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Las pymes industriales esperan dar el salto en 2022

Ser pyme en la Argentina, qué duda cabe, es un desafío mayúsculo de por sí pero mucho más en épocas de “vacas flacas” como las que atraviesa el país desde hace al menos siete años.

Pero esas épocas de “correr la coneja” lentamente van quedando atrás para mostrar, en algunos sectores más que en otros, el dinamismo y el vigor que tienen las pequeñas y medianas empresas, el verdadero músculo productivo del país.

Eso no quiere decir que la agenda de las pymes esté resuelta y que ahora solo se dediquen a multiplicar y administrar riqueza. Pero lo cierto es que en el último año, por poner una fecha estimativa de arranque, el sector pyme, y en especial las pymes industriales, vive una realidad mucho más alentadora.

De hecho, según la Unión Industrial Argentina (UIA), en base a datos de la Fundación Observatorio Pyme (FOP), las pequeñas y medianas empresas industriales registraron en 2021 una mejora en la actividad del 13 por ciento en relación al año anterior y de 2,4 por ciento comparado con 2019.

Es un buen punto de partida para desarrollar una agenda positiva que intente consolidar la recuperación.

“El último trimestre de 2021 mostró una franca recuperación del sector productivo, tanto en bienes como en servicios, atravesando las diferentes actividades productivas”, señaló Marcelo Fernández, presidente de la Confederación General Empresaria de la República Argentina (CGERA).

El empresario pyme agregó que en enero y febrero “el crecimiento fue muy fuerte en turismo, y esto también ayuda a la reactivación de otros sectores vinculados al turismo y a la economía, así que veníamos muy bien”.

“La Argentina está en un proceso del que, con mucho esfuerzo y sacrificio, está saliendo junto a todo el sector industrial, debido a la política para el sector que está llevando este Gobierno”, aseguró hace pocos días Daniel Rosato, presidente de Industriales Pymes Argentinos (IPA).

Daniel Rosato, presidente de Industriales Pymes Argentinos (IPA). Foto NA

Fue durante una presentación en la Comisión de Presupuesto y Hacienda de  la Cámara de Diputados, en el marco del debate en el Congreso por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que terminó autorizando un nuevo programa con el organismo multilateral y financiamiento por 45.000 millones de dólares.

Este paso es clave para cumplir con los compromisos asumidos por el país con el Fondo y evitar el default de la deuda pública. Y así lo entienden también desde el sector pyme.

Rosato consideró que “este acuerdo tal vez no sea el mejor, pero nos va a servir para abrir los mercados, para que muchas pymes puedan tener financiamiento que hoy no tienen, y construir un horizonte mejor para todos los argentinos”.

Es una mirada de un vaso medio lleno, que no desconoce la otra mitad vacía, pero que se entusiasma con los días por venir. No es poco teniendo en cuenta lo que representa el sector pyme en la Argentina.

Marcelo Fernández confiesa, por su parte, que están “esperando el acuerdo con el FMI, porque esto da tranquilidad, en especial a nuestros proveedores de materias primas, quienes cuando ven incertidumbre, rápidamente cambian las condiciones de pago y aumentan precios para cubrirse”. Una pincelada de la idiosincrasia empresaria argentina.

Sector heterogéneo

Según datos de la Secretaría de la Pequeña y Mediana Empresa y Emprendedores (Sepyme), a fines de febrero pasado había 1.633.631 micro, pequeñas y medianas empresas inscriptas en el Registro MiPyME, lo que las habilita a acceder a créditos a tasa subsidiada, así como a una amplia batería de programas de incentivo a cargo del Estado.

En diciembre de 2019, al asumir el actual gobierno, la cantidad de mipymes registradas llegaba a 520.000, por lo que según datos oficiales en estos dos años se triplicó la cantidad de firmas en el Registro MiPyME.

Representan el 99 por ciento de las empresas activas en el país, y generan el 42 por ciento del PIB y el 66 por ciento del empleo. Sin embargo, una parte muy importante del empleo en negro también se da en las micro, pequeñas y medianas empresas.

Además, según estadísticas del Ministerio de Desarrollo Productivo, en 2021 las mipymes generaron 10.800 millones de dólares en exportaciones, el mayor nivel en seis años.

Pero hay un dato alarmante, y es que muchas de las 20.000 empresas que se estima cerraron o quedaron inactivas desde que comenzó la pandemia en marzo de 2020, pertenecen a esta tipología. De manera que las restricciones por la pandemia de covid-19 pegaron fuerte en el sector.

En este sentido, hoy la agenda de desafíos es importante. Marcelo Fernández menciona, entre otros, la necesidad de generación de empleo, la inflación de alimentos que afecta particularmente a los asalariados, el acceso al financiamiento y la suba de tarifas.

“Hay preocupación en el sector pyme industrial porque muchas veces somos gas o electro dependientes. El aumento de las tarifas trajo mucho perjuicio al sector. El gobierno anterior nos subió casi 3.000 por ciento las tarifas”, señaló.

Al respecto, el titular de CGERA consideró que “tiene que ser una suba racional para que no aumenten los costos y esos costos no aumenten precios”. Hay que considerar, remarcó, que “muchas pymes no pueden trasladar ese aumento de costos y entonces pierden rentabilidad, y eso impacta en la creación de puestos de trabajo”.

Una agenda compleja

“Aún no empezó el proceso de natalidad empresarial”, sostiene Vicente Donato, director ejecutivo de la Fundación Observatorio Pyme. Entre el total de pequeñas y medianas empresas activas en el país, las micro y pymes del sector manufacturero llegan a 60.000, de las cuales las pymes son 20.000 (entre 10 y 250 empleados) y el resto micro.

Pero hay disparidades notorias al interior del bloque, dependiendo del grado de formalización, del tamaño o cantidad de empleados, la mayor o menor internacionalización de sus negocios, etc.

Un informe que FOP difundió a comienzos de 2022 señala que las empresas medianas registraron un crecimiento del 30,6 por ciento interanual en 2021, un guarismo que en las pequeñas empresas baja a solo 0,6.

Pero a nivel de empleo, la cuestión es más compleja. “El empleo entre las primeras, durante el mismo período, creció 5,5 por ciento, y en las segundas solo 1 por ciento”, apunta FOP.

“Esta divergencia de desempeño es actualmente superior a la observada en la prepandemia”, concluye la entidad, pero se pregunta: “¿Se consolida un modelo dual de producción industrial, con un núcleo virtuoso de cuatro mil empresas que marcha cada vez más velozmente, tanto en producción como en empleo, dejando atrás al grueso del sector conformado por unas 15.000 empresas más pequeñas?”.

 Vicente Donato asegura que si bien hoy hay muchas diferencias sectoriales en el entramado pyme, hay un escenario que las unifica y es que las pymes industriales, en general, “tienen un problema de oferta, restricciones que no vienen por el lado de la demanda”, que ciertamente en los últimos meses mejoró.

Y es que “lleva tiempo reconstruir la función de producción”, dice Donato, haciendo foco en el “diferencial de productividad y de salarios entre empresas grandes y chicas”. Explica que mientras el diferencial de productividad entre unas y otras es de diez veces, el diferencial de salarios es de tres veces. Esto quiere decir que las pymes manufactureras pagan salarios promedio tres veces menores que las grandes, pero la productividad es diez veces menor.

En este contexto, Donato valoró la asistencia del Estado y señaló: “Menos mal que estuvo el ATP”. Pero también reconoció que durante la pandemia muchos trabajadores se fueron a otras actividades, mientras que en las empresas más chicas “la informalidad es muy grande”.

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