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Caras y Caretas

           

Tramas y derivas de un rodaje

Fotos: Archivo Nacional de la Memoria Colección María Angélica Sabelli
Fotos: Archivo Nacional de la Memoria Colección María Angélica Sabelli

La cineasta responsable de Trelew. La fuga que fue masacre revela la historia que abrió paso al documental y destaca que la correspondencia entre los detenidos en el penal de Rawson y sus seres queridos es un material ineludible para saltar muros y combatir el olvido.

“Puedo entender que respetes muchas cosas en mí y en otros. Que sean un ejemplo, que sean trascendentes para vos como para otros. Pero no puedo aceptar que nos idealices porque no somos ideales. Estamos tratando de hacer y ser lo realizable por todos (…) Por eso estoy de acuerdo con vos, en que conmoverse ante el dolor y la injusticia sirve y servirá. (…) Espero verte pronto. Creo que ese día nuestras lágrimas derretirán los barrotes de la reja” (Carta de María Angélica Sabelli desde el penal de Rawson a Chela, su tía materna, compilada en La pasión según Trelew, de Tomás Eloy Martínez).

Leí La pasión según Trelew en el 99, cuando comenzaba a trazar el guion de Trelew. La fuga que fue masacre. Busqué a Chela incansablemente. Ese intercambio político y profundamente humano con su sobrina me había conmovido hondamente.

La amistad con Chela, tía materna de María Angélica –miembro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) detenida en el mes de febrero del 72, con 23 años, y trasladada al penal de Rawson–, nació en el primer encuentro. El tiempo, las complicidades, las charlas hasta la madrugada fueron fortaleciendo ese anudamiento de afecto. Un día, Chela me mostró la caja de cartón. Debajo de la cama, al fondo, en un gesto de amoroso abrazo, ella protegía las cartas de María Angélica enviadas desde el penal de Rawson a su familia. Había también boletines escolares, el carnet de visita al penal, fotografías de infancia y algunas fotos carnet recortadas, usadas en pancartas y carteles para denunciar la masacre. Entre otros objetos se encontraba la faja celeste y blanca de la corona funeraria en su homenaje en el velatorio en la sede del Partido Justicialista de avenida La Plata.

Chela había heredado de su hermana el cuidado de ese tesoro que había viajado a Italia en el exilio político familiar a mediados de los años 70. Cuando Chela falleció, en 2013, Carlos Sabelli, sobrino de María Angélica, recibe como legado esa caja de cartón que latía de afectos y de profundos dolores. En 2020, con el tiempo tejido de procesos personales, Carlos decide en un gesto de enorme generosidad ofrecer al Archivo Nacional de la Memoria, donde trabajo desde hace años, esos valiosos documentos.

PERSONAL Y COLECTIVO

Las cartas escritas desde el penal de Rawson entraman lo personal y lo colectivo, lo singular y lo político. La vida cotidiana en el penal de Rawson, el contexto represivo y la creciente movilización popular contra la dictadura: el Tucumanazo, la huelga de hambre por la eliminación de la prisión del buque Granaderos, los permisos de visita, las despedidas y la preocupación por el devenir de su proceso judicial en la Cámara Federal en lo Penal. La distancia, la tristeza que se cuela por momentos, la socialización de las emociones en la lectura colectiva de las cartas familiares entre las compañeras presas y las visitas de sus abogados defensores son algunas de las postales impresas en la letra sensible de María Angélica. Pero fundamentalmente esa correspondencia habla de un gesto vital, de un futuro que se construye colectivamente como pincelada de un tiempo.

La lectura de estas cartas alumbra sentidos nuevos. Ofrece a la mirada, cual si se tratara de una etnografía de la vida cotidiana en la prisión en los años 70, los entramados solidarios entre distintas organizaciones políticas. Hacer foco en ellas permite romper los paredones del penal al acercar los lazos tendidos con el afuera: los abogados y abogadas de los presos y presas, el vínculo con las comunidades de Rawson y Trelew en el gesto solidario y político de los apoderados y apoderadas en cada visita de los jueves a la cárcel de Rawson.

Hace apenas dos meses, Eduardo Capello, sobrino de Eduardo Adolfo Capello, replicó el gesto. El ANM recibió otra caja con cartas y documentos atesorados por su abuela Soledad Davi, la querida Sole, madre de Eduardo Adolfo Capello, fusilado en Trelew el 22 de agosto del 72 junto a María Angélica y otros 17 militantes populares.

Los archivos personales no solo remiten a las prácticas represivas del terrorismo de Estado. Traen además, en un trazo singularísimo, la huella del empecinado gesto amoroso de resguardar la memoria, conservando las palabras, los objetos, las huellas y el pensamiento sensible de una generación. Una trama que se construye desde una primera persona, en una clave íntima, y que nos devuelve afectos familiares, lazos, deseos, legados y experiencias políticas colectivas que alojan nuevas claves de lectura.

¿Cuánto nos interpelan estos documentos para pensar nuestro presente? ¿La memoria es un rodaje colectivo? Trelew, a 50 años, todavía se sigue filmando en estos nuevos gestos y en las tramas sensibles abiertas al porvenir.

Escrito por
Mariana Arruti
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