Los mejores años de Carlos Gardel como cantante coinciden con el esplendor de Caras y Caretas. Las décadas del 20 y el 30 fueron trascendentales en la construcción del mito del Zorzal Criollo. Pero fue recién a partir de 1933, con la consolidación del triunfo gardeliano en Europa y Estados Unidos, el éxito de sus películas y el crecimiento de su figura como galán-cantor, que Gardel pasa de los avisos de álbumes a tener su propias notas en la revista. En las publicidades de los discos de la empresa Max Glücksmann para la que trabajaba el Morocho del Abasto se nota que él encabeza todos los rankings de ventas. Siempre está al tope de los artistas publicitados, por encima de figuras como Charlo, Lola Membrives, Roberto Firpo, Ignacio Corsini o Francisco Canaro.
Gardel salió de gira por última vez el 7 de noviembre de 1933 y ya no volvería a la Argentina. Primero pasó por Europa, pero su trascendencia llegaría con su estadía en Nueva York, primero a través de la radio y luego con los contratos que firmaría con la Paramount para la realización de películas. Una de ellas, Cuesta abajo, fue muy criticada por nuestra revista. Sobre todo por la poca capacidad de Gardel como actor. Parece que nadie es profeta en su propia tierra. Las películas estadounidenses del Zorzal terminaron por consolidar un fenómeno de idolatría popular en el público de habla hispana, completamente inusual para la época. La gardelmanía se extendió por Latinoamérica. El 28 de marzo de 1935, Gardel inició una gira por Puerto Rico, Venezuela, Aruba, Curazao, Colombia, Panamá, Cuba y México. Lo acompañaban Le Pera y sus guitarristas Barbieri, Aguilar y Riverol. El 2 de junio, los artistas llegaron a Colombia. El 24, cuando partía del aeropuerto de Medellín rumbo a Cali, Gardel y otros seis pasajeros fallecieron cuando su avión chocó en la pista con otro que también estaba despegando. En total fueron 17 muertos. Solo hubo tres supervivientes, entre ellos, el guitarrista Aguilar.
La cobertura del accidente ocupó varias páginas de la edición de Caras y Caretas del 13 de julio de 1935. Fotografías de la gira, de Gardel en Bogotá y Medellín junto a sus artistas e impactantes imágenes de los aviones siniestrados y de los cadáveres apilados sobre la pista de despegue inundaron las páginas de la revista. Ocho meses después, en la edición del 15 de febrero de 1936, cuando el cuerpo de Gardel llegó finalmente a Buenos Aires, la revista cubrió todas las alternativas del velorio realizado en el Luna Park y del impactante cortejo fúnebre que por la avenida Corrientes llegó hasta el entonces Cementerio del Oeste (actual Chacarita), acompañado por una multitud de 80 mil fanáticos que desbordaron todas las previsiones.





