Icono del sitio Caras y Caretas

Una influencia sin fronteras

Gilda es el primer ícono de la cultura popular que rompió con los paradigmas de la época del circuito bailantero y se convirtió en una artista universal. De la apropiación de sus letras por parte de grupos de cumbia villera, como Meta Guacha, y la utilización de sus himnos en actos de campaña política, a la nueva conquista de las mujeres que retomaron sus versos empoderados en las versiones de la chilena Mon Laferte, durante su gira de 2018 en la Argentina, o la que hizo la folklorista Verónica Condomí en su disco …camino de estrellas, de 2014.

A 25 de años de su trágica muerte, su estela musical sigue brillando. En la celebración de este año de los Premios Gardel, la orquesta La Delio Valdez hizo una nueva versión de “Paisaje”, con Karina la Princesita y un ídolo popular como Abel Pintos, retomando aquel clásico que, también, había grabado Vicentico para su disco solista Solo un momento, de 2010.

Recientemente se editó el disco tributo Por siempre Gilda, producido por el sello Leader Music, con el que Gilda grabó sus últimos dos discos, Pasito a pasito con… Gilda (1994) y Corazón valiente (1995). Solistas como Chita, Soledad, Feli Colina, Rocío Igarzabal, Zoe Gotusso, Natalie Pérez, Brenda Asnicar, India Marte y An Espil, que vienen del soul y R&B, el pop, la cumbia experimental, el indie y el folklore, reversionan clásicos de Gilda, como “Corazón valiente”, “La puerta” y “No me arrepiento de este amor”, entre otras. El nuevo material en audio y video, subido a todas las plataformas digitales y con la dirección artística de Lito Vitale, refleja la huella musical que dejó Gilda en todas ellas.

Feli Colina, que participa en el disco tributo, es una de las nuevas figuras de la escena indie. Con su trío le dio forma a una experimental balada trip hop del clásico “No me arrepiento de este amor”, donde la base de piano Rhodes y una instrumentación minimalista y austera de bajo y batería dejan lucimiento a la voz que lleva la cadencia de la melodía y la letra, totalmente despojada de su pulso bailable. Sin embargo, el vínculo de la cantante salteña con Gilda fue a través del baile. “Es inevitable que me emocionen sus canciones, conocerlas, que hayan significado momentos de mi vida, porque nací en este país y tengo un millón de recuerdos bailando con mis tías, mis primas, mis amigas, cantando los temas. Son canciones que unen generaciones. A mí me gustan todos los palos de música y me es indiferente el estilo si me gusta la canción”, dice Colina.

CUMBIA URBANA

Paz Ferreyra, más conocida como Miss Bolivia, fue una de las primeras en reflejar la influencia de la cumbia en su identidad musical urbana. Ese beat tropical se plasmó en uno de sus primeros hits junto a Leo García, “Tomate el palo”, de 2013, y en su último tema, “Soltera” (2020), junto a Cazzu, la reina del trap. “Gilda significa y significó para mí una gran inspiración –dice Paz–. Como mujer emergente en una escena predominantemente masculina y algo machista, se popularizó viniendo desde abajo, convocando y atravesando a distintos sectores sociales y culturales, y despertando fanatismo y admiración popular. Gilda, autora, intérprete y luchadora, dejó su impronta en la historia de la música en la Argentina. Su legado es indiscutible y abrió las puertas para que muchas otras mujeres comiencen a poblar los escenarios de la cumbia”.

