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Caras y Caretas

           

ES CON TODOS

Tanto desde el Ejecutivo como desde el Congreso, Néstor Kirchner impulsó múltiples medidas y legislaciones para la restitución y ampliación de derechos. A continuación, un repaso de las más determinantes.

Un caleidoscopio de imágenes que se suceden sin ningún orden narrativo, temporal o lógico. Estética de videoclip, edición en velocidad, cortes o fundido a negro. Con las herramientas del lenguaje audiovisual podríamos enumerar una serie de escenas, a saber: 1) un presidente levanta el brazo y ordena, como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, que se retire un cuadro del dictador Jorge Rafael Videla que había permanecido intacto, durante veinte años de democracia, colgado en las paredes del Colegio Militar; 2) el presidente anuncia desde el Salón Blanco de la Casa Rosada el desembolso, en un pago único, de toda la deuda que la Argentina mantenía con el FMI, y el país se libera así del monitoreo permanente de las políticas públicas; 3) desde el mismo salón de la Casa de Gobierno, una jefa de Estado informa que el Ejecutivo enviará al Congreso un proyecto de ley para reestatizar las jubilaciones, crear el Sistema Integrado Previsional Argentino (a partir de entonces, SIPA), capitalizar la Anses con el Fondo de Garantía y Sustentabilidad y, de ese modo, poner fin a las AFJP, que, administradas por los bancos, obtenían ganancias con los ahorros del pueblo argentino; 4) (pero podríamos seguir mucho más), desde las instalaciones de la propia Anses, la presidenta comunica la puesta en marcha de la Asignación Universal por Hijo (AUH), protección social que en pocos años alcanzará un estatus transversal hasta ahora respetado por toda la dirigencia argentina.

La sucesión de situaciones de ese compilado visual debería incorporar al mismo presidente del inicio del relato, que, ya con el mandato cumplido y en el estreno de su nueva función de diputado, se sienta por primera vez para votar en el recinto de la Cámara baja. Ocupa una banca a la derecha del jefe del bloque, el rosarino Agustín Rossi. Levanta la mano derecha para que registren su voto. Se lo ve serio. Sabe que para aprobar ese proyecto en el Congreso se tuvo que trabajar mucho. Incluso se invitó a formar parte de una gira presidencial por China a dos senadoras –de convicciones conservadoras en algunos aspectos de la vida y cercanas a la jerarquía de la Iglesia católica pero, al mismo tiempo, ligadas al entonces oficialismo– para poder alcanzar el resultado favorable de 33 a 27. Y ahora llega el momento del recuento en Diputados. La cosa está hecha, el proyecto de matrimonio igualitario es ley: 126 a favor, 110 en contra. Néstor Kirchner entonces sonríe y tira un besito a las gradas del Palacio Legislativo. Sobre la avenida Entre Ríos, entrada la madrugada, se desatan los festejos: la bandera multicolor del Orgullo flamea por el aire como en el agite de un concierto de rock.

DERECHOS SOCIALES

La saga de escenas del videoclip debe interrumpirse en algún punto, pero el simbolismo está claro: no es un eslogan de marketing electoral ni una mera frase en ocasión de campaña sostener que los tres mandatos del proceso político que inició y al que le dio nombre Néstor Kirchner y que luego continuó Cristina Fernández (2003-2007, 2007-2011, 2011-2015) estuvieron caracterizados por la inclusión social y la restitución y ampliación de derechos. Derechos humanos, derechos sociales, nuevos derechos en materia de igualdad.

Para capturar un momento iniciático del objetivo transversal de ampliar derechos desde todas las áreas del Estado, la revisión histórica debería remontarse al día en que el abogado Eduardo Luis Duhalde se acercó a Kirchner para entregarle un documento en el que proponía cómo implementar, en la Argentina pos-Convertibilidad, un proyecto integral de políticas públicas de derechos humanos. El gobernador de Santa Cruz ya había anunciado su intención de competir por la presidencia, pero era un perfecto desconocido para la mayoría. Cuando Kirchner quedó revestido como presidente electo se comunicó con Duhalde, el famoso abogado de presos políticos, y le dijo: “Bueno, vos diseñaste esta política, ahora hacete cargo de llevarla adelante”.

La agenda de Kirchner sorprendió y al mismo tiempo desarmó ciertas dudas que inicialmente circulaban entre los organismos de derechos humanos. Tras asumir, se inspiró en algunas propuestas para reformar la Corte, desplazó a la mayoría automática del menemismo y avanzó con las políticas de Memoria, Verdad y Justicia. Con su nueva conformación, el máximo tribunal consideró que las leyes eran inconstitucionales. Lo mismo respecto de los indultos.

LEYES DETERMINANTES

La voluntad de incluir y ampliar derechos no se iba a limitar a los crímenes imprescriptibles cometidos por la dictadura. En el período 2003-2015 se impulsaron y se sancionaron leyes como la de Migraciones en el marco del programa Patria Grande (2003); de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (2005); de Matrimonio Igualitario (2010); de Identidad de Género (2012); de Servicios de Comunicación Audiovisual (2009), y de Despenalización de Calumnias e Injurias (2009), entre otras iniciativas que avanzaron en un sentido de igualdad o que atendieron a una problemática pendiente en materia de DD.HH.

La inclusión social, el otro pilar de una política que apuntaba a promover el consumo (ya sin las restricciones que imponía el FMI), tuvo como estructura clave a la Anses repotenciada: junto a la Asignación Universal se pudieron desplegar medidas y programas como la moratoria previsional, el régimen laboral para trabajadoras domésticas, Conectar Igualdad, Procrear, Asignación por Embarazo, Progresar y otras tantas iniciativas que pasaron a convertirse en el ADN identitario del kirchnerismo.

Escrito por
Martín Piqué
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