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“La poesía de María Elena es para toda la vida”

Katie Viqueira es una de las magistrales artistas de la música popular actual –especialmente tango y folklore– y de la música infantil en particular. Su música también es conocida en Estados Unidos y Japón, donde además contribuyó a difundir las óperas de tango más conocidas de Astor Piazzola. De la mano de “Katie Viqueira interpreta 15 Grandes Obras de María Elena Walsh”, varias generaciones de niñeces crecieron con sus originales y bellas versiones de las canciones de la gran vate y creadora argentina.

Como la propia María Elena, Katie parece tener la extraordinaria virtud de captar con su arte a las infancias -en obras de teatro como “Invitados a tomar el té” o “El mundo mágico de María Elena Walsh”- como a los adultos en “La Walsh de noche”. Su labor dedicada a ensalzar y difundir la obra de María Elena Walsh le valieron diversas premiaciones nacionales e internacionales, la última de ellas el Premio Nacional y Latinoamericano de literatura infantil en el área de música y teatro “La Hormiguita Viajera”.  

–¿Cuáles son los primeros recuerdos que tenés de María Elena Walsh?

–Mi primer recuerdo, como el de la mayoría de las personas de la Argentina, es el escuchar plácidamente su música y leer sus cuentos de niña. Siempre me fascinó su arte.  “Manuelita” es el registro de la primera canción de varias generaciones. A mí no me gusta separar, su obra en para niños y para adultos porque creo que la obra de María Elena no está dirigida a ni tiene una edad: es para todas y todos y para siempre. La escuchamos cuando éramos niños, pero volvemos a resignificarlas. Así, cuando ella hizo “La cigarra” y yo era joven también me movió el piso. Recuerdo esa canción como emblema de resistencia contra la dictadura. Y su metáfora del país del jardín de infantes para hablar de la censura y como ella también fue censurada.  También la recuerdo como icono de la transición democrática.  La poesía de María Elena es para toda la vida.

¿Por qué crees que se sucede ese fenómeno intergeneracional o de una María Elena para todos los gustos y para todas las épocas?

–Porque su poesía está impregnada de múltiples textos y paratextos. En mi experiencia personal es distinto cuando yo escuchaba “Manuelita” de niña y después la empecé a cantar de adulta. En la infancia me encantaba y me daba ternura que fuera una tortuga, en la adolescencia me llevaba al lugar romántico: el tortugo era como el príncipe de los cuentos de hadas o de los primeros enamoramientos juveniles.  Más adelante, como joven más rebelde noté que también está la crítica a esa idea falaz tan argentina de que en Europa está el paraíso y el triunfo: “En Europa con paciencia me podrán embellecer”. En los noventa, época de auge de la frivolidad, empecé a pensar que Manuelita se iba a hacer un lifting (risas) pero, sin embargo, al tortugo no le importa, la quiere como es. El mensaje es genial: es un mensaje maravilloso, de una mirada de valores humanos universales o con los que yo acuerdo de esencia de las personas. Sus letras se van resignificando con el tiempo y por eso acompañan toda la vida.

–¿En qué otros aspectos se basan su actualidad y vigencia?

–En María Elena parece haber una línea de tiempo para ir al y ver el futuro. Hay cantoras y poetas únicos que tienen esa clarividencia donde las emociones se conectan con diferentes puntos de esa línea de tiempo. Eso es lo más impactante. Ms allá de que sus melodías son hermosas, sus poesías y palabras son una maravilla. Me hace sentir y me queda siempre cómoda y súper actual y vigente. Porque los valores que ella enuncia y no se cansó de defender son los valores que no cambian más allá de los acontecimientos. Ella lo pudo ver y transmitir con una tremenda inteligencia y frecuentemente con un gran sentido del humor. ¿Qué puede haber más gracioso y a la vez más subversivo que niños que crecen con la idea de un mundo al revés? Son los niños que de adultos probablemente, si no cambian, resistan a todo tipo de opresión. Hay canciones que se ponen de moda, que van y vienen. Los hits de María Elena perduran y estoy segura de que perdurarán cuando yo no ya no esté en el planeta.

–¿Cuándo comienza tu arte a vincularse profesionalmente con el de María Elena?

En el año 1997, la compañía Leader Music me convoca para que grabe quince grandes éxitos de María Elena Walsh. Yo me estaba yendo a Estados Unidos, cosa que finalmente hice y viví algunos años en Boston.  Estaba con un pie en el avión. Una semana antes de irme grabo el primer disco y lo que ocurre es que ese primer disco queda grabado y empieza a circular. Entonces ocurre un fenómeno del cual no puedo menos que sentirme orgullosa: generaciones de niñas y niños crecen con mis versiones de las canciones de María Elena. Tres años después grabo otros quince éxitos y en el 2009 otro disco de Las canciones de María Elena Walsh con la voz de Katie Viqueira.

–¿Qué repercusiones notas cuando interpretas esas canciones en espectáculos infantiles tales como “Invitados a tomar el té” o “El mundo mágico de María Elena Walsh?