En 1994, el mismo año que Gilda editó su disco Pasito a pasito con… Gilda, donde estaba el hit “No me arrepiento de este amor”, el músico Leo García editaba su primer EP con su banda de tecno pop Avant Press, producida por Daniel Melero. Su música, de la que era fan Gustavo Cerati, corría en un universo paralelo al de Gilda. Después de la muerte de la cantante y su etapa solista volcada al pop, todo eso cambió. Leo García se convirtió en uno de sus mayores difusores. En 2010 editó El milagro dance, un EP donde incluyó su versión del tema de Gilda “Como tú”, el resultado final de un tributo constante dentro de sus conciertos. “Todos los 7 de setiembre, que se cumple su aniversario, es un día muy especial para mí. Me hice fan después de su fallecimiento, pero para mí sigue viviendo, porque es como un ángel, un ícono popular, que es el más grande de todos junto a Gardel. Es increíble cómo pasan los años y su música siempre va a sonar bien. Es una cosa que no se queda anclada en un tiempo. Eso demuestra que hay artistas y hay músicas que trascienden las modas y las industrias. Si hay ángel, carisma, talento, si es un amor verdadero como el de Gilda, trasciende todas las épocas. Los argentinos tenemos que estar orgullosos de estar frente a un fenómeno del arte popular como el de Gilda”, dice el cantautor.

CONOCIENDO RUSIA

En 2016, la actriz y cantante Natalia Oreiro protagonizó la película biográfica Gilda. No me arrepiento de este amor, dirigida por Lorena Muñoz. Ese film, con la banda de sonido cantada por la propia Oreiro, le dio un nuevo aire al legado de Gilda. El éxito de la película, vista por más de un millón de espectadores ese año, y la popularidad de la cantante en Rusia la llevaron de gira con esas canciones. Lucy Patané tocó en el grupo de Natalia Oreiro en esa gira por Rusia. “Lo que pasó ahí fue una cosa increíble –recuerda Patané–. Todas las chicas rusas la recibieron a Nati tuneadas como Gilda, con las coronas de flores en la cabeza, y cantando en castellano las canciones. Me pasó estar tocando y pensar hasta dónde llegó Gilda y la pasión que despierta. Yo la empecé a escuchar en el 97, 98, cuando con mis amiguitas íbamos al samba en el shopping y pasaban los temas de cumbia del momento, como Malakate, Avalancha, pero cuando sonó Gilda fueron como una revelación sus letras y lo que cantaba sobre el amor. En un momento, mientras tocaba, conecté cuando yo la escuchaba de chica y estar ahí en Rusia tocando sus canciones. Me pareció un evento muy mágico recordar eso y ver a las rusas cantando los temas con todo”.

Marina Fages, guitarrista, compañera de ruta de Lucy Patané en El Tronador, figura del indie rock, con tres discos solistas y criada con base en la música hardcore y punk como su amiga, también tiene una relación con Gilda ligada a la adolescencia. “En esa época iba más a shows de hardcore, punk y me encantaba el grunge, pero cuando salía con mis compañeres de colegio nos íbamos al boliche de cumbia, y si había algo de lo que sonaba que me encantó fue la voz de Gilda. Es que, posta, por esa época no sonaban muchas mujeres cantando, y la voz de ella siempre me pareció muy hermosa”, dice Fages.

Gilda decía que hacía música para que la gente bailara, pero que también para que escuchara sus letras. Algo de lo que tomó nota Tita Print. La artista, compositora y militante de cumbia de la nueva generación estudió folklore en la Escuela de Musica Popular de Avellaneda, tocó con Las Blacanblus y Axel, y creó su propia personalidad musical alrededor de la cumbia, el keytar (un teclado con forma de guitarra que usan desde Pablo Lescano, de Damas Gratis, hasta Herbie Hancock) y sus letras transfeministas. “Gilda me acompaña siempre en mis canciones y en el escenario. No sólo porque la tengo estampada en la espalda sino porque su música me recuerda que hay que bailar y es una bandera de lucha y resistencia. Una manera de resistir es seguir bailando y ser feliz. Hay algo que dice Gilda en una entrevista que me pone a pensar: “Se puede ser un amante de música tropical y ser gente de bien”. Dice esto porque la cumbia, culturalmente, siempre es como de segunda en relación a otros géneros, no vale lo mismo que el jazz”.

Salir de la versión móvil