PJ HARVEY
Desde su aparición a finales de los 90, PJ Harvey demostró que era cosa seria. No sólo ofrecía una voz cautivante, capaz de articular técnica, transmitir emociones diversas y romperse en pedazos. También tocaba la guitarra con autoridad y creaba melodías atrapantes. Pero además –y quizás todavía más importante– era capaz de desarrollar una mirada del mundo singular. Pasó por el desafío de un feminismo casi exhibicionista, su etapa de cronista de desencantos amorosos, criticó las miserias de la sociedad inglesa y hasta el sinsentido de la dirección de la humanidad, entre otras obsesiones. En I Inside the Old Year Dying utiliza poemas propios en el dialecto Orlam para plantear asuntos y personajes como Jesús, Elvis, la vida y la muerte. Todo eso con canciones de estructuras mínimas, a mitad de camino entre el folk de Neil Young y cierto avant garde minimalista –gran aporte de John Parish, como siempre–, con su voz cada vez más conmovedora, y un uso recurrente y efectivo del falsete. Se trata de doce canciones que son mucho más que canciones. Constituyen un viaje a un mundo casi onírico, por momentos oscuro y siempre en diálogo con las formas más profundas de la belleza.