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La reina movió y el tablero se reacomoda

zzzznacp2NOTICIAS ARGENTINAS BAIRES, DICIEMBRE 27: La vicepresidenta Cristina Kirchner durante la inauguración del polideportivo Diego Armando Maradona en Avellaneda. Foto NAzzzz

El año electoral 2023 comienza con una novedad que ya está modificando todo el escenario político y la ecuación para la próxima disputa por la presidencia. En el acto que encabezó en Avellaneda, en la inauguración del Polideportivo Diego Maradona, la vicepresidenta Cristina Fernández ratificó que no será candidata “a nada”. Lo dijo de un modo muy claro: “No hay renunciamiento, ni autoexclusión, hay proscripción”.

Desde el punto de vista legal, la sentencia del Tribunal Oral 2 en el amañado juicio Vialidad condenó a la vicepresidenta a seis años de prisión y la inhabilitó de por vida para ejercer cargos públicos. Ese fallo todavía no está firme. Si en la Argentina funcionara el Estado de derecho, el juicio debería haber tenido otro resultado, teniendo en cuenta las pruebas de la defensa y los vínculos pornográficos de los jueces y fiscales que participaron en la causa con sectores políticos y económicos que quieren –de mínima– anular a CFK políticamente. Por lo tanto, no es posible recostarse en que los tiempos de la Cámara de Casación y la Corte serán extensos para definir el resultado final. Porque no se van a respetar los plazos legales habituales. Todo estará sometido al objetivo político.

La experiencia de Brasil con Luiz Inácio Lula da Silva tiene varias enseñanzas. En las elecciones de 2018 en las que ganó Jair Bolsonaro, el Partido de los Trabajadores y el propio Lula esperaron hasta último momento para definir la estrategia electoral. La sentencia que proscribió al líder del PT, que encara su tercera presidencia, había sido apelada. Y la estrategia fue esperar hasta último momento la decisión de los tribunales. Cuando faltaban solo cinco semanas para la elección, el poder judicial brasileño confirmó que Lula no podría competir y entonces encabezó la fórmula presidencial Fernando Haddad, una figura desconocida para la mayoría del electorado. El resultado es conocido. El lawfare ganó esa batalla –no la guerra– y Bolsonaro terminó en el Palacio de Planalto.

La decisión de CFK anunciada a un año de las elecciones tiene por objetivo, entre otras cosas, evitar que se repita el escenario brasileño. Hay suficiente tiempo para instalar otros precandidatos del Frente de Todos que compitan por la presidencia, incluido Alberto Fernández, cuya postulación nunca está del todo descartada.

Hay una serie de interrogantes para evaluar qué características podría tener un candidato del FdT para ser competitivo. Primero: ¿es mejor que sea una figura ya instalada, de las que tuvieron un fuerte protagonismo estos años, o no? El peronismo tiene catorce gobernadores que podrían postularse. Más allá de las diferencias que los ubican en espectros ideológicos totalmente opuestos, desde el punto de vista electoral, la experiencia de Carlos Menem y de Néstor Kirchner tiene nexos comunes. Ambos venían de provincias que no son una vidriera comparable con la Caba, provincia de Buenos Aires, Córdoba o Santa Fe. Una “cara nueva” para el gran público, pero con una gestión detrás que pueda mostrar resultados. Eso podría representar el sanjuanino Sergio Uñac o el riojano Ricardo Quintela, por mencionar dos ejemplos, aunque hay más.

El fallo de la Corte Suprema que aumenta los ingresos de Horacio Rodríguez Larreta para la campaña abrió la posibilidad de construir una dialéctica del “interior” contra el centralismo porteño, que le ponga un cerco a la derecha alrededor de la avenida General Paz, acusándola de defender solo los intereses del distrito más rico del país. Nada de eso podrá resolver el mal humor que generan la inflación y la pérdida de poder adquisitivo. El dedo seguirá apuntando al oficialismo por esa situación, pero en política se pelea por lo que se puede pelear. Y ningún resultado está escrito.

Las otras opciones son las que más suenan. Sergio Massa, si consigue mayores resultados; Axel Kicillof, porque fideliza casi todo el voto de CFK en territorio bonaerense; Wado de Pedro, si tuviera el respaldo de la vicepresidenta. Kicillof trabaja para su reelección como gobernador desde el día siguiente de las elecciones de medio término del año pasado. Massa logró evitar el colapso, pero aún no consigue mejorar la situación de los que viven de ingresos fijos. Y por ahora las encuestas siguen sin acompañarlo. Tiene el dilema de quienes estuvieron demasiados años apostando a la supuesta tercera vía. No termina de hacer pie en el electorado kirchnerista y en el opositor, menos todavía. La precandidatura de Wado parece una opción más firme, pero hay que ver qué ocurre con los gobernadores.

Munición gruesa en JxC

La centralidad de Cristina en los últimos quince años de la política argentina hace imposible que sus movimientos no influyan también en la oposición. Un primer efecto cayó sobre la candidatura de Mauricio Macri. El ex presidente tiene el estigma del mandatario que fracasó. No logró su reelección y su obsesión es volver a la Casa Rosada para tener una revancha personal. Mostrar que sí puede tener un éxito, aunque paradójicamente diga que para hacerlo repetiría las mismas políticas que ya fracasaron y, con mayor intensidad.

Macri evaluaba ser candidato en un escenario en el que compitiera contra CFK. Esa contienda, sin los suplementes, como diría el ex senador Miguel Pichetto, le daba la esperanza de imponerse juntando el voto anticristinista y no tanto por nostalgia de lo que fue su presidencia. El plan ya no puede realizarse.En el PRO los jugadores parecen reducirse a dos. Horacio Rodríguez Larreta versus Patricia Bullrich. Es una interna porteña: Bullrich es diputada por la Caba y Larreta, el jefe de gobierno. Uno de los tantos dilemas que tiene esa disputa es que si el radicalismo decide ir a las Paso con un solo candidato puede terminar ganando la primaria por la división del voto macrista. Hasta ahora, siguiendo su tradición centenaria, el candidato de la UCR iba a ser el presidente del partido, el gobernador de Jujuy y carcelero de Milagro Sala, Gerardo Morales. Las encuestas no lo acompañan. El dato, a esta altura de la soirée, por los errores groseros que suelen cometer los sondeos, puede hasta ser una buena noticia.

Fuera de Morales, las figuras que suenan en la UCR lo hacen para competir en los distritos clave y no por la Nación: Facundo Manes en territorio bonaerense, Martín Lousteau en la ciudad. Pero todo puede cambiar.

La ecuación de JxC es compleja por la multiplicidad de actores. Larreta apuesta a generar fórmulas mixtas para bloquear la estrategia de un sector del radicalismo que considera que la competencia interna debería ser de la UCR contra el PRO. El jefe porteño aspira a armar fórmulas a nivel nacional y en los principales distritos en las que el número uno y el dos sean de fuerzas diferentes.

Por ahora se dedica más a la disputa amarilla. Le arrebata referentes a Patricia Bullrich, como ocurrió esta semana con el diputado Waldo Wolf, hasta ahora un supuesto soldado de Pato, que se sumó al Ejecutivo porteño. Como dirían en el barrio: billetera mata galán, y galana también.

La interna de JxC tiene al menos dos niveles. Se da entre las fuerzas que componen la coalición y dentro de cada una de ellas. La coalición antiperonista, sin embargo, ha demostrado ya que mantiene la cohesión, incluso después de perder en 2019. Ahora además está convencida de que volverá a gobernar la Argentina dentro de poco más de un año. Quizás haya cierto pecado de optimismo.

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