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Con Sudor Marika, Perón volvió en un avión… rosa

Junto con el arribo de la democracia en 1983, el regreso de Perón fue el último sueño colectivo argentino de justicia y redención sociales de la segunda mitad del siglo XX. Hacia 1972, los conflictos internos del peronismo no habían estallado y todas las utopías parecían posibles de concretarse aunadas en la figura de Perón, montado ya no en el caballo blanco sanmartiniano, sino en el mítico y más subversivo avión negro. Tampoco había sucedido el “No somos putos, no somos faloperos/ somos soldados de Far y Montoneros”, que en 1973 manifestó la homofobia y marcó el desencuentro definitivo de las luchas setentistas de la izquierda y de las disidencias sexuales. Por eso aún era posible fantasear con la materialización de las consignas políticas esgrimidas por el Frente de Liberación Homosexual, que podían resumirse en el lema “Para que reine en el pueblo el amor y la igualdad”.

Perón Volvió, el primer parque temático peronista, enclavado en el corazón de Colegiales –una transgresión similar a la del Monumento al Descamisado en Recoleta–, homenajea, recrea e imagina aquel primer regreso de Perón en noviembre de 1972. A su vez, como en el leitmotiv local “Si Evita viviera”, transporta la ensoñación a un posible regreso de Perón hoy. Los muertos siempre regresan más radicales; como la “Evita vive” de Perlongher, el “Perón Volvió” puede representar escenarios en donde es posible aglutinar la ansiada liberación social y sexual. ¿Por qué, entonces, no imaginar a Perón regresando a bordo de un avión rosa?

Para ello, nada más apropiado que la fiesta popular, loca, gay, torta, trans y queer que propone cada espectáculo de Sudor Marika. Eso supone poner en escena a la banda que revolucionó el género con feminismos, ternuras y erotismos disidentes, crítica social y adhesión kirchnerista, junto con compañeras y compañeros caracterizados como militantes setentistas mixturados en una fiesta popular que conjuga pasado y presente al ritmo de la marcha peronista y la cumbia rosa y villera.

Una fiesta popular a puro baile y amor

Pasados apenas unos minutos de las 20 del lunes 21 de noviembre, el grupo originario de Dock Sud –conformado por Ro Tirita, Vicente Quintreleo, Nahuel Puyaps, Sebastián Zasali, Astor Duarte y Zepe Q– se presentaba en el escenario-palco, provisto de un Perón gigante y sonriente de cartón con los brazos extendidos y rodeado de símbolos peronistas, e inmediatamente movilizaba a la peronchada con la invitación de su primera canción, “Vení a sudar”: “Despertame cuando muera toda forma de opresión/ Cuando el macho patriarcal quiera clavarse unas plumas/ El estruendo siempre es fuerte cuando cae la moral./ Sin patrón, sin propiedad, mil abrazos y esta luna”. A este comienzo arriba le siguió la intro “Está todo bien” y la “Lobestori” frustrada por una marica desclasada.

El público siguió subiendo temperatura con “La rompecatre” (“Saqué la cuenta y me parece que es mejor/ que rompas el catre, pero no mi corazón”) y con la poderosa “Las invertidas”: “El viento sopla y nos amontona/ se acerca la plaga, fiebre rosa/ Somos los putos, tortas/ marikas/ Somos las trans/ travas, grasitas”. Luego fue el turno de la calentura global de la “Erotika y tonta”, que desde la letra desea y se excita por igual con todos los chonguitos engrasados del conurbano, con todas las colas y con todas las maricas. Un primer tramo del espectáculo culminó con “La peligrosa”, aquella que amenaza con sus tacos desde el estribillo: “Orgullosa, marica escandalosa/ No te metas conmigo/ yo soy la peligrosa”.

Como en los mejores actos y liturgias peronistas, las canciones fueron seguidas por un público fanático y enfervorizado que sabe de memoria cada uno de los rituales, los bailes, las coreografías –frecuentemente sensuales o que simulan trencitos sexuales– y los pasos a seguir previstos para cada tema. Así se consolida una fiesta carnavalesca que, hija del 17 de octubre, opone al insulto la alegría de la carne, el orgullo de ser peronista y disidente.

Particularmente emotivo fue el momento en que Zepe, en nombre de la banda, dedicó el recital a la memoria de Hebe de Bonafini y a su contribución para la expansión de derechos de las sexualidades alternativas a la heteronormatividad. El repertorio musical incluyó la incitación a la orgía pansexual y concupiscente “Cuento de la infancia”, la explícitamente lesbiana “La ex de la ex” y el hit “Fracasé en el amor libre”, al cual le siguió la presentación de “Sé que enamoro”, una bella canción del próximo y tercer disco de la banda, El Deseo es una bailanta.

Luego de pedir, una vez más, por la libertad de Milagro Sala –a quien la banda le dedicó una canción–, el show finalizó con algunas de las canciones más combativas, rebeldes y militantes: las que reivindican el “100% pluma”, las que reclaman que al patriarcado se lo combate con la cola (momento cumbre en el que Zepe se bajó los pantalones y mostró el trasero), las que proclaman que las conquistas sociales de Cristina Fernández de Kirchner no fueron magia, las que reivindican la identidad y denuncian las vidas precarias de negras, putas, pobres, afrodescendientes, planeras como “Vivas y furiosas”, “Porque nos da la gana” y “Amor planero”.

El canto de cisne punchi fue “Compañere de piquete”, para que todas, todos y todxs nos fuéramos coreando: “Compañero de piquete/ Cuando quieras sale un pete/ Compañera piquetera/ Cuando quieras hay tijera”. Así terminó el show en el predio El Dorrego (Zapiola 50, CABA), donde hasta el 17 de diciembre se puede visitar el parque temático Perón Volvió. El miércoles 30 de noviembre a las 21, Sudor Marika presenta su nuevo disco, El Deseo es una bailanta, en Uniclub (Guardia Vieja 3360, CABA).

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