Luego de casi tres años de pandemia, la economía argentina ya describió en este tiempo una figura parecida a la “pipa” característica de una conocida marca de indumentaria deportiva, que muestra una fuerte caída de la actividad en el segundo trimestre de 2020 y una recuperación, con avances y retrocesos, a partir de octubre/noviembre de ese mismo año.
Lo relevante, sin embargo, es que todos los sectores industriales y de servicios, así como la totalidad de las ramas de actividad, ya recuperaron e incluso superaron su nivel pre pandemia de covid-19.
Frente al comienzo de un nuevo año, todas las miradas están posadas en qué pasará con la economía, la generación de empleo, las inversiones y las exportaciones, por poner algunas de las variables principales. Y en especial cuáles serán los drivers que empujarán del carro en este 2023 que, por otra parte, será clave para la continuidad en el poder de la coalición gobernante.
Sin triunfalismos, no es que desde el Gobierno y los diversos actores económicos desconozcan la fuerte trepada de la inflación en 2022, que pasó de niveles del 60 por ciento estimados a comienzos de año al 94-95 por ciento que terminará registrando el índice de precios al consumidor cuando se dé a conocer el dato de inflación de diciembre y de todo el año, el próximo 12 de enero.
Pero en este punto vale recordar que la inflación empezó un sendero descendente desde niveles del 7 por ciento mensual en julio/agosto y se proyecta que la baja se profundice mes a mes, hasta alcanzar en marzo un porcentaje que “empiece con 3”, tal cual señaló el propio ministro de Economía, Sergio Massa.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos avalan este argumento del descenso de la inflación. Desde el pico de 7,4 por ciento en julio, el mayor guarismo mensual en veinte años, se registraron bajas escalonadas de 7 por ciento en agosto, 6,2 en septiembre, 6,3 en octubre y 4,9 por ciento en noviembre, mientras que para diciembre se espera un nivel semejante al del mes anterior.
El Gobierno tampoco desconoce que el nivel de las tasas de interés es elevado (107 por ciento efectiva anual), pero es una tasa positiva, más de diez puntos por encima de la inflación, en línea con lo acordado con el Fondo Monetario Internacional.
Además, hasta el tercer trimestre ya se aprobaron todas las revisiones del FMI y todo indica que terminará el año cumpliendo la meta de déficit fiscal menor al 2,5 por ciento del PIB, la eliminación de la asistencia del Banco Central al Tesoro, la reducción de la emisión monetaria al 1 por ciento del PIB, y la acumulación de reservas (4.800 millones de dólares adicionales este año).
Con este escenario de variables estabilizadas y con la actividad creciendo en muchos sectores, la economía argentina arranca un 2023 con expectativas positivas, aunque no exenta de riesgos.
Grandes jugadores
En distintos eventos empresariales en el tramo final de 2022, empresarios de toda envergadura y actividad, así como funcionarios del Gobierno central y las provincias, coincidían en destacar las ventajas comparativas que tiene hoy el país para desarrollar algunos sectores clave.
Una simple enumeración remite en primer lugar a Vaca Muerta, pero en verdad a todo el complejo hidrocarburífero, con la explotación convencional de petróleo y gas, el no convencional o sale gas y oil, la exploración offshore en el Mar Argentino, y la posibilidad de producir y exportar gas natural licuado (GNL), para lo que es determinante la construcción del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, además de la construcción de una planta de licuefacción.
Otro nodo de producción es el complejo de litio en el noroeste del país, que incluye los desarrollos de Y-Tec (instituto tecnológico de YPF) para la producción de baterías de ion-litio, con el fin de cerrar el círculo y exportar valor agregado.
El pasado 27 de diciembre, el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil, y los presidentes de YPF, Pablo González, y de Y-Tec, Roberto Salvarezza, suscribieron un convenio marco de colaboración para crear en la provincia una planta de celdas, baterías de ion-litio y material activo. Allí se enfatizó la intención de “pasar del salar a la batería, y de ella al cambio del sistema eléctrico”.
Entre los sectores más pujantes de la economía argentina, sin duda, uno de los de mayor potencial es la actividad minera, en un país que tiene oro, plata, cobre y otros metales, pero en el que se estima que apenas está explorado el 10 por ciento del territorio con potencial minero.
En 2022 la industria minera generó exportaciones por unos 3.800 millones de dólares, y en los próximos diez años se proyecta triplicar ese monto, alcanzando los 12.000 millones de dólares de exportaciones e inversiones por más de 20.000 millones.
Energía y algo más
En cuanto a las energías renovables, desde hace ya seis años la Argentina comenzó a desarrollar el complejo, con mucho foco en energía solar, especialmente en el noroeste del país, pero también la generación eólica. Para 2023 se espera el despegue de la economía del hidrógeno, llamada a ser la energía clave, junto con el gas natural y el cobre, en la transición energética.
El litio y las energías renovables son, si se quiere, dos nichos nuevos de producción en la frontera del conocimiento a nivel global y la Argentina está llamada a participar del juego, por su potencial a nivel de recursos, pero también de desarrollo científico y tecnológico.
En un terreno más tradicional pero no por ello menos importante, la Argentina es un big player en la actividad agropecuaria, en especial en mercados como la soja, el maíz, el trigo, el girasol, la carne vacuna y el limón. Dos tercios de las exportaciones argentinas (65 por ciento) se generan en los sectores oleaginoso, cerealero, carne vacuna y cueros, frutícola y hortalizas, forestal, azúcar, miel y avícola.
También participa en el sector pesquero, con productos muy demandados a nivel global, como langostino, merluza hubbsi o calamar illex.
Otro capítulo aparte es la actividad que engloba a la economía del conocimiento, un nicho en el que el país genera exportaciones de servicios tecnológicos por unos 7.000 millones de dólares anuales.
No es solo software, sino también servicios profesionales, consultoría, producción y posproducción audiovisual, robótica, servicios geológicos, prospección, electrónica y comunicaciones, por citar los principales sectores.
A trazo grueso estos son los motores de la actividad económica que se espera para este año, pero no son los únicos. Cada uno de ellos tiene sus particularidades y están motorizando inversiones relevantes para el país.
La clave para el despegue definitivo es la estabilidad macroeconómica y la baja de la inflación, para que pueda moverse el consumo, generarse empleo y atraer inversiones.
Como en la Scaloneta, hay plantel, hay recursos, hay dirección y hay equipo. Falta ordenar las piezas en el lugar correcto, y ejecutar la partitura sin grietas ni peleas estériles. Para que el potencial que tiene el país pueda expresarse en toda su dimensión.