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Un gobierno de centro con preocupación social

Por Virginia Poblet. Andrés Manuel López Obrador ganó la presidencia de México con 30 millones de votos, un electorado variopinto compuesto por trabajadores, intelectuales, familiares de asesinados y desaparecidos por la lucha contra el narcotráfico y la llamada “guerra sucia”, pero también empresarios y políticos que habían sido desplazados en las últimas gestiones. Aun con las mejores intenciones, AMLO tiene por delante el difícil desafío de satisfacer las esperanzas de sectores con intereses muy disímiles en el ya de por sí complejo escenario político mexicano. “Para llegar a la presidencia, López Obrador tuvo que establecer una serie de alianzas con sectores empresariales y demás, de tal manera que veo hacia adelante un conflicto permanente entre la voluntad, el deseo cándido de modificación de la ruta de muchos ciudadanos y, por otro lado, los compromisos que AMLO pactó con el régimen. Algunas medidas son claramente en contra de reformas anteriores, por ejemplo la cancelación de la reforma educativa impulsada por Peña Nieto, pero por otro lado se observan medidas de intereses empresariales, como su apoyo a ciertos macroproyectos”, explica el periodista Luis Hernández Navarro, coordinador de la sección Opinión del diario La Jornada de México y autor de los libros Chiapas: la guerra y la paz, Chiapas: la nueva lucha india y Chiapas: la rebelión de los pobres.

De hecho, una de las primeras medidas adoptadas por López Obrador causó perturbación en diferentes sectores. “Hay varios puntos donde la confrontación se ha recrudecido. La cancelación del nuevo aeropuerto internacional de México, una obra faraónica que se pretendía construir en terrenos no aptos para eso con un gran costo para los campesinos del lugar y para el medio ambiente, provocó un enfrentamiento muy fuerte con el sector inmobiliario que ya había comprado tierras alrededor para hacer negocios”, cuenta Hernández Navarro. “Pero hubo pulsos en otros sentidos también. Los grupos de derechos humanos miran con desconfianza dos medidas: una es el establecimiento de la Guardia Nacional Militarizada. En campaña, López Obrador dijo que iba a regresar al ejército a los cuarteles. Esta nueva Guardia Nacional es una forma de seguir militarizando y justificando una presencia del ejército que no corresponde, pero con un marco legal. Y segundo, esto que en México se ha llamado ‘Punto final’: AMLO ha ofrecido una especie de amnistía a quienes cometieron barbaridades. Los grupos de derechos humanos y los de desaparecidos han dicho que es inaceptable, que es una forma de dar impunidad.”

–¿Cuál sería el papel de la Comisión de Verdad y Justicia anunciado por el gobierno para esclarecer las desapariciones de los 43 estudiantes de Ayotzinapa ocurridas en 2014 si se dicta esa amnistía?

–Es importantísima la formación de esta comisión y ojalá llegue a buen término. Es una señal muy significativa que haya voluntad para hacerla, pero hay que ver qué medidas concretas se toman. Pero los desaparecidos de Ayotzinapa son la punta del iceberg, hay miles de desaparecidos en el país y hay todavía más miles de personas que fueron asesinadas en el marco de esta guerra contra las drogas. Por otro lado, está el conjunto de desaparecidos y asesinados por la guerra sucia que han sido tapados por el combate contra el narcotráfico. Todos los familiares exigen el esclarecimiento de los hechos, que haya justicia y reparación del daño, no se van a conformar con un “borrón y cuenta nueva”. Es muy bueno que se haga lo de Ayotzinapa, pero es insuficiente para hacer justicia.

–Es un poco lo que reclaman también los zapatistas.

