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Las extranjeras / Sergio Olguín

Petra, Frida y yo nos hicimos amigas con ese entusiasmo que da conocerse en un viaje –le cuenta Verónica Rosenthal por mail a su amiga Paula–. Mientras cenábamos empanadas en un restaurante de las afueras nos contamos nuestras vidas. Petra es italiana, canta y toca la guitarra. La otra chica, Frida, es noruega y vivió un año en la Argentina (…) Anoche nos emborrachamos con un whisky que ni mi primo seguramente va a echar de menos. No me preguntes cómo ni hasta qué punto, pero Frida y yo terminamos en una situación confusa. Ya está, lo dije.” La confesión de Verónica conserva todavía la alegría y la frescura de quien anda de vacaciones y busca (o encuentra) nuevas compañías, nuevas experiencias. Pero la oscuridad acecha y pronto la euforia se convierte en terror.

“Las chicas muertas en Tucumán. Petra y Frida. Las mataron, las violaron, las hicieron mierda. Fue después de la fiesta. Les pasó todo por mi culpa. Si no las hubiera dejado, estarían vivas. Ayer encontraron los cuerpos tirados en el monte (…) Voy a averiguar quiénes fueron los hijos de puta”, le escribe a Paula unos días después. Y así comienza esta historia desesperada, protagonizada por la ya famosa periodista a la que Sergio Olguín dio a conocer en La fragilidad de los cuerpos.

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