La era del streaming trastocó la industria de la música en lo económico, pero también condicionó los ritmos y formas artísticas. Si hasta hacía poco la piedra fundacional de la carrera de una banda era grabar un buen/gran disco y todo lo demás vendría después, hoy los grupos con cierto estatus apuestan a editar simples en forma ocasional y/o refritar “grandes éxitos” y –si la pandemia lo permite– salir de gira. Los Black Keys han demostrado una singular pasión por ignorar estas cuestiones del mercado y por eso llegan a su undécimo disco de estudio, ¡el tercero en los últimos cuatro años! ¿Qué hay de nuevo, viejo? No mucho, en rigor. En Dropout Boogie, Dan Auerbach (voz y guitarra) y Patrick Carney (batería) parecen extender con composiciones propias el espíritu de Delta Kream (2021), el álbum de covers en el que homenajeaban a sus ídolos del blues. Entonces hay rock, blues, algo de funk, espíritu de garaje y un par de melodías de esas con las que los Black Keys conquistaron el mundo –“Wild Child” y “It Ain’t Over”, en este caso–. Pero por sobre todo abunda un power blues brumoso, que encuentra sus mejores expresiones en “Good Love” (con el ZZ Top Billy Gibbons) y “Didn’t I Love You”, entre otras.Todavía sin recobrar su máxima inspiración, los Black Keys se las arreglan para siempre dar el presente y ser relevantes.