Una famosa fotografía tomada el 5 de noviembre de 2005 capta el momento en que Néstor Kirchner atraviesa con la vista a quien era entonces su par estadounidense, George W. Bush, durante la cumbre del ALCA en Mar del Plata.
La mirada contenía toda la potencia histórica de aquel parteaguas que fue el “No al ALCA” y hablaba no sólo de la epopeya que América latina estaba dispuesta a transitar en el siglo XXI sino también de la determinación de Kirchner de recolocar a la Argentina en un lugar de dignidad en el mundo.
En la política exterior kirchnerista, las palabras clave fueron autonomía, soberanía e integración. En esa dirección, lo primero que se hizo fue romper con el modelo neoconservador dependiente de los 90 (que en política exterior se expresaba con el eufemismo de “realismo periférico”) y, simultáneamente, recolocar a la Argentina en la familia latinoamericana, fortalecer la alianza estratégica con Brasil (presidida por Luiz Inácio Lula da Silva desde enero de 2003) y profundizar el Mercosur.
Arropado por el clima regional propicio que Hugo Chávez había creado al asumir la presidencia de Venezuela en 1999, Kirchner rescató a la Argentina del rol servil que venía cumpliendo ante las grandes potencias y la sumó junto al Uruguay de Tabaré Vázquez, el Ecuador de Rafael Correa, la Bolivia de Evo Morales, el Paraguay de Fernando Lugo, Brasil y Venezuela a la vanguardia del movimiento antineoliberal en el mundo.
Para Kirchner estaba clarísimo que la única integración posible era la que permitía beneficios mutuos, como aclaró en su discurso inaugural, en Mar del Plata, ante la contrariedad indisimulada de su par estadounidense. “Un acuerdo no puede resultar de una imposición en base a las relativas posiciones de fuerza”, subrayó. Y por si no quedaba claro no sólo denunció la catástrofe humanitaria que significaba la economía de mercado, sino que defendió el derecho de cada pueblo a su autodeterminación. “Nuestro continente, en general, y nuestro país, en particular, son prueba trágica del fracaso de la ‘teoría del derrame’(…) Las consecuencias nefastas que las políticas de ajuste estructural y del endeudamiento externo tuvieron para el pleno ejercicio de los derechos humanos, en especial los derechos económicos, sociales y culturales, viven y recorren trágicamente el mapa de la inestabilidad latinoamericana. No se trata de ideología, ni siquiera de política, se trata de hechos y de resultados. La experiencia demuestra que lo aconsejable es dejar que cada demuestra que lo aconsejable es dejar que cada país pueda elegir su mejor camino para el desarrollo con inclusión social”.
EN LOS CUARTELES
La audacia de su planteo fue mucho más allá del plano económico y alcanzó incluso el militar, un área donde Néstor Kirchner, como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, realizó las transformaciones más importantes de nuestra historia. Sobre todo, durante el período de Nilda Garré como ministra de Defensa, las Fuerzas Armadas adoptaron, en lo interno, nuevas concepciones en relación con seguridad y defensa, derechos humanos, perspectiva de género, reforma de la justicia militar, modernización de las escuelas, institutos y planes de estudios y desarrollo industrial y tecnológico militar, ente otros temas.
En los casi cinco años que gobernó Néstor, la integración regional fue un objetivo transversal de su política. Su primer ministro de Defensa, José Pampuro, concretó, por ejemplo, la formación de una fuerza chileno-argentina para las misiones de paz, un logro importantísimo si se tiene en cuenta dos cosas: los roces históricos con Chile y que nunca antes ninguna fuerza militar de América del Sur había osado compartir proyectos con sus vecinos sin la implícita autorización del Pentágono.
Estas medidas fueron el prólogo de un proceso de integración en política de defensa que se continuó durante el gobierno de Cristina Fernández. La creación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y, sobre todo, la del Consejo de Defensa Suramericano (CDS) fueron, sin duda, los puntos relevantes de esa agenda.
Por iniciativa de Garré, se fundó el Centro de Estudios Estratégicos de Unasur, con sede en Buenos Aires, para el diseño, a mediano y largo plazo, de las políticas y las estrategias de seguridad y defensa de la región. En forma complementaria, en mayo de 2011 se inauguró en Santa Cruz, Bolivia, la Escuela de Defensa y Soberanía de los países del ALBA con el fin de “construir un pensamiento estratégico regional y diseñar respuestas ante posibles amenazas de intervenciones extranjeras en el continente”. Todo esto, por el momento, se ha perdido.
PRIMER SECRETARIO DE UNASUR
La Unasur, formada por los doce países del subcontinente, fue uno de los puntos más altos en el potencial estratégico, económico y político de nuestra historia continental. El tratado constitutivo se firmó en Brasilia en 2008, y en mayo de 2010 se designó a Néstor Kirchner como su primer secretario general. Por entonces, Unasur tenía más de 3.000 millones de dólares de PBI regional y unos 400 millones de habitantes en 17,7 millones de kilómetros cuadrados ricos en biodiversidad, agua, petróleo y otros recursos naturales. Su gran ventaja era la integración lingüística, y la desventaja, la enorme asimetría entre los países que la componen.
En poco tiempo, los logros de Unasur para resolver conflictos sin la intervención de la OEA (o sea, sin EE.UU.) fueron enormes. En septiembre de 2008, frenó un golpe de Estado contra Evo Morales, y el 30 de septiembre de 2010, otro contra Correa. En agosto de ese año, Néstor Kirchner, como secretario general, destrabó con éxito un conflicto entre Colombia y Venezuela que había llegado incluso al desplazamiento de tropas en la frontera. El acuerdo se firmó en un sitio histórico cargado de simbolismo: la Quinta de San Pedro Alejandrino, en Colombia, el lugar donde falleció Simón Bolívar en diciembre de 1830.
Hoy, en la Ciudad Mitad del Mundo (Ecuador), el edificio Néstor Kirchner, construido especialmente como sede de Unasur, está en pausa, a la espera de que más temprano que tarde la creciente fuerza popular vuelva a restablecer el destino de nuestra América.