No es fácil precisar en qué momento una interna política comienza a ser una práctica antropofágica. En qué punto se cruza la línea en la que se comen unos a otros, encaminándose al resultado de la suma cero. Ese momento en el que se logra devorar al adversario interno, pero en el camino también fue devorado el supuesto ganador.
El sector hiperinformado de la sociedad es muy sensible a las escaramuzas de todos los días. Un tuit sugestivo, una chicana entre líneas, un gesto de desplante. Si se aleja un poco el lente y se toma una perspectiva más amplia, la percepción cambia. Para la mayoría de la población los cruces diarios de la política son anécdotas tan trascendentes como los chismes de la farándula. No tienen mayor relevancia. No duran demasiado en la memoria.
La interna del Frente de Todos, sin embargo, ha logrado superar esta membrana que hace a estas disputas políticas menos importantes que lo que se suele creer. ¿Por qué? Porque ha tenido efectos directos en la gestión del gobierno y en la capacidad de reacción del FdT. El peronismo parece un boxeador contra las cuerdas que, además de recibir golpes del adversario, se pega a sí mismo: se pisa sus propios pies, se da puñetazos en la mandíbula.
Juntos por el Cambio está boicoteando de modo planificado la gestión del gobierno. Luego de la reunión de sus equipos económicos, la coalición opositora difundió un comunicado diciendo que la emisión de deuda en pesos que realiza el gobierno nacional para cubrir distintas obligaciones era impagable, anunciando un nuevo default si llegaran al gobierno.
El mensaje no fue un desliz. Tenía el objetivo de sabotear los resultados que viene cosechando Sergio Massa desde que anunció la recompra de bonos de deuda en dólares del Estado argentino, medida con la que había logrado una suba de los bonos y una leve reducción del riesgo país.
Los referentes de JxC saben qué defaultear. Jamás hubieran dicho lo mismo con la deuda que fue reestructurada en dólares. Esa está en manos de grandes fondos internacionales, a los que el bloque antiperonista, como el personaje de Gianni Lunadei (esto es para mayores de 40), les dice “le pertenezco”. Lo mismo ocurre con la deuda con el FMI, organismo que controla el Tesoro estadunidense. Los bonos en pesos son un vuelo de cabotaje, pero igual sirven para sembrar incertidumbre sobre la frágil mejora macroeconómica que logró Massa desde que asumió el Ministerio de Economía. La oposición apuesta al “mientras peor, mejor”, para ganar las elecciones y poder impulsar un plan de shock que incluye volver a la privatización de empresas estratégicas como Aerolíneas Argentinas.
Acaso falta de reflejos
¿Y el peronismo? Ese boxeador que se pega a sí mismo, ¿qué hace? Este es un ejemplo de cuando el internismo supera los límites y cruza la línea de la autodestrucción. ¿Cómo es posible que no haya una decena de dirigentes del FdT denunciando la operación, empezando por el propio presidente? La oposición puede apostar al boicot, pero el gobierno puede defenderse montando una respuesta que ponga sobre la mesa que JxC quiere que el país se incendie para poder ganar y aplicar un ajuste estructural al estilo de la década de 1990. Se han perdido los reflejos políticos.
Otro ejemplo. La coalición antiperonista ha decidido hacer un piquete en el Congreso y no colaborar con el quórum para debatir. Entre los proyectos que el presidente envió a las sesiones extraordinarias está el de Deuda Previsional. Como otras moratorias que hubo durante el ciclo de Néstor y Cristina, la iniciativa serviría para que ochocientas mil personas, en su mayoría mujeres, en edad de jubilarse, puedan hacerlo aunque les falten aportes. Se haría aplicando sobre la jubilación el descuento previsional hasta que se terminen de aportar los años que corresponden.
JxC no da quórum porque sostiene que trabará el Congreso hasta que el oficialismo deje de lado el proyecto de juicio político a la Corte Suprema. Para la batalla política esta estrategia opositora es como haber dejado la pelota picando en la puerta del área. Para la mayoría de la población es mucho más importante la moratoria –como tema– que el juicio a la Corte. (No es que el juicio al Máximo Tribunal no sea central. Uno de los mayores errores políticos de Alberto Fernández fue no avanzar contra la Corte que heredó del macrismo en las primeras dos semanas de mandato, como hizo Néstor Kirchner con la corte menemista en 2003 y habiendo ganado solo con el 22,5 por ciento de los votos. Pero lo trascendente no siempre coincide con la expectativa popular.)
¿Cómo es posible que el peronismo en bloque no machaque día y noche con que JxC traba la jubilación para casi un millón de argentinos? Y que incluso no se evalúe la posibilidad de sacarla por decreto, como hizo Cristina con la Asignación Universal por Hijo. El peronismo aparece solo como víctima, sin ninguna capacidad de reacción, de pasar a la ofensiva.
Mauricio Macri refleja ahora lo que siempre pensó y pide ajuste del Estado, privatizaciones, apertura económica. Es el regreso de las ideas de Domingo Cavallo y José Alfredo Martínez de Hoz. Las mismas políticas que terminaron en la catástrofe de 2001.
Macri no tiene demasiada visión de lo que está pasando en el mundo. El neoliberalismo está en crisis en todos lados, solo que en Europa la salida es por extrema derecha. Sin embargo, es un consumidor compulsivo de encuestas. Debe tener estudios cualitativos que le indican que el mal humor por la inflación desbocada abre el camino para retomar las viejas banderas conservadoras y desplegarlas como si nada hubiera pasado, como si la historia recién comenzara, como si él no hubiera sido presidente. Y de paso les marca la cancha a los sectores supuestamente moderados de su propia coalición, empezando por el radicalismo.
¿Y el peronismo? Bien, gracias, peleándose consigo mismo. Los enconos son comprensibles porque hay algunas diferencias muy profundas. El funcionamiento político de la gestión, además, tiene el vicio de origen. La principal figura política del FdT, quien concita la mayoría del respaldo del pueblo peronista, quedó relegada en la mesa de decisión. Y encima sufrió un intento de asesinato en la puerta de su casa y una sentencia que la proscribió en un juicio amañado. Todo eso no es gratis y colabora con la magnitud de la tensión interna.
La disputa dentro del FdT llegó tan lejos que es posible que se le deje la pelota picando en el punto del penal y en lugar de que alguien vaya a patear para hacer un gol los jugadores se queden pasándose facturas en la mitad de la cancha. Si la situación no se ordena antes de las PASO, la derecha cabalgará hacia una victoria que no solo se explicará por la alta inflación. Habrá motivos netamente políticos que inclinarán el resultado.