El capitán Héctor Pedro Vergez fue el jefe todopoderoso del centro de detención clandestino La Perla, en Córdoba. Pero al igual que Videla, en 2003 comenzó a sentir que sus días de impunidad se terminaban.
La liberación de los detenidos políticos de la cárcel de Villa Devoto fue también una oportunidad para que algunos presos comunes escaparan. Esta es la historia de François Chiappe.
Jorge Bergés era médico pero, sobre todo, un asesino. Fue el encargado de hacer parir en los campos de concentración y obligaba a limpiar la placenta a las mujeres que acababan de dar a luz. En 1996, un atentado lo dejó paralítico.
María Elena Walsh, Nacha Guevara, Norman Briski, Isabel Sarli, Rodolfo Walsh y el comisario Albero Villar. Todos forman parte de una misma historia que mezcla arte, Triple A y senos en aquellos tumultuosos años setenta.
José Hernández se encontraba escribiendo el Martín Fierro en la habitación de su alojamiento porteño cuando un crimen, en ese mismo lugar, desvió su atención.
En el mismo momento en que la juventud maravillosa se acercaba a Gaspar Campos a vitorear a su líder, a pocas cuadras de allí la policía enloquecía tratando de atrapar a un asesino serial.
Leonardo Favio fue el locutor del fallido escenario que aguardaba el regreso del general Juan Perón, el 20 de junio de 1973. Allí conoció a un integrante de la Triple A que supo salvar la vida de su ex mujer, María Vaner.
Además de escritor, Manuel J. Castilla era periodista. En cierta ocasión, acompañado por su socio Leguizamón, se vieron obligados a resolver un crimen.
El temible José López Rega le hizo una oferta que no podía rechazar. Ante esta situación, Quino se “exilió” en Italia.
Antes de convertirse en un famoso cantante de tangos, Gardel solía ganarse la vida con artilugios non sanctos. Sus contactos políticos le permitieron borrar su prontuario.