la década de 1950 y 1960 la representación de la Liga Árabe en la Argentina, comandada por Hussein Triki, y desde fines de aquella década y hasta los primeros años ochenta, tendría mayor relevancia la Fundación Argentino-Árabe gestionada por Saad Chedid, quien años después fundaría la Cátedra Libre “Edward Said” en la Universidad de Buenos Aires. A su vez, desde mediados de la década de 1970 emergería la Federación de Entidades Palestinas de la República Argentina, de la que participarían originariamente muchos de los exiliados de origen palestino de la dictadura chilena.

DEBATES Y PERSISTENCIAS

La amplia participación de actores en estos debates y la persistencia que el conflicto tiene en las “emociones” en nuestro país, como sostenía el cronista de El Mundo, podrían ser la consecuencia de diversos escenarios convergentes: en primer lugar, la presencia en nuestro país de una amplia comunidad de inmigrantes, tanto judíos como árabes, de diversas procedencias nacionales. En segundo término, la temprana configuración de una “cuestión judía” en el debate público en tanto ponderación sobre la complejidad del proceso de integración de los inmigrantes en la sociedad nacional. En tercer término, los modos en que los debates sobre el acontecer internacional permitieron construir vectores de entendimiento e intervención en la arena política nacional –como cuando, por ejemplo, se identificó al peronismo como una especie de nazismo criollo–. Finalmente, en los modos que se configuró el escenario político en el contexto de la Guerra Fría y la emergencia de una narrativa antiimperialista o tercermundista que sirvió para simplificar lo que acontecía en Medio Oriente.

Escrito por
Emmanuel Kahan
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