–Yo me defino como intérprete de música popular y autores argentinos. En El mundo mágico de María Elena Walsh que estrené en teatro sobre calle Corrientes yo interpretaba a una muñeca a la cual la despertaban y cantaba las canciones. Luego armé “Invitados a tomar el té” que estrenamos en la Usina del Arte con Fredy Hernández, Norbi Córdoba y Facundo Ferreyra que también hicimos en el Siranush y el en Teatro San Martín. Nos divertimos y nos emocionamos y no deja de sorprenderme que niños y adolescentes crecieron con esto y que los padres también. Hace años soy coach de Abel Pintos a quien adoro y su hijo Agustín creció escuchando mis versiones. Es una sensación única entrar en las casas de las familias: la protagonista es María Elena porque son sus creaciones, pero siento un profundo orgullo que sean mis versiones.  

–¿Conociste a María Elena? ¿Sabés que opinaba de tus versiones?

–Cuando volví a Argentina María Elena estaba delicada de salud y no la pude conocer. Pero conocí a Sara Fascio y me dijo que María Elena las había escuchado y aprobado, que le encantaban mis versiones. Ese día dormí con mucha paz, fue un orgullo inmenso contar con su bendición.

Fotos: Cora Surraco

–¿Cómo está estructurado el espectáculo La Walsh de noche?

–Walsh de noche parte de imaginar a María Elena en un club de jazz. A la gente la conmueve mucho. La Walsh de noche es un con trío: bajo, piano y percusión. El repertorio es de clásicos, tales como “Barco quieto”, “La cigarra” o “Serenata para la tierra de uno” que compuso con Chico Novarro. “Porque me duele si me quedo / Pero me muero si me voy / Por todo y a pesar de todo, mi amor / Yo quiero vivir en vos/… Porque el idioma de infancia / es un secreto entre los dos…. Por tus antiguas rebeldías/ y por la edad de tu dolor/ por tu esperanza interminable / Yo quiero vivir en vos”. La idea es actualizar las canciones a los sonidos de hoy a lo que siento que le podía sumar a las canciones de ella desde los arreglos, menos cargada de la cuestión histórica y de los momentos que atravesamos, hay algo más liviano. Pero no liviano, en el sentido de frívolo o ahistórico, sino que, a través de la ternura y de otra comprensión de la vida, intentar cambiar las cosas poniendo de relieve esos valores humanos que para mí son universales y con los que acuerdo, de los que recién te hablaba. Tiene que ver con este momento de mi vida: comprendes la vida de otra manera y desde ahí interpreto lo que antes me generaba más bronca, ahora puedo convertirlo más en canción.  En otras épocas las hubiera interpretado de otra manera, pero esa liviandad no deja de ser comprometida. Es utilizar a la risa, a la ironía y a la ternura como armas contra las injusticias. Es otra visión de la vida de arte con guiños muy divertidos.

–¿Qué sentís a nivel personal cuando la interpretás?

–Cuando hago mis espectáculos sobre María Elena Walsh, “Invitados a tomar el té” como “La Walsh de noche” pensado para adultos los disfruto muchísimo. Las melodías de María Elena se prestan para poder ser intervenidas por otros géneros. En “La Walsh de noche” hacemos arreglos con aires de jazz y contemporáneos siempre respetando las melodías, sin torcer las grandes melodías. Me gustan que se junten, que no haya barreras en la convivencia de géneros. Es también expresar musicalmente las contribuciones que hizo María Elena en términos de luchas por el género.

En relación con esto, ¿cómo te interpela la idea de una María Elena feminista?

–En relación con la mujer, a mi como interprete mujer me mueve habiendo atravesado situaciones y experiencias en la vida algunas olvidables o muy difíciles. Yo también soy una mujer que salió adelante con mucho trabajo en un mundo muy machista y más machista aún si cabe en el mundo artístico en que me muevo. Entonces me siento identificada con esas mujeres que luchan y tuvieron que empoderarse internamente para hacer frente al poder social patriarcal.

–Sé que es difícil, pero si tuvieras que elegir tres canciones de la Walsh que marcaron tu vida ¿cuáles serían?

–Más allá de sus intenciones artísticas y políticas, a la hora de crear esa poesía, “La cigarra” me conmueve particularmente porque emociona a mis hijos y sobre todo a mi hija que es cantante. La cantamos juntas y me parece un fenómeno que cada persona le da un sentido distinto a “La cigarra”. “La balada del ventarrón” me gusta mucho  y lo que dice me parece que expresa lo que siento para este momento de mi vida: “Crucé mares, vi países / contra el viento y la marea / Hice todo lo que quise / Sin llevar la cuenta / de fracasos ni de olvidos / por tener presente al amor correspondido”.  Finalmente, elegiría “La vaca estudiosa”: “Un día toditos los chicos / nos convertimos en borricos / Y en ese lugar de Humahuaca / La única sabia fue la vaca”. Me parece una canción extraordinaria contra el bullyng y contra cualquier forma de discriminación. 

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