La medicina tuvo una transformación extraordinaria en los últimos cien años. Desde las enfermedades que acechaban hasta los métodos para enfrentarlas. Vacunas que hoy se encuentran en el Calendario Nacional de Vacunación eran inventos extraordinarios. Y a pesar de que hoy todavía perdura un pequeño grupo de trasnochados antivacunas, a principios del siglo XX la lucha por terminar con las grandes enfermedades incluía la necesaria información sobre el valor de la medicina de la que muchos descreían. Como ejemplo, podemos mostrar la campaña de vacunación de la viruela en los conventillos porteños a comienzos de 1901. La campaña alcanzaba a mil niños por día. Otro ejemplo tiene más contacto con el presente y está documentado en nuestra edición del 6 de diciembre de 1919 para enfrentar la llamada “gripe española”. Por esta misma pandemia, encontramos la nota del 2 de noviembre de 1918 en la que se muestra el “cierre de teatros y cinematógrafos”, algo similar a lo que sucede en estos tiempos de aislamiento social. Otra campaña de salud pública es la publicada el 5 de agosto de 1939 para enfrentar la tuberculosis, que parece ser casi una promoción publicitaria del entonces gobernador bonaerense Manuel Fresco.
Para el final, una curiosidad. Una intensa ola de calor atacó al país en los primeros días de febrero de 1900. Sin aire acondicionado ni ropas frescas, las barras de hielo eran lo único que existía para mitigar el riguroso clima. La Asistencia Pública no podía contener a todos los necesitados de atención y muchos se desplomaban en las calles. Las ambulancias no podían salir en socorro porque hasta los caballos eran víctimas de los golpes de calor. Después de un par de días, sobre el fin de semana llegaron las lluvias y el alivio.