Desde hace más de siete meses el Gobierno nacional apostó fuerte a la industria de la construcción como dinamizadora de la actividad económica y no se equivocó.
Si bien tardó algún tiempo en tomar ritmo, hoy la construcción está entre los sectores industriales más dinámicos en el contexto de la pandemia por covid-19. De hecho, se observan faltantes de insumos en rubros como cemento o ladrillos, lo que da una pauta de la demanda al interior de la cadena de valor.
Tras hundirse 76,2 por ciento en términos interanuales en abril y 48,6 en mayo, el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC), que difunde todos los meses el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), mostró en los meses subsiguientes una consistente desaceleración de la caída hasta llegar en septiembre a una baja del 3,9 por ciento comparado con el mismo mes de 2019.
En términos de actividad, hoy el sector superó los niveles prepandemia y se ubica en un escalón semejante al que tenía en noviembre de 2019. Aunque a nivel de empleo, “aún se está muy lejos de los niveles prepandemia”, indican fuentes del sector.
Más allá de los números, lo cierto es que la construcción ya arrancó, por el fuerte impulso que está teniendo la obra pública, en especial a nivel nacional.

Para el Gobierno nacional la apuesta al cemento, el ladrillo y el asfalto es clave para mover la economía, aunque no desconoce los desafíos que plantea la macroeconomía para el desarrollo del sector. Es que la inflación, la brecha cambiaria, la suba del tipo de cambio oficial y la tasa de interés también juegan su partido.
En despachos oficiales entienden que la construcción tracciona numerosas actividades, desde la producción de piedras y cemento, aceros largos y molduras, hasta ladrillos, grifería, caños de PVC, productos de electricidad, maquinaria, vehículos pesados, servicio de transportes, pinturas, revestimientos, carpintería metálica y de madera, indumentaria, alimentación, seguros, y sigue la lista…
Pero además, genera empleo rápidamente. “Al ponerse en marcha una obra, de un día para el otro se crean cientos de puestos de trabajo”, asegura Iván Szczech, titular de la Cámara Argentina de la Construcción.
Es cierto que, en general, se trata de trabajos no calificados, pero no menos cierto es que la gente que empieza a trabajar en una obra empieza a percibir ingresos en forma quincenal y contribuye así a dinamizar el consumo en su propio barrio.
RECURSOS E INCENTIVOS
“La actividad está empezando a moverse por las aperturas en las ciudades y provincias”, afirmó Szczech, y admitió que “hay buenas expectativas” por la obra pública, que en el proyecto de Presupuesto 2021 tiene asignada una participación del 2,2 por ciento del PBI. Sólo para tener una referencia, en el Presupuesto 2019, prorrogado este año, esa pauta es del 1,1 por ciento.
No es un dato menor, aunque hay que recordar que la obra pública representa sólo 30 por ciento del negocio de la construcción. El otro 70 está explicado por las obras privadas, tanto obras de infraestructura (energía, minería, puertos, plantas industriales, depósitos, centros logísticos) como viviendas, edificios y todo el espectro de ampliaciones y reformas.
Para este segmento, el pasado 23 de octubre el Poder Ejecutivo envió dos proyectos de ley al Congreso: uno para fortalecer la cartera de créditos hipotecarios para acceder a la vivienda y el otro para apalancar la actividad atrayendo fondos que hoy no están declarados.
“La exteriorización de capitales es una buena idea para el sector y se está viendo mucho interés”, aseguró Szczech, y desde la Cámara de la Construcción sostienen que debería haber una tasa menor para quien exteriorice los fondos en pesos. Es un proyecto muy relevante en momentos en que “hay un incentivo implícito por el bajo costo del metro cuadrado en dólares”, precisó Szczech.
Ricardo Delgado, director de la consultora Analytica, sostiene que “hoy el costo de construir ronda los 500 o 600 dólares y es más bajo que en 2002”. En ese sentido, recomienda “pensar mecanismos alternativos de fondeo”, buscando “atraer los 225.000 millones de dólares que los argentinos tienen fuera del sistema”, literalmente en el colchón.
Ambos coinciden en un punto: la necesidad de estabilizar la macroeconomía, lo que daría lugar a una expansión de la inversión en esta actividad.
“Teniendo en cuenta el costo de la construcción y que la inversión pública está sujeta claramente al ciclo económico, hay mucho margen para crecer y generar empleo”, explicó Delgado. Y específicamente sobre la obra pública, alertó sobre la discusión que se viene con el FMI y el déficit fiscal, porque cuando hay que ajustar “la primera partida que se mira es la obra pública”.
Por su parte, Szczech destacó que hoy hay mucha obra privada para construir desde el pozo, pero remarcó el valor del financiamiento. “En la Argentina el crédito hipotecario es apenas el 1 por ciento del PBI, en Chile es el 20, y en Uruguay, Paraguay, Perú y Bolivia rondan el 10 por ciento del producto”.
MANOS A LA OBRA
En la implementación de políticas públicas orientadas a desarrollar una actividad confluyen, al menos, tres factores: proyectos y programas; presupuesto e incentivos específicos.
Pero además, hay dos requisitos esenciales para éxito de la iniciativa: decisión política para priorizar una actividad y condiciones macroeconómicas para la implementación. La primera está confirmada, la segunda necesita estabilizar las variables y hacerlas sostenibles en el tiempo.
El Ministerio de Obras Públicas tiene en ejecución 700 obras en todo el país. Al llegar al Gobierno “nos encontramos con el 70 por ciento de las obras paradas”, señaló el pasado 20 de octubre el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, al presentar el portal MapaInversiones.
Hasta el momento, la cartera encaró obras por 140.000 millones de pesos, pero teniendo en cuenta que a septiembre ya se había ejecutado el 75 por ciento del presupuesto, Katopodis negocia con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, una ampliación del presupuesto para llevarlo a 170.000 millones de pesos.
Además, en estos meses el Gobierno puso en marcha iniciativas como Precios Cuidados para insumos de la construcción, el Observatorio de la Obra Pública y el portal Mapa Inversiones, destinado a dar mayor transparencia a la ejecución del presupuesto y monitorear el avance de los trabajos a cargo del Ministerio de Obras Públicas de la Nación.
Además, está el Plan Argentina Hace, orientado a obras en los municipios, el relanzamiento del plan Procrear para construcción, remodelación y ampliación de viviendas, entrega de lotes con servicios y la constitución de la mesa sectorial de la construcción, destinada a trabajar sobre la agenda de prioridades en el sector. Y se construyeron en tiempo récord doce hospitales modulares de emergencia (HME) para otros tantos municipios.
El Plan Argentina Hace tiene el foco en pequeñas y medianas obras en municipios y el objetivo es llegar a los 2.300 municipios con obras de infraestructura social básica y de rápida ejecución. Tiene un presupuesto de 30.000 millones de pesos y se espera generar 20.000 puestos de trabajo, con criterio de “paridad de género”, indican en el Gobierno.