Acompañando a Tristán Bauer en un viaje a nuestras islas Malvinas para filmar Iluminados por el fuego, conocí a Néstor Kirchner en Río Gallegos, en junio de 2001. El entonces gobernador de Santa Cruz reflejó apasionadamente en ese encuentro su amor y compromiso malvinero.
Poco tiempo después llegó a la Presidencia, y su mirada patagónica, que incluía la lucha por la causa Malvinas, fue una de sus prioridades.
Desde el inicio de su gestión, Néstor Kirchner sostuvo y reafirmó esa militancia malvinera. En el discurso de asunción, del 25 de mayo de 2003, no dejó dudas sobre cuál sería su orientación en la cuestión Malvinas: “Venimos desde el sur de la patria, de la tierra de la cultura malvinera y de los hielos continentales, a sostener inclaudicablemente nuestro reclamo de soberanía sobre las islas Malvinas”. Allí manifestó que era “un objetivo irrenunciable del pueblo argentino y una política de Estado”.
Más tarde, en su primera gira internacional, se reunió en Londres con el entonces primer ministro británico, Tony Blair, a quien le planteó sin tapujos la necesidad de continuar las negociaciones sobre la soberanía de nuestras islas. Era la primera vez, desde el final del conflicto bélico de 1982, que un presidente argentino llevaba ante un primer ministro inglés ese reclamo. Poco días después, en su discurso ante la Asamblea General de la ONU, reiteró ese llamado al Reino Unido a responder de manera afirmativa al reclamo de reinicio de las negociaciones bilaterales.
A mediados de 2004, introdujo en la causa Malvinas una modificación que cambiaría el paradigma vigente con el Reino Unido, renunciando al llamado “paraguas de soberanía”, acordado en 1989 entre la administración de Carlos Menem y el gobierno británico, que había congelado todo reclamo de la Argentina bajo pretexto de mejorar las relaciones económicas entre ambas naciones. Y tiempo después, la inclusión de las Malvinas como territorio británico en el texto de la Constitución de la Unión Europea incitó una queja diplomática de la Argentina ante el Reino Unido y la propia comunidad europea.
En octubre de 2004, en la Casa de Gobierno, en un discurso dedicado a los ex combatientes, nos dijo: “Yo los vi llegar al sur para ir a dar la batalla por la patria; el olvido permanente al que fueron sometidos y al que fue sometida la causa de Malvinas con aquella famosa teoría que decía que había que desmalvinizar el corazón de la patria, cuando si se hubiera tenido identidad nacional y la calidad de saber lo que es el ser nacional se hubiera tomado con toda fuerza el sentido de la guerra de Malvinas y de quienes fueron allí a luchar, que no fueron a una guerra por una guerra, no fueron a servir a un gobierno nacional determinado, sino que fueron a servir a esa causa tan noble, que es la causa de la soberanía nacional de la patria, de la dignidad nacional, por la que los argentinos estamos eternamente reconocidos. Malvinas es una bandera irrenunciable e inclaudicable que nunca habremos de bajar, la defenderemos en todos los foros que tengamos que defenderla. Y la llama viva de Malvinas son ustedes”.
Continuando su legado, Cristina Fernández de Kirchner, en el acto del 2 de abril de 2013 en Puerto Madryn, dijo “la patria es el otro”, planteando una construcción social y política desde lo colectivo, en la cual Malvinas adquiere una trascendencia fundamental. Hace pocos días, bajo el título “Filosofía, Malvinas y otredad”, el filósofo Darío Sztajnszrajber brindó una charla virtual en el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, donde planteó el reconocimiento de la existencia de “un otro” distinto que, atravesado por la transversalidad que tiene la causa Malvinas, nos interpela frente a miradas antagónicas, grietas y disputas que nos diferencian, pero también nos unen. Para Sztajnszrajber, “pensar en el otro nos permite pensar en cómo mejorar un orden social”.
Octavio Paz define la otredad como esa necesidad de encontrar lo perdido y buscar un complemento de lo que nos fue separado. En ese territorio que nos pertenece y reclamamos, Néstor trató de recuperar lo que nos une, nos identifica y fortalece como pueblo. Por eso entendió que un país más justo incluye, necesaria y obligadamente, a Malvinas.