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76 años de lealtad

Desde que el 17 de octubre de 1945 miles de obreros y trabajadoras avanzaron sobre la Plaza de Mayo para exigir la libertad del coronel Juan Domingo Perón, preso en la isla Martín García, aquella jornada quedó registrada en la historia como el Día de la Lealtad, y también como la fecha de nacimiento del peronismo, que en la actualidad cumple 75 años.

Desde fines de septiembre y principios de octubre de 1945, se produjo una crisis dentro del gobierno nacional que había asumido el poder de facto en junio de 1943. La acumulación de poder del coronel Perón, entonces vicepresidente de la Nación, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión, había provocado desconfianza. Perón decidió renunciar a sus cargos, pero antes, con el apoyo de la Confederación General del Trabajo (CGT), convocó a un acto para despedirse, que fue transmitido por la red oficial de radios.

Fue el 10 de octubre de 1945, cuando se reunieron 70 mil trabajadores frente a la Secretaría, ante los que anunció: “Dejo firmado un decreto de una importancia extraordinaria para los trabajadores. Es el que se refiere al aumento de sueldos y salarios, implantación del salario móvil, vital y básico y la participación en las ganancias. Dicho decreto que he suscripto en mi carácter de secretario de Estado tiene las firmas de los ministros de Obras Públicas y de Marina, y beneficia no solamente a los gestores de la iniciativa –la Confederación de Empleados de Comercio– sino a todos los trabajadores argentinos”.

Este anuncio agitó aún más a la oposición de la Unión Cívica Radical, el Partido Socialista, el Demócrata Progresista y el Comunista, más los altos mandos de la Marina, que acusaron al presidente Edelmiro Farrell de ser cómplice de Perón, y propiciaron la finalización del gobierno militar sosteniendo que la Corte Suprema de Justicia debía asumir el gobierno. El Ejército, en cambio, se inclinó  por apoyar a Farrell, quien debía cambiar su gabinete y fijar una fecha para realizar elecciones, que fue lo que finalmente sucedió. Los empresarios impulsaron un lock-out durante tres días en oposición al decreto del que había hablado Perón.

Mientras tanto, el coronel fue detenido y trasladado a la isla Martín García. En respuesta, la CGT decidió convocar a un paro general a partir de la 0 hora del jueves 18 de octubre. Pero los trabajadores se adelantaron un día y desde las fábricas del conurbano marcharon hacia la Plaza de Mayo.

¿Pero qué fue lo que los impulsó a salir a la calle? Desde que Perón se hizo cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión, en 1943, se firmaron en todo el país 127 convenios de trabajo con la intervención de las asociaciones patronales y 421 con intervención de los sindicatos. Estos acuerdos contemplaron aumentos de salarios por convenios colectivos, aguinaldo, vacaciones pagas y estabilidad en el empleo.

En un estudio sobre los orígenes del peronismo que escribió el ex ministro de la Corte Suprema Carlos Fayt, a quien no se lo puede sospechar de peronista, se sostiene que en diez meses la secretaría de Trabajo y Previsión incorporó mediante decreto a dos millones de personas a los beneficios del régimen jubilatorio y creó desde los Tribunales de Trabajo hasta el Estatuto del Peón de Campo.

LA ESENCIA DEL PERONISMO

Esta fue la razón por la que los trabajadores salieron a apoyar a Perón. Por primera vez en la historia argentina, un funcionario del gobierno había escuchado sus reclamos y los había respondido con hechos, inaugurando una nueva forma de hacer política desconocida hasta entonces. Por primera vez, quienes habían sido excluidos por el proyecto de país instaurado por Bartolomé Mitre luego de la batalla de Pavón en 1861 eran considerados en su ciudadanía, revirtiendo la premisa de “civilización y barbarie”.

Y también las mujeres se sumaron masivamente. Es que Perón había mejorado sus condiciones laborales. Tras crear la Dirección de la Mujer en la Secretaría de Trabajo, la diferencia salarial con los varones por la misma tarea se hizo evidente. En 1943, los sueldos de las mujeres en la industria textil eran un 40 por ciento más bajos que el de los hombres, por la misma tarea. Dos años más tarde, la disparidad había decrecido al 20 por ciento. En ese año, el 32 por ciento de los trabajadores eran mujeres, concentradas en los rubros textil y docente.

Juntos, obreros y trabajadoras, estrenaron una manera desconocida de expresar su adhesión. Miles de hombres y mujeres, vestidos con sus ropas de trabajo, invadieron las calles y desconcertaron a los porteños, que nunca habían visto una manifestación parecida, multitudinaria pero pacífica. “Era gente con cara difícil”, describió tiempo después con desprecio un aristócrata sorprendido. Ese día nacieron los motes de “cabecita negra” y “descamisados”, que se mantuvieron en el tiempo para referirse despectivamente al pueblo trabajador.

En el interior del país se produjeron situaciones similares. En Tucumán, los trabajadores de los ingenios azucareros marcharon a pie desde Lules y Mercedes hasta la ciudad y reclamaron en las escalinatas de la Casa de Gobierno. En Córdoba se reunió una multitud proveniente de las canteras y de Alta Córdoba.

Pese al clima festivo y pacífico, la jornada terminó con la muerte de Darwin Pasaponti, un manifestante de 17 años que fue baleado en la cabeza al pasar frente al diario Crítica, donde se produjo un tiroteo entre opositores de Perón y los integrantes de la Alianza Libertadora Nacionalista.

DIGNIDAD AL PUEBLO, LEALTAD A PERÓN

El decreto que Perón había dejado firmado, con el número 33.302 se hizo efectivo recién el 20 de diciembre de 1945, después de que la CGT convocara a otra masiva manifestación. Por esa disposición, se aumentaron los salarios, se aplicó el salario mínimo, vital y móvil, se creó el Instituto Nacional de Remuneraciones y se instituyó el aguinaldo. Con Perón en el gobierno, el 21 de septiembre de 1946, se promulgó la Ley 12.921, que incorporó a la legislación nacional a todos los decretos firmados entre 1943 y 1946, entre ellos el 33.302, y además el estatuto del periodista, el del peón de campo, el del médico, el referido al conchabo de los braceros, el laudo de los gastronómicos, las vacaciones pagas y obligatorias, entre tantos otros. 

Pasaron 76 años desde que “el subsuelo de la Patria sublevado”, como Raúl Scalabrini Ortiz calificó a los protagonistas de aquella jornada, llegó hasta la Plaza de Mayo a exigir la libertad del coronel que les había devuelto la dignidad y la esperanza. Respondieron con lealtad, una virtud que el diccionario define como  el “cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad, las del honor y la hombría de bien”, e hicieron realidad la otra frase que Perón les dijo al despedirse el 10 de octubre: “Pensamos que los trabajadores deben confiar en sí mismos y recordar que la emancipación de la clase obrera está en el propio obrero”.

Podríamos inventar hoy también la expresión “mujería de bien”, que el diccionario no contempla, para sumarla a la lealtad y agregar además a las obreras y trabajadoras para compartir la misma confianza.

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