La frase le pertenece al diputado y abogado de presos políticos Rodolfo Ortega Peña, quien fue asesinado el 31 de julio de 1974 por la Triple A, a los 35 años.
La frase le pertenece al diputado y abogado de presos políticos Rodolfo Ortega Peña, quien fue asesinado el 31 de julio de 1974 por la Triple A, a los 35 años.