BLUR / Parlophon
El noveno disco de la banda inglesa y el primero en ocho años encuentra su cauce natural en los tiempos que corren y las vivencias personales de sus protagonistas. Los años dorados del brit-pop quedaron allá lejos y hace tiempo, incluso hasta las guitarras de Coxon parecen en retirada. Pocas veces una tapa fue tan directa en su mensaje como la de The Ballad of Darren. Mientras un hombre nada casi despreocupado en una solitaria y hermosa pileta, a pocos metros se ve un mar y cielo turbios, amenazantes, acaso repletos de las respuestas que no queremos escuchar. Así las cosas, las diez canciones del nuevo álbum de Blur muestran a la banda comandada por Damon Albarn más melancólica que nunca. Y es cuando deja fluir esa incertidumbre/angustia con mayor plenitud que las canciones se ponen mejores. El encanto innegable de “The Ballad” –con ecos de Bowie–; la más lúdica pero siempre abatida “Goodbye Albert”; las narices hundidas en el desencanto del vals “Far Away Island”, y las preguntas sin respuestas de “Avalon” funcionan como lo mejor del disco. Por el contrario, el intento más guitarrero de “St. Charles Square” queda a mitad de camino entre el hit y la abulia. Blur volvió sin especulaciones y alejado de lo que piden el mercado y, acaso, sus propios fans, y entre aciertos y no tanto, gana con la convicción de su integridad.