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Argentina campeón en México 86

Ninguno de los 28 futbolistas de la delegación nacional en la Copa América en Brasil vio salir campeón del mundo a la Argentina. Todos nacieron después de la victoria 3 a 2 ante Alemania en el Estadio Azteca, de la coronación de Diego Maradona en México 1986, la segunda –y última– vez que la Argentina tuvo la copa del mundo entre las manos. Franco Armani es el que más cerca estuvo entre los convocados por Lionel Scaloni para el torneo más viejo del continente: nació el 16 de octubre de 1986. De haber nacido unos meses antes, poco hubiera cambiado. El arquero tampoco hubiese recordado nada de esos días gloriosos entre el 31 de mayo y el 29 de junio de 1986, que entronizaron a Diego como el mejor de todos los tiempos. De cualquier manera, Armani hubiese formado parte de la generación Sub 35, una porción de la Argentina que necesita recurrir a YouTube para saciar las ganas de gritar campeón. Pertenece al club de los que vivieron –vivimos– el cruce del Rubicón, la frase que eligió Alejandro Sabella al llevar a la Selección más allá de los cuartos de final en Brasil 2014, como el festejo de un campeonato. 

Lo que vino después de ese triunfo por 1 a 0 ante Bélgica, lo que se liberó por esos pocos días con el gol de Gonzalo Higuaín y la clasificación a la final del 2014 con los dos penales atajados por Sergio Romero fue un nuevo estado, una sensación desconocida, la posibilidad de entender la felicidad futbolera sin mediaciones para esa generación que, hasta entonces, veía al título de 1986 como un episodio lejano, un suceso casi irrepetible, solo atado por la adoración generada por Maradona. Pero Alemania y Mario Götze nos devolvieron al estado anterior y la derrota en aquella final potenció la racha maldita. “Al Mundial de México lo veo como si fuera un documental”, resume un amigo, menor de 30, acerca del campeonato de hace 35 años, el que dejó a Maradona en la cima para siempre. La conexión, lo que los une a esas imágenes de 1986 que parecen en blanco y negro, es nada menos que la fascinación por Diego. Es el punto de encuentro, lo que lo vuelve algo menos ajeno, un rasgo de identidad todavía más fuerte ahora que ya no está. 

Es también otra forma de canalizar el amor, de procesar la ausencia, algo de lo que se vio hace una semana. A las 16:09 del martes 22 de junio, la hora exacta, se escucharon goles acá y allá, se repitieron los “Vamos Diego”, se simuló el relato de Víctor Hugo Morales y se volvió tendencia en las redes sociales. #GritaloPorD10S fue el homenaje en modo pandemia para recordar esos 10,6 segundos, 52 metros, 44 pasos y 12 toques con la zurda contra Inglaterra. Con la herida todavía abierta desde ese 25 de noviembre del año pasado, el mejor gol de la historia esta vez logró condensar a todas las generaciones. A quienes lo disfrutaron en vivo y regresaron a esa jornada de 1986. A quienes construyeron sus hazañas entre videos y relatos ajenos. ¿Se convertirá acaso en una costumbre de cada aniversario, un nuevo rito futbolero, otra construcción para que las próximas generaciones también sigan amando a Maradona?


“Qué país especial que somos. Salimos a la calle a gritar un gol del pasado. Un país metafísico”, tuiteó el escritor Juan Diego Incardona, en medio de la movida que invadió los grupos de WhatsApp y las redes. Los gritos también se pueden leer como la expresión de una necesidad, de un festejo, un pedido de auxilio para que vuelvan esos días felices. México es el último título mundial y la Copa América 1993, el último de la selección mayor. Desde entonces, no hubo más coronaciones en los 18 torneos oficiales que jugó la Argentina. 

Aunque hay una esperanza, un nombre y apellido que diferencia a la clase Sub 35, la que nunca vio campeón a la Argentina. Está Lionel Messi. Acaso en junio de 2023, cuando el Mundial de Qatar haya quedado atrás, el recuerdo de México 1986 ya no será –también– el comienzo de la maldita racha. Tal vez sea una excusa, otro motivo para sentir que seguimos estando cerca de Maradona.

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