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Los nadies al poder

“Así como la contradicción de los rasgos se resuelve en la armonía del rostro, proclamamos la unidad del sufrimiento y de la rebelión de todos los pueblos en toda la superficie de la tierra, y mezclamos el cemento de los tiempos fraternales en el polvo de los ídolos” (Jacques Roumain).


Desde que Colombia se proclamó república democrática independiente en 1810, la izquierda nunca gobernó el país. El pasado domingo 19 de junio, Gustavo Petro y su compañera de fórmula, la afrodescendiente Francia Márquez, acabaron con más de dos siglos de hegemonía conservadora. Aquella que consolidó una elite oligárquica y criminal que manipuló durante años una alternancia de poder, para el pueblo, dilatando los proceso de paz, fomentando el recrudecimiento de la violencia, el narcotráfico, la injerencia de los EE.UU., los asesinatos a líderes sociales, la persecución a activistas, entre otros abusos a los derechos humanos.

El estallido social de 2019 fue muestra del hartazgo y después, en 2021, la izquierda se consolidó como el movimiento más poderoso de la historia reciente del país andino. Pacto Histórico llegó a la Casa de Nariño para quedarse cuatro años cumpliendo un proyecto ambicioso y difícil de llevar adelante por el contexto y la coyuntura que vive el país. Sin embargo, Petro y Márquez han demostrado durante su campaña presidencial, interrumpida por amenazas de muerte y persecuciones, que van a cambiar de forma radical las necesidades del pueblo.

La coalición izquierdista ganó este domingo con más del 50 por ciento de los sufragios en un balotaje que se preveía, según los sondeos, algo más ajustado de lo que finalmente resultó. Enfrente, el populista Rodolfo Hernández obtuvo más del 47 por ciento de los votos, reconoció la derrota y tendió la mano a los vencedores. Tras quedar tercera en las consultas interpartidistas de marzo, Petro nombró a Francia Márquez como compañera de fórmula, y su bandera como defensora de “los nadies”, de las minorías, de las disidencias excluidas en el país, ha sido fundamental para que estas expresiones votaran mayoritariamente por un cambio.

Fortalecer la democracia

Tras el triunfo, Petro y Márquez proyectaron su emoción y plasmaron los ejes que van a llevar adelantar desde el 7 de agosto. “Gracias, Colombia, por este momento histórico. Quiero agradecer a todos los colombianos y colombianas que dieron la vida por este momento. Todos nuestros hermanos y hermanas líderes sociales que tristemente fueron asesinados en este país”, expresó la vicepresidenta electa al dirigirse a sus seguidores en Bogotá.

En el escenario, su movimiento Soy Porque Somos fue la mitad de la imagen del nuevo poder. Esa foto, de negras afrodescendientes, raizal y palenquera, demuestra la fuerza implacable de la vicepresidenta electa. Mamá de dos hijos, a quienes, por miedo, tuvo que sacar del país mientras adelantaba la campaña, Márquez es abogada, graduada de la Universidad Santiago de Cali, y fue galardonada en 2018 con el Premio Goldman, una suerte de premio Nobel del medio ambiente, por su lucha en la comunidad de La Toma “parar la minería ilegal de oro en su tierra ancestral” que estaba contaminando con mercurio el río en el que pescaba toda su comunidad.

Gustavo Petro, en tanto, pronunció un discurso extenso y examinó con prudencia, pero sin escatimar en los hechos, las necesidades y urgencias del pueblo colombiano. Reconoció como un hecho de paz la llegada de Pacto Histórico al poder. Su victoria deja sin piso la idea de que sigue la exclusión que acreditó y sostuvo la violencia política. Petro definió las tres líneas de su gobierno: paz, justicia social y justicia ambiental. Enfatizó en el cambio climático, la sombrilla bajo la cual terminará impulsando las transformaciones al modelo económico que prometió. Se proyectará como un líder ambientalista en Latinoamérica. Puso énfasis en trabajar para una “nueva Colombia” y por la reconciliación del país y de Acuerdo Nacional. También resaltó que no llegó con ánimos de venganza.

El aporte de las nuevas generaciones fue fundamental y eso es esperanzador. Las revueltas de 2019, lideradas por hombres y mujeres en su mayoría jóvenes, se hicieron sentir el domingo en las urnas. Un grupo etario importante, pues casi nueve millones se sumaron a los padrones electorales. Resulta evidente que la juventud necesita un cambio radical y enterrar la herencia maldita del uribismo.

Gustavo Petro y su compañera de fórmula, Francia Márquez, celebran el triunfo en el centro de eventos Movistar Arena, en Bogotá.

Un mundo donde quepan muchos mundos

La sociedad colombiana ha sido históricamente conservadora y víctima de la violencia política, las redes clientelares y una fuerte desigualdad social, extremos que hicieron que el progresismo nunca alcanzara la presidencia. Además, los proyectos de la izquierda democrática han sido asociados de manera sistemática a la guerrilla, estigmatizando a todos los líderes políticos que presentaran una alternancia a la derecha conservadora. El proyecto de Pacto Histórico es contundente y esperanzador, frente al giro político que está dando la región.

Colombia fue por décadas la protegida y niña mimada de la DEA, el departamento antidrogas de EE.UU., y, sobre todas las cosas, el panóptico militar y colonial del Cono Sur, con nueve bases militares controlando no solo al país, sino a todos los países fronterizos, sobre todo a Venezuela.

Petro y Márquez tienen por delante un desafío enorme. Construir ese ubuntu que significa “yo soy porque nosotros somos”, una palabra africana que implica tener en cuenta al otro. Promover la cooperación entre individuos, naciones y culturas. Un país que ha asesinado a gran parte de su juventud necesita recomponer los lazos de fraternidad y de solidaridad. Por eso los resultados del domingo son tan importantes para la construcción de la Patria Grande y para devolverles a los y las protagonistas de este cambio histórico los sueños depositados en las urnas.

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