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The Ever Fonky Lowdown / WYNTON MARSALIS

Wynton Marsalis es reconocido como uno de los trompetistas y pensadores del jazz más ilustrados y prolíficos de las últimas décadas. Desde el Jazz at Lincoln Center institucionalizó, con esfuerzo y dedicación, una reserva moral de lo que él entiende por el género. Su trabajo es realmente trascendente e inspirador, incluso para los que piensan totalmente diferente. Su larga carrera alterna la admiración general con algunas declaraciones destempladas que a veces desdeñan otras expresiones musicales. Pero Marsalis no es un hombre de quedarse de brazos cruzados o inhibirse con el qué dirán. Por eso, en plena era del Black Lives Matter y a semanas de las elecciones presidenciales en EE.UU. –que podrían determinar un nuevo mandato de Donald Trump–, el trompetista lanza una obra monumental desde varios puntos de vista. The Ever Fonky Lowdown es una exhaustiva declaración musical, cultural, social y política. Al comando de la Jazz at Lincoln Center Orchestra, con las voces de Christie Dashiell, Ashley Pezzotti, Camille Thurman y Doug Wamble, y los recitados del actor Wendell Pierce (The Wire), que interpreta al cruel y cínico Mr. Games, Marsalis desarrolla un caldo espeso de sentidos imposibles de pasar por alto. Desde lo estético, despliega una especie de comedia musical con los dos pies plantados en Nueva Orleans, excursiones a ritmos afines, ecos de circo y mucho más. The Ever Fonky Lowdown funciona como una celebración de una tradición cultural riquísima, repleta de matices y creatividad, pero también –y quizás ante todo– es una declaración política. Contra el racismo, la codicia, los explotadores, los falsos profetas y la corrupción. Se trata de un recorrido de más de una hora donde brillan el pulso adictivo de “I’ Don’t Like Nobody but Myself ”, los tonos entre tribales y grandilocuentes de “The Drums of War”, el góspel sardónico de “What Would the Savior Think?” y el espíritu juguetón de “Everybody Wear They Mask”, entre muchas otras. Pero The Ever Fonky Lowdown se impone como una obra conceptual en lo musical y en lo discursivo. Marsalis, con su inteligencia de siempre y más allá de alguna contradicción –pasa en todas las familias–, pone su granito de arena político-musical para atacar los cimientos desde donde se construyó la sociedad de EE.UU. Ojalá su “hasta acá” pueda sumarse a muchísimos otros y logre los resultados deseados.

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