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Medicine at Midnight / FOO FIGHTERS

Dave Grohl ocupa un lugar singular en la industria del rock. Porta las credenciales indelebles de haber  sido parte de Nirvana –quizás el último gran shock de rock/pop en carne viva– y después de haber construido con Foo Fighters una de las grandes y últimas bandas de rock de estadios. El cantante, guitarrista y baterista supo darle vida a una entidad lo suficientemente potente –con melodías adhesivas incluidas– para seducir a los fanes del género y ostentar cierta “buena onda” capaz de convencer a los más incautos. La sonrisa indeleble de Grohl se transformó en una marca registrada, pero también su energía y generosidad para reivindicar a figuras previas a la explosión grunge. Así las cosas, Foo Fighters se transformó en una garantía de buenas canciones, rock y algunas letras que raspan, pero no tanto. Medicine at Midnight fue promocionado como el disco más “festivo” o luminoso de la banda de Grohl, y algo de eso hay. Decididamente, es un álbum para afuera que se permite arreglos y/o formas rítmicas que hubieran sido intolerables para el grunge –para hacer una contraposición estridente, Foo Fighters saltó de ese subgénero muy rápidamente–. Entonces, “Making a Fire” atrapa con un riff que no para de empujar y coros góspel –cortesía de la hija adolescente de Grohl–, “Shame Shame” casi parece recordar al Bowie de “Fame”, “Waiting on a War” ofrece una balada acústica de ocasión, “Medicine at Midnight” quizás sea el tema más pop y movedizo, “No Son of Mine” propone a un Metallica para toda la familia y “Love Dies Young” coquetea entre las guitarras y los arreglos bailables. Todo con una producción exacta que suena en presente sin desdibujar la naturaleza del grupo. El décimo disco de Foo Fighters, entonces, ofrece 37 minutos con algún paso en falso, pero en el que triunfan la energía, las buenas melodías, algunos arreglos osados y la efectividad de siempre. Nada para despreciar hoy en día. Por otro lado, quizás hace más visible que nunca que Foo Fighters funciona como un refugio en el rock mainstream y, al mismo tiempo, una receta a la medida de fanes que le dedican a la música el tiempo libre entre los problemas de sus hijos, las prepagas, el mecánico y la humedad en las paredes.

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