–Los zapatistas reclaman explícitamente varias cosas. Chiapas vive en una situación de militarización desde hace varios años, mucho antes de que se viera en otras partes de México, y hay señales de que este asunto de gendarmería puede implicar también una ofensiva contra ellos. Si uno ve el comportamiento en las redes de los simpatizantes de la cuarta transformación, como la ha llamado AMLO, va a encontrar señales muy alarmantes, como de limpieza ideológica. Esa es la primera crítica. La segunda es este asunto del punto final. Tienen muchos asesinados y no se ha hecho justicia. El sexenio pasado mataron al profesor Galeano y el crimen no se ha esclarecido por más que están señalados los culpables. Pues no se van a quedar de brazos cruzados. Ellos también hablan en contra del Tren Maya que se está haciendo sin que se cumpla con lo establecido con el convenio 169 de la OIT, que dice que previo a la obra se debe realizar una consulta informada y consensuada con las comunidades. Esto va a traer grandes costos. Señalan también que este gobierno ha querido utilizar nombres y rituales indígenas para justificar proyectos de destrucción de sus comunidades. Y hay otra cuestión: los zapatistas tienen un proyecto anticapitalista, por lo tanto dicen que aquí no hay ningún proyecto a desarrollar sino que la idea es seguir la guerra contra los pueblos.

–En campaña, AMLO hablaba de la lucha contra la corrupción y de incentivar la inversión privada, nunca de explotadores y explotados. ¿Por qué se lo cataloga entonces como un gobierno de izquierda?

–Desde su punto de vista, México se desarrolló con una clase empresarial parasitaria que se ha beneficiado con el mundo de la corrupción, no habla de la explotación como tal. Hay una necesidad muy grande de la izquierda latinoamericana, de sus intelectuales, de muchos de sus dirigentes políticos, después de todos los golpes que ha sufrido prácticamente toda la región, de decir “están cambiando las cosas”. López Obrador no es Bolsonaro, no me cabe duda de que es un hombre honrado y un político honesto, pero de ahí a presentarlo como alguien que lucha contra el neoliberalismo es un paso muy largo. El presupuesto público para el siguiente año sigue todas las recomendaciones del Consenso de Washington. Es más, su jefe de gabinete, Alfonso Romo, declaró que habían recibido un mandato de centro. Romo es un empresario muy rico ligado durante muchos años a la producción de transgénicos y dijo explícitamente que había que convertir a México en un paraíso de la inversión privada y que la zona del suroeste, por lo menos los estados de Oaxaca, Chiapas y Guerrero, se deberían convertir todos en zonas económicas especiales, zonas francas. Los que hablan de izquierda son otros.

–Quizá se lo tilda de izquierda por su postura frente al contexto latinoamericano de hoy.

–Eso es muy importante. México había jugado un papel muy relevante al alinearse con los intereses estadounidenses en el hostigamiento hacia Venezuela. Hoy la política declarada es la no intervención en los asuntos exteriores. No es poco el cambio. En cuestiones internas, lo novedoso de AMLO es su insistencia en políticas sociales de corte redistributivo. Por ejemplo, brindar una ayuda alimentaria a gente de tercera edad que incrementa la pensión de manera significativa. Eso es muy muy importante. Y un ambicioso programa de becas para jóvenes estudiantes. También se creó otro programa para más de dos millones de personas para que funcionen como aprendices en empresas y negocios. Creo que esto, además, es un subsidio para empresarios, porque con este plan de capacitación esa gente va a trabajar sin cobrarles un sueldo a los empresarios, será con una beca del gobierno, y los empresarios no tienen ningún compromiso ni de contratarlos ni de darles continuidad de empleo. En este nuevo gobierno hay una dimensión de política redistributiva sustancial sin una reforma fiscal. No se van a cobrar más impuestos a los ricos, los recursos para este programa social se obtendrán de una política de austeridad draconiana y de un recorte de personal en la administración pública. Han sido despedidos muchos funcionarios públicos y van a ser más. Los salarios de los altos mandos se rebajaron significativamente, un gesto que fue no es Bolsonaro, no me cabe duda de que es un hombre honrado y un político honesto, pero de ahí a presentarlo como alguien que lucha contra el neoliberalismo es un paso muy largo. El presupuesto público para el siguiente año sigue todas las recomendaciones del Consenso de Washington. Es más, su jefe de gabinete, Alfonso Romo, declaró que habían recibido un mandato de centro. Romo es un empresario muy rico ligado durante muchos años a la producción de transgénicos y dijo explícitamente que había que convertir a México en un paraíso de la inversión privada y que la zona del suroeste, por lo menos los estados de Oaxaca, Chiapas y Guerrero, se deberían convertir todos en zonas económicas especiales, zonas francas. Los que hablan de izquierda son otros.

