A Cristina Iglesias y su hija Ada, de 7 años, las encontraron enterradas en un pozo en el fondo de su casa en Monte Chingolo, en el partido bonaerense de Lanús. Fue el sábado 28 de marzo. Estaban desaparecidas desde el jueves de esa semana. Abel Romero, el hombre que vivía con Cristina desde hacía dos meses, las apuñaló y enterró en pleno aislamiento social, preventivo y obligatorio. Durante marzo, el mes en el que el coronavirus arribó a la Argentina, murieron un total de 27 personas por COVID-19, un número similar de niñas y mujeres fueron víctimas de femicidio.
Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró pandemia al virus inesperado y los gobiernos empezaron a tomar medidas como la suspensión de clases y la limitación de la circulación, distintas investigaciones académicas y feministas en todo el mundo alertaron sobre el triple impacto de género de esta crisis sanitaria: afecta la salud de las mujeres que son mayoría en el sistema de salud, recrudece la doble jornada laboral y pone sobre sus espaldas trabajos de cuidado no reconocidos y coloca, de manera obligatoria, en una zona de riesgo a aquellas que están encerradas en sus casas con sus abusadores y agresores. Sin contar el impacto económico que, como toda crisis, tendrá más fuerza sobre las niñas, adolescentes, mujeres, lesbianas y trans.
Quizás es pronto para elaborar conclusiones apresuradas pero sí es necesario mirar este nuevo contexto desde una perspectiva feminista. En lo concreto, no hubo un aumento de los femicidios en el país: si se toman en cuenta los registros de la sociedad civil para marzo de 2019 hubo 33 asesinatos por razones de género y para marzo de 2020, fueron 34. El número es casi idéntico. Alarma por la gravedad y si se mira en contraste con otros datos: en la Ciudad de Buenos Aires, los robos y hurtos, según datos del Ministerio de Seguridad, desde en el inicio del aislamiento en marzo bajaron un 92 por ciento. No sorprende: la OMS ya había declarado hace varios años a la violencia de género “un problema de salud global de proporciones epidémicas”.
Pedidos de ayuda
Los aumentos sí se evidenciaron en los pedidos de ayuda: el promedio diario de consultas por violencia machista a la Línea 144 -declarada servicio indispensable después del anuncio del aislamiento obligatorio-superó en un 39 por ciento al de los días anteriores. El Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad comparó los datos del 1 al 19 de marzo con el período que va del 20 al 31 de ese mismo mes. Al 31 de marzo, un 25 por ciento de las consultas por violencia machista a la Línea 144 habían ingresado por medio de Whatsapp, un canal que se sumó a los ya existentes como medida en respuesta a la pandemia. Según confirmamos para esta nota, el número de atenciones por esta vía continúa creciendo. La gran mayoría de casos corresponde a la modalidad de violencia doméstica. Sin embargo, es necesario cruzar estos números con otros para sacar conclusiones: las denuncias recibidas en la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación, que puede poner en marcha medidas de protección, bajaron estrepitosamente ya que la denuncia se activa de manera presencial. Lo mismo sucedió con las fiscalías especializadas.
El flamante e inédito Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, un ministerio en construcción, tuvo que poner en pausa sus planes para este año y todos los esfuerzos confluyeron en poder aportar medidas específicas que mitiguen el triple impacto de género que provoca la crisis sanitaria. Además de fortalecer la atención en la línea 144 y abrir el canal de Whatsapp para que puedan contactarse quienes no pueden hablar por teléfono; articularon con sindicatos que pusieron a disposición los hoteles gremiales para alojar a aquellas que piden ayuda, gestionaron con el Ministerio de Desarrollo la incorporación de 300 mujeres en situación de violencia al programa Hacemos futuro y abrieron el ingreso de la población trans al programa Potenciar Trabajo: un lista de 3229 pudieron sumarse a ese espacio.
A su vez, en abril se dispuso a través de una resolución de la ministra Elizabeth Gómez Alcorta que las víctimas de violencias machistas quedan exceptuadas de las medidas de aislamiento en casos de fuerza mayor, cuando requieran pedir asistencia o realizar una denuncia. Esta aclaración era una de las demandas que se le hacía. Llegó bastante avanzado el aislamiento.
Barbijo rojo
Por otra parte, desde el ministerio lanzaron la campaña Barbijo Rojo, que consiste en la difusión de una especie de contraseña o frase clave para que mujeres que no pueden pedir ayuda desde sus casas, lo hagan en la farmacia cercana, pidiendo un barbijo rojo. La iniciativa es similar a una campaña impulsada en la provincia de Río Negro y, también, en España. A nivel nacional, articularon con la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA). La campaña fue criticada por las limitaciones más allá de la Ciudad de Buenos Aires y hay provincias en las que las farmacias no están dentro de la COFA.
El Poder Judicial también reaccionó a la pandemia: por sugerencia de la Comisión sobre las Temáticas de Género del Ministerio Público de la Defensa la mayoría de las provincias extendieron por 60 días o hasta que dure el aislamiento las medidas cautelares de protección (tobilleras, exclusión de acercamiento o del hogar, botones antipánico). Sólo en La Pampa, Corrientes y Salta los tribunales superiores de justicia no resolvieron de esta manera. Por su parte, la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM) elaboró una guía de medidas urgentes sugeridas a fiscales para actuar durante la pandemia.
Del inventario de propuestas y respuestas, dos iniciativas novedosas apuntan a los varones que ejercen o ejercieron violencia con sus parejas. En el Centro de Varones de la provincia de Córdoba en la primeras semana de aislamiento atendieron por primera vez casi la misma cantidad de varones que reciben en un mes. Y en Catamarca lanzaron la “línea varones”, un dispositivo para que ellos llamen.
Un dato que es reflejo de las desigualdades en la participación política de las mujeres: si bien a nivel nacional un comité de crisis, el ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad no está participando de ese espacio.
Lamentablemente a pesar de las distintas reacciones nunca es suficiente. Frente al doble crimen de Cristina y Ada y el hallazgo del cuerpo de Claudia Repetto en Mar del Plata, distintas organizaciones feministas convocaron a un ruidazo el lunes 30 de marzo. Desde los balcones hubo aplausos, cacerolazos y todas las formas de ruido posible. “¡Ni una menos!”, gritó una chica desde un balcón del barrio de Caballito. “¡Vivas nos queremos!”, le respondió una vecina. La violencia machista no entró en cuarentena. La lucha de los feminismos, tampoco.