Icono del sitio Caras y Caretas

Barrios Hermosa: “Cuadro de asfixia todavía tiene mucho que mostrar”

Tras realizar un año de funciones en Posadas y de ganar varias distinciones, entre ellas a mejor actor, mejor dirección y diseño escénico en la Fiesta Provincial de Teatro de Misiones, José María Barrios Hermosa vuelve a presentar Cuadro de asfixia, de Rafael Spregelburd. Será el viernes 7 y sábado 8 de abril en el espacio NoAvestruz (Humboldt 1857, CABA). La obra tiene como tema el lenguaje y la memoria. La memoria como reservorio de identidad y el lenguaje como constructor de sentido y de realidad. Con estas premisas, cuatro o cinco personajes, según quien lo mire, resisten y esperan en un escondite, una señal para salir y volver a escribir los libros que fueron quemados y borrados de la faz de la tierra. La obra empieza donde termina Fahrenheit 451, la célebre novela de Ray Bradbury. Pero hay una diferencia fundamental con ese texto de referencia en el mundo de estos personajes. La memoria puede ser más combustible y corruptible que el papel impreso. Esa memoria que se romantiza y vuelve infalible. Caras y Caretas conversó con Barrios Hermosa, director de la obra, sobre esta nueva reposición.

–¿Cómo surgió la idea de trabajar sobre este material?

–Tuve contacto por primera vez con esta obra hace quince años, más o menos. Desde un principio me interesó cómo está tratado el tema de la memoria y el lenguaje. Esta obra se estrenó en 1996, tiene muchos de los tópicos que Spregelburd profundizará a lo largo de su dramaturgia. Claramente hay diferencias entre las motivaciones primigenias de Spregelburd, el director y el grupo de actores que estrenó la obra en 1996, y las razones que motivan las intenciones de poner en escena este texto hoy por hoy. A mí particularmente me interesa mucho la indagación de la constitución de sentido dentro del teatro y encontré en Cuadro de asfixia lugares donde esto se vuelve muy potente.

–¿Cómo se fue gestando?

–Me resulta curioso este proceso porque nunca me vi adentro de la obra como actor. Siempre me vi en el rol de la dirección. A veces los actores leemos una obra y nos imaginamos haciéndola. Y a mí, que me considero más actor que director, nunca se me cruzó participar en esta obra como actor. Creo que por eso fue pasando el tiempo y seguía masticando la obra, la seguía pensando y pensando. Hasta que en marzo de 2021, estaba charlando con Silvina Warenycia, que es la productora de Cuadro de asfixia, y me dice: “¿Y si hacemos Cuadro de asfixia?”. “¿Vos decís?”, le pregunto. “La obra la tenés estudiada, siempre te gustó, hagámosla”, me dijo. Y viste que uno a veces busca excusas por donde sea. “Pero yo estoy en Buenos Aires, cómo sería dirigir la obra desde acá, si tengo que viajar para ensayar y montar va a ser carísima”, le dije. Y así fui metiendo peros. Y ella, como la buena productora que es, me dijo algo propio del rol: “Vos quedate tranquilo, que de toda esa parte me ocupo yo”. Y bueno, así fue que empezamos a trabajar en la preproducción. Buscamos a los actores, la actriz, diagramamos los ensayos, y por suerte empezaron a aparecer los fondos. Y a la vez este sistema, esta particularidad de trabajar a distancia, requirió una precisión extrema para poder ser efectivos. Un año antes del estreno empezamos a diseñar el proceso de trabajo, seis meses después ya teníamos el elenco con el material a disposición, y en abril de 2022 se estrenó. Fueron algo así como veinte o veintidós ensayos. Viajaba cada quince días a Posadas. El elenco contó con todo el cronograma de trabajo seis meses antes de arrancar con los ensayos, lo que permitió ser muy precisos y marcó una gran diferencia.

–¿Y en cuanto a las funciones?

–La obra viene de participar en la Fiesta Provincial de Teatro de Misiones, donde obtuvo varias distinciones. A Solly Galván le dieron una distinción por su actuación, el diseño escénico también se alzó con una distinción, y también se llevó otra distinción la dirección de la obra. Así que venimos contentos. Y en cuanto las funciones en CABA, surgieron producto de una realidad material del quehacer teatral en el interior. Las obras, en la mayoría de los lugares fuera de Capital, necesitan buscar y hacerse de público. El público se agota mucho más rápido que en Buenos Aires. Eso hace que muchas obras estén concebidas para una muy breve temporada en sala y luego salir a girar. Así es que te encontrás con elencos que recorren la provincia o la región valiéndose de programas provinciales o nacionales que les permiten extender la vida de una obra. Es en este contexto donde surgió la posibilidad de venir hasta Buenos Aires y luego seguir hacia otros puntos del país.

–¿Qué expectativas tenés con la obra?

–Creo que Cuadro de asfixia, a un año de su estreno por parte de nuestra compañía, todavía tiene mucho que mostrar. Y eso nos genera una gran expectativa. Donde se ha presentado la obra, ha recibido una excelente acogida por parte del público. Hay personas que destacan más el texto, que les parece exquisito; otras destacan más el ritmo que tiene junto con las actuaciones; a otras les encanta cómo está construida. En fin, sentimos una gran aceptación por parte del público, lo cual nos hace pensar en seguir buscando la forma de llegar a más personas.

–¿Qué te movilizó de esta obra y qué querés movilizar en aquel que ve Cuadro de asfixia dirigida por Barrios Hermosa?

–Entiendo que esta obra no fue muy representada como sí es el caso de otras obras del autor. Y encuentro en ella algo particular en el tratamiento del texto que seduce mucho. Capaz Spregelburd piensa que Cuadro de asfixia es un mal texto, no lo sé. Pero al margen de eso, la obra tiene la capacidad de que puede ser resignificada sin atentar contra lo esencial de ella. Y eso fue una gran motivación. El hecho de poder tener múltiples posibilidades de significación motiva un montón. El año pasado, después del intento de asesinato contra Cristina Fernández, el Instituto Nacional del Teatro lanzó un programa, una serie de presentaciones de obras bajo el lema “Teatro por la democracia”. Nos invitaron a participar con Cuadro de asfixia. Y en ese marco, la obra tomó otro cariz. Algo totalmente diferente a lo que nos planteamos al principio. Y si bien la obra tiene esa posibilidad de lectura donde la memoria colectiva juega un papel importante, donde hay referencias a un régimen autoritario, recordemos que Cuadro de asfixia empieza donde termina Fahrenheit 451, de Bradbury; si bien sucede todo esto, decía, nosotros no elegimos ese camino que la gente percibió por esos días. Encaramos el proceso desde otro lugar y, en ese marco, sin que nos lo propusiéramos, la obra tomó otro camino. Pasó así. Y de alguna manera está bien que eso suceda. Eso es lo bueno del teatro, ¿no?

Salir de la versión móvil