El 22 de noviembre de 1949, la educación superior en Argentina dejó de ser un privilegio para pocos. Ese día el gobierno de Juan Domingo Perón firmó el decreto N° 29.337 que disponía la suspensión de Aranceles Universitarios.
Esa normativa cambió, para siempre, el sistema universitario argentino: jóvenes (y no tan jóvenes) de los sectores populares, hasta entonces alejados del capital cultural, pudieron acceder al nivel superior. “El engrandecimiento y auténtico progreso de un pueblo estriba en gran parte en el grado de cultura que alcance cada uno de los miembros que lo componen”, expresaba el decreto. Así, la educación universitaria dejó de entenderse como un privilegio para pasar a ser un derecho social.
La gratuidad también provocó un significativo aumento de la matrícula universitaria. Este camino de acceso a la democratización se fue potenciado a partir de otra decisión del gobierno de Perón, la creación de universidades públicas, que fueron extendiéndose por todo el territorio nacional.
La normativa convirtió al sistema educativo nacional en referente para toda la región. En 2007, bajo el mandato de Cristina Kirchner, se declaró al 22 de noviembre como el “Día de la Gratuidad Universitaria”, en homenaje a la decisión de aquella política pública pensada por Perón y que se mantiene hasta el día de hoy.