El saxofonista y compositor Andrés Hayes lanzó su séptimo disco y estrena nueva formación –un septeto–, que completan Juan Cruz de Urquiza (trompeta), Ramiro Franceschin (guitarra), Damián Poots (guitarra), Bruno Varela (batería), Ezequiel Dutil (contrabajo) y la voz de Juana Sallies en dos temas. La formación y el peso de los intérpretes no tienen nada de casual. Hayes desarrolla un jazz contemporáneo que nunca pierde de vista la elegancia, pero tampoco la audacia. El juego de dos guitarras es poco habitual en el género –el propio Hayes cita influencias de la Paul Motian and the Electric Bebop Band–, y el saxofonista y compositor demuestra que sabe sacarles provecho a las personalidades contrastantes de los involucrados. El álbum mantiene una cohesión discursi va y sonora, pero también se permite transitar diferentes caminos. En ese contexto se destacan el homenaje al gran Duke Ellington en “El aura”, las volutas spinettianas de “En el jardín”, las formas folklóricas de “Danza” y el fervor rockero de “Juguete rabioso”. Hayes vuelve a confirmar que es mucho más que un muy buen saxofonista.