–Quizá se lo tilda de izquierda por su postura frente al contexto latinoamericano de hoy.

–Eso es muy importante. México había jugado un papel muy relevante al alinearse con los intereses estadounidenses en el hostigamiento hacia Venezuela. Hoy la política declarada es la no intervención en los asuntos exteriores. No es poco el cambio. En cuestiones internas, lo novedoso de AMLO es su insistencia en políticas sociales de corte redistributivo. Por ejemplo, brindar una ayuda alimentaria a gente de tercera edad que incrementa la pensión de manera significativa. Eso es muy muy importante. Y un ambicioso programa de becas para jóvenes estudiantes. También se creó otro programa para más de dos millones de personas para que funcionen como aprendices en empresas y negocios. Creo que esto, además, es un subsidio para empresarios, porque con este plan de capacitación esa gente va a trabajar sin cobrarles un sueldo a los empresarios, será con una beca del gobierno, y los empresarios no tienen ningún compromiso ni de contratarlos ni de darles continuidad de empleo. En este nuevo gobierno hay una dimensión de política redistributiva sustancial sin una reforma fiscal. No se van a cobrar más impuestos a los ricos, los recursos para este programa social se obtendrán de una política de austeridad draconiana y de un recorte de personal en la administración pública. Han sido despedidos muchos funcionarios públicos y van a ser más. Los salarios de los altos mandos se rebajaron significativamente, un gesto que fue muy bien recibido por varios sectores de la población, ya que eran escandalosos. AMLO dijo que nadie podía ganar más que el presidente y él se bajó el sueldo al equivalente de poco más de 5.000 dólares. Dicen que de estos recortes y de la lucha contra la corrupción van a salir los recursos de esos programas sociales.

–¿Este recorte no es un arma de doble filo?

–Sí, sería las delicias de cualquier gobierno neoliberal. Por eso creo que la definición más precisa es la de Alfonso Romo cuando dice que es un gobierno de centro con preocupaciones sociales, más certera que la que la izquierda latinoamericana le pretende asignar.

–¿Cuál sería la cuarta transformación de la que habla AMLO?

–En México ha habido tres grandes revoluciones: la revolución de la independencia de 1810-1821; la revolución de reforma en la que se afectaron los intereses del papel que jugaba la Iglesia, y la revolución agraria de 1910-1917. Cuando él habla de la cuarta transformación dice muchas cosas pero a la vez no es muy preciso, sostiene que forma parte de este ciclo de transformaciones pero que esta va a ser pacífica, las otras fueron violentas. Las anteriores terminaron con elaboración de constituciones, él dice que no va a llamar a una nueva constituyente. Entonces parecería que se quiere referir a separar el poder económico del poder político, a no permitir que los grandes empresarios manejen los destinos de la política nacional. Al mismo tiempo, y esto es muy interesante, él acaba de establecer un consejo empresarial con ocho grandes empresarios donde participan los dueños de las tres grandes cadenas de televisión en México, el empresario del Grupo Atlamulco –el hombre de negocios del grupo de poder al que pertenecía Peña Nieto–, ahí participa Miguel Alemán, hijo de un ex presidente muy ligado a la industria turística, y otros empresarios muy cercanos a Alfonso Romo. Por lo tanto, aparece una pregunta muy legítima: ¿no habrá una recomposición de las elites detrás de este discurso de separar el poder económico del poder político? Mi respuesta es sí, yo creo que es lo que está en marcha. Si en esto consiste la cuarta transformación acompañada por política social, pues veremos qué pasa.

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