Lila Downs

Sony

Si en los 70 y 80 los discos en vivo oficiaban de certificado de las capacidades de una banda sobre el escenario, con el avance de las tecnologías de grabación, la adulteración de registros los transformó en una postal impostada vaciada de credibilidad que, incluso, muchas veces tomaba el lugar de mero trámite burocrático para cerrar un contrato. Así las cosas, el valor de un disco en vivo hoy resulta particularmente relativo, pero la magia y el compromiso de Lila Downs se las arreglan para encontrarle otro sentido. La cantante, compositora y antropóloga registró su talento e historias en el Bellas Artes de México –de un valor simbólico similar al Teatro Colón de la Argentina–, otra forma de darles visibilidad a canciones hermosas e historias de mujeres postergadas, migrantes y otros silenciados. En los dos shows pasaron más de 70 personas sobre el escenario, entre músicos, el coro de niños de Faro de Oriente y las estrellas invitadas: Natalia Lafourcade, el tenor Javier Camarena y el poeta Mardonio Carballo. El repertorio, siempre variado, incluyó clásicos, como “Semilla de piedra”, “Son del chile frito” y “Tortolita”; canciones en lenguas originarias, como “Tirineni Tsitsiki”, y mucho más. Lila Downs sigue a paso firme con su misión de dar música y voz a los sin voz.