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La construcción del relato judicial

Con dirección de Emilse Díaz, EXP-El expediente pone en cuestión la verdad y el lugar de la Justicia, a partir de diferentes versiones, voces y lenguajes. Protagonizada por Julián Vilar y Florencia Danza, estrena hoy a las 20 en la sala No Avestruz del barrio porteño de Palermo. Caras y Caretas participó de un ensayo abierto de la obra, y conversó con su directora.

–¿Cómo surge la idea de hacer esta obra?

–Es un proyecto que recupera recuerdos y sensaciones de mi infancia. Mi madre y mi padre eran abogados. Muchas salidas estaban asociadas con visitar Tribunales y después ir a la calle Corrientes al cine o al teatro. Y entonces, en el imaginario infantil, juzgados y expedientes se asociaban con libros, películas y teatro. Es decir, se asociaban con juego y ficción. Solo que en esos papeles apilados en estantes o arrumbados en el piso se debatían la libertad y la vida de seres humanos reales, atrapados en formas y números. Luego, mientras estudiaba en la universidad, debido a mi trabajo, visité muchas veces más el Palacio de Tribunales y también viví desde adentro el día a día de un tribunal oral. La percepción infantil se transformó en otra cosa. El agobio de la burocracia, por momentos absurda, la presión de los plazos y las esperas en largas filas para solicitar los expedientes se sumaron a la fascinación. Y por estas razones, pienso, este proyecto comenzó a gestarse hace mucho tiempo. Pero recién en 2019, habiendo tomado cierta distancia del mundo judicial y enfocada en el teatro y la docencia, me animé a solicitar la beca Creación del Fondo Nacional de las Artes para, luego de una investigación, producir un texto teatral. La beca me fue otorgada y el proceso se inició. Desde la mirada de artista siempre me interesó la construcción del relato judicial, la coexistencia de diversos lenguajes (el coloquial, el técnico, la “jerga”), los tiempos y espacios distorsionados, la negación de la cronología. Y también en sí mismo, el objeto “expediente”, arcaico y basado en la acumulación. Mi hipótesis fue que aquellas estructuras que parecían hostiles y ese lenguaje extraño, que construía un mundo paralelo al cotidiano, podían ser un material dramático. En ese material, tan lleno de formas y rituales, encontré una poética. EXP-El expediente fue la mejor metáfora para hablar de algunas temáticas que me inquietan y convertirlas en un material escénico.

–Respecto del modo de trabajo, ¿cómo se construyeron el texto, las voces, lo sonoro?

–La construcción de la dramaturgia se basó en una investigación previa, que me permitió tomar contacto con un expediente real. Esta investigación no la realicé en soledad. Cuando la beca me fue otorgada convoqué a un amigo y actor talentoso: Julián Vilar. Con él llevamos mucho tiempo compartiendo escenarios. La propuesta fue desde el comienzo probar el material con un actor a partir de varios interrogantes: ¿qué ocurre con la lectura de un expediente judicial? ¿Cómo lee un actor ese material? ¿Qué universos pueden surgir? ¿Qué imágenes se disparan? ¿Qué juegos, qué sonidos, qué sensaciones, qué personajes, qué energías? Fue entonces, a partir de la lectura de un expediente real sobre tentativa de homicidio y sus maneras de crear ficción, que inicié el proceso de construcción de una dramaturgia que no se centrara solo en la palabra, sino también en las imágenes visuales, sonoras y el movimiento de los cuerpos en escena. ¿Cómo poner cuerpo a un relato que lo niega, o lo fragmenta o lo extraña? ¿En qué espacio se construye el expediente? ¿Es un espacio abstracto, simbólico? Junto a Julián Vilar y el resto del equipo creativo que colaboró, la lectura del expediente se convirtió en el armado de un rompecabezas y un juego, que nos permitió ver el potencial del material, la intriga que despertaba y también la impotencia. Sí, la impotencia que genera no entender y perderse en una maraña de palabras que no comunican, que distancian, que confunden y no permiten, a quien es ajeno al sistema, pero se encuentra atrapado en sus engranajes, comprender su situación. Esas sensaciones se plasman en el personaje del Imputado, quien viene por fuera del sistema a presentarse con signos de humanidad y sensibilidad. “El cuerpo del expediente” se transformó en un personaje concreto; el Relator/ Escribiente. A la vez una especie de centro de operaciones, fiel servidor, consola de mando y la voz o voces de El Expediente. El nombre del personaje tiene un sentido polisémico. Por un lado, su denotada función de narrador y a la vez escritor o escribiente de El Expediente, y también el anclaje concreto en el mundo judicial, toda vez que existe un cargo con ese nombre. Así surge una obra en principio para dos personajes (Relator e Imputado) y múltiples voces. Pero luego se sumó un tercer personaje, la Ujier, también servidora fiel, que hace el trabajo pesado y cumple múltiples funciones. El cargo de Ujier también existe en la organización judicial, es un funcionario que puede realizar diversas actividades dentro de un juzgado o tribunal. En esta obra y en la puesta en escena, la Ujier podría pensarse casi como una metáfora de la burocracia, cumpliendo impensables funciones al servicio de El Expediente. Para construir esta obra coral conté en los comienzos con el asesoramiento de la artista sonora Bárbara Togander, luego con el propio Julián Vilar y la colaboración de cantidad de actores, actrices y profesionales que grabaron voces para este proyecto. Finalmente, en el trabajo de edición sonora, se sumó Damián Ledesma Becerra.

–¿Cómo fue la elección de los actores?

–Aun antes de comenzar a escribir la obra, cuando solo era un proyecto, había decidido que quería trabajar con Julián Vilar. Nos conocíamos por haber actuado juntos en varias obras y por haber compartido espacios de formación. Además, Julián es músico y era la persona ideal. Cuando le conté el proyecto no dudó en aceptar y se embarcó en un proceso largo, complejo y bello. Luego se sumó Florencia Danza, cuando la dramaturgia estaba casi bosquejada. Con su incorporación al trabajo y a partir de los ensayos, el personaje de la Ujier fue ganando espacio y me llevó a que, en la versión final del texto, este personaje estuviera presente durante toda la obra.

–Fue un proceso extenso que surgió antes de la pandemia. ¿Qué implica sostener en el tiempo?

–El deseo y la intuición de estar haciendo algo diferente, interesante, nos permitió sostener en el tiempo un trabajo complejo y arriesgado. Y también la clave fue divertirnos, jugar con la imaginación en tiempos pandémicos. Solo tuvimos un par de reuniones a principio de 2020 y luego se inició el aislamiento. También esta obra y, finalmente, la puesta en escena, llevan las huellas de la etapa de aislamiento. En esa etapa aquello que ocurre en la obra era una experiencia cotidiana. El agobio del encierro, el cuerpo que busca salir y expresarse. Y de alguna manera, como en la obra, aparece la norma, el miedo, el riesgo. Hay una amenaza en el exterior. El interior es la lucha con uno mismo, la soledad, los vicios, los límites, las propias narrativas, los recuerdos, pero también el camino liberador de la imaginación. En este contexto terminé de escribir y de construir la estructura de EXP-El expediente y arrancamos con Julián el diseño del universo sonoro. Comenzamos los ensayos de manera virtual. Y así se filtraron, en el mundo de El Expediente nuevas formas a las ya tradicionales. A partir del aislamiento, las audiencias, los juicios, las declaraciones judiciales comenzaron a realizarse de manera virtual. Y entonces ese mundo se volvió más contradictorio y anacrónico. Eso reforzó la idea de incorporar proyecciones en la puesta en escena. Y el resultado es esta obra que estrenamos con tanta alegría y gracias al trabajo de un maravilloso equipo creativo.

EXP-El expediente se presenta los viernes a las 20 en No Avestruz (Humboldt 1857, CABA).

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