De 2016 en adelante surgieron de forma escalonada una serie de propuestas que renovaron la oferta radiofónica para jóvenes, un segmento que por años había sido desatendido por el medio. “Hubo una gran falencia en cómo construir contenidos que les hablaran a las franjas etarias más bajas”, señala Agustín Espada, magíster en Industrias Culturales. Julián Marini, coordinador de la carrera de Producción de Éter, considera que la falta de recambio generacional delante de los micrófonos formó también parte del descuido: “Cuando gente vieja le quiere hablar a gente más chica se nota. No hay ninguna virtud en ser viejo o joven, pero hay que saber correrse y dejar que otros les hablen a las nuevas generaciones”. Futuröck, Oktubre FM, parte de la grilla de Vorterix, Congo, El Destape y la actual Nacional Rock son algunos de los proyectos que interpretaron las necesidades de estas audiencias y volvieron a acercarlas al hábito de la escucha a través de un nuevo código artístico y discursivo.
“Había una generación de jóvenes involucrados con el presente y el futuro de su país, y estaban faltando contenidos comprometidos de parte de las radios”, asegura Julia Mengolini, directora de Futuröck. Fundada tras el vaciamiento de la anterior gestión de Nacional Rock y sostenida por el aporte económico de una comunidad de oyentes, la estación online se consolidó en cuatro años como uno de los medios referentes de la juventud. “El primer año de macrismo fue devastador. Ahí es donde nace Futuröck. Supimos leer la época y transmitirla por radio”.
En febrero de 2019 nació una radio que trajo consigo el sonido de lo nuevo. Hecha por y para jóvenes, Oktubre FM amplifica lo que sucede en la escena del hip hop y el indie local. “No hablamos de las distintas movidas musicales como si fueran fenómenos que nos son ajenos, como sucede en otros medios, sino que lo hacemos desde adentro porque nos sentimos parte del movimiento –remarca Moira Memma, conductora de la emisora–. Eso se nota en las entrevistas que hacemos”. Del más popular al más emergente: todos los proyectos pasan por la 89.1, frecuencia que refleja la banda de sonido de una generación.
En tiempos de ebullición tecnológica, Vorterix se distingue dentro del ecosistema mediático como una señal innovadora. La implementación de la imagen al servicio de los contenidos sonoros le otorgó a su programación un valor agregado. “La puesta de Vorterix es increíble y eso se nota con la llegada de diversas plataformas que nos hacen dar cuenta de que lo audiovisual es lo que va”, sostiene la locutora Sofía Carmona. “Reinventar los contenidos adaptándolos a las oportunidades que nos va dando la tecnología responde al desafío que tiene nuestra generación”, continúa. Generación perdida –el ciclo que conduce con Santiago Maratea–, Últimos cartuchos y ¿Qué mierda es esto? captaron la atención de un público sub-30 que no acostumbraba escuchar radio y hoy consume sus secciones de forma sincrónica o en diferido.
Otras de las emisoras que no pueden pasarse por alto son las comunitarias y escolares que, por fuera del mainstream, proponen históricamente productos de calidad en todo el país. Tampoco a las radiofórmulas, de las más elegidas por este sector en el presente pero también desde hace ya muchos años.
HISTORIA DE UNA RELACIÓN
Y es que el vínculo entre el medio y las juventudes data de décadas: comenzó con música en los 70 y siguió más tarde con programas que, constituidos en la apertura democrática, fueron la génesis de lo que se conoce como radio hablada.
El tren fantasma (Rivadavia), El submarino amarillo (Del Plata) y Demasiado tarde para lágrimas (El Mundo) fueron algunos de los ciclos que interpelaron a los jóvenes en los 80. Lo propio hizo la Z95 –FM de Del Plata– de 1988 a 1990. Ya en los 2000, Metro pisó fuerte en el dial e instaló un código identitario a partir del estilo de sus conductores. Es ineludible, además, destacar la aparición de la Rock & Pop en 1985. Con un tono transgresor y desenfadado, la FM logró traducir artísticamente el registro de la calle. ¿Cuál es?, con Mario Pergolini; Cucuruchos en la frente, con Fernando Peña, y Tarde Negra, con Elizabeth Vernaci, fueron los hitos de una emisora bisagra a nivel discursivo.
“Impusimos el estilo de la AM, donde los programas eran más gritones, charlados e informales”, describe Lalo Mir al referirse al ciclo que cambió para siempre la historia de la radiofonía argentina: Aquí Radio Bangkok. El programa, que fue parte de aquella Rock & Pop de 1987 a 1989, se armó sobre la base de 9 PM, proyecto que el conductor había encabezado junto a Vernaci en Del Plata. “Teníamos una audiencia joven con hambre y con sed de cosas nuevas y un poco de locura”, recuerda Mir. Junto a Bobby Flores, Quique Prosen y Douglas Vinci, terminó de darle forma a una propuesta arriesgada que puso al lenguaje radiofónico en función del delirio.
En la actualidad, se lo puede ver a Lalo incursionar en el mundo de las transmisiones de Instagram. Atento y aggiornado a las nuevas disposiciones tecnológicas, el locutor entiende también a esta como una posibilidad concreta para desarrollar el oficio: “El criterio de la radio es la transmisión de la voz a la distancia y que pueda ser escuchada por una masa. Mientras llegue la voz, para mí es radio”.
Los cien años encuentran a la radio en proceso de transformación. El reto que se les presenta a las emisoras en este escenario de convergencia es entender a las audiencias actuales. “Es necesario incursionar en nuevas plataformas a través de las cuales llegar a los usuarios”, indica Espada. La convergencia del medio está ligada a los nuevos hábitos de consumo, cada vez más orientados a la modalidad on demand. “Sostener un dispositivo congelado en el tiempo es absurdo. La radio no va a morir, porque lo importante es el lenguaje radiofónico. La mirada romántica y el querer que perdure tal como la conocemos es lo que la puede matar”, concluye Marini. En ese sentido, los casos de Futuröck, Oktubre FM y Vorterix resultan destacables no sólo por sus contenidos, sino por su manera de distribuirlos. Junto a otras emisoras llegaron al éter para brindar un aire fresco.