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No se olviden de Cabezas

Ilustración: Mariana Romero

Ilustración: Mariana Romero

En febrero de 1997, mi amigo Alberto L., que vive en Roma, vino de vacaciones a Buenos Aires. Se quedó impresionado con las movilizaciones, actos, asambleas que se realizaban recordando a José Luis Cabezas al cumplirse el primer mes de su muerte. Había un sentimiento muy fuerte que atravesaba emocionalmente, era un sentimiento compartido por igual por casi toda la sociedad.

Era un sentimiento de indignación y bronca. “No se olviden de Cabezas” era la consigna que figuraba en los afiches donde aparecía la mirada de José Luis. Alberto, conmocionado, me dijo: “Si esto continúa así, jamás se olvidarán de Cabezas, no se olvidarán nunca de Cabezas”.

Año 2021, diciembre:

–Soledad –pregunto yo–, ¿te suena el nombre de José Luis Cabezas?

–A ver, a ver… ¿Es una localidad de la provincia de Buenos Aires?

Pasaron 25 años desde que lo quemaron esposado adentro de un auto. Cuántas fotos hubiese podido sacar José Luis Cabezas de acontecimientos, de esos que dejan una impresión indeleble en nuestra memoria.

Así, a vuelo de pájaro, son hitos:

-La crisis de 2001;

-los asesinatos de Kosteki y Santillán, en 2002;

-el paro agropecuario, en 2008;

-la muerte de Néstor Kirchner, en 2010;

-la primera marcha de Ni Una Menos, en 2015;

-el hundimiento del submarino ARA San Juan, en 2017;

-la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, en 2020.

¿Cuántos de estos acontecimientos serán recordados dentro de 25 años? La memoria es un espacio vacío si no se insiste, si no se teje, y no habrá justicia.

Recuerdo que cada acto, cada encuentro, cada entrevista, terminaba con la frase “No se olviden de Cabezas”. En algún momento eso comenzó a diluirse, por eso a Soledad le sonaba, pero nada más. La memoria es hacer historia permanentemente, decirla en voz alta, buscar la verdad y hacer justicia. “No se olviden de Cabezas.